La Jornada
Las expectativas para el 2013
Napoleón Gómez Urrutia
En breves días se habrá
de iniciar el año 2013. Y no es sólo una referencia de calendario, sino
principalmente de circunstancias y experiencias. Se cierra el 2012 con
una serie de injusticias, crímenes, errores, desviaciones e impunidades
que los gobernantes del PAN cometieron desde la cúpula del poder
político. Muchos acontecimientos tendrán que ocurrir en México para
borrar la pésima imagen que los dirigentes de Acción Nacional le crearon
a toda una nación que no se lo merecía bajo ningún concepto, ni tampoco
la ignominia de soportarla.
La inútil guerra de Calderón contra las bandas organizadas del crimen y el narcotráfico; el derramamiento de muchísima sangre de mexicanos; el fracaso en la economía de las amplias masas del pueblo; el ocultamiento mediante campañas manipuladas de propaganda mediática para encubrir las ruinosas condiciones en que los panistas han dejado a la sociedad; la miseria y la pobreza crecientes de más de 15 millones de personas adicionales en seis años (que pasaron de 45 a 60 millones entre 2006 y 2012); la falta de oportunidades, las corrupciones y las impunidades de los favorecidos –entre ellos algunos empresarios carentes de toda conciencia social o de solidaridad hacia el país– y los incumplimientos cínicos y descarados de las promesas de la campaña electoral, entre las cuales sobresale aquella de que sería
el presidente del empleo, todo ello ensombreció a México durante largos 12 años, que con justicia hoy día son denominados
la docena trágica.
No está por demás recordar esas terribles experiencias y sus resultados trágicos, para poder diseñar una estrategia totalmente diferente. Ante tanta ignominia no es posible echar simplemente borrón y cuenta nueva, ya que la nación fue gravemente ofendida, y es preciso tomar conciencia de ello para poder salir adelante en el futuro inmediato, el cual comenzó este diciembre de 2012. De esa situación debe nutrirse el esfuerzo para no repetir los errores en la aplicación de los nuevos planes y programas de gobierno. De la conciencia de la realidad debe surgir la necesaria corrección, para que las transformaciones presentes y futuras estén apegadas a nuestras necesidades como nación y como sociedad.
Las expectativas para 2013 podrán ser positivas en este arranque del nuevo sexenio, sólo si con realismo se elaboran políticas concretas para cada uno de los sectores y problemas de México. Pero no sólo con objetivos particulares, sino con una visión general que permita dar cauce, en una dirección convergente, a las diversas acciones sectoriales. Hay urgencia, en síntesis, de un cambio que nos lleve a transformar el modelo de economía y sociedad que bajo el dogma neoliberal ha imperado en la vida de México en los últimos seis lustros, el cual sólo se ha traducido en más desorden económico y social y en mayor explotación de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales. El Estado debe recuperar su rectoría efectiva en todos los sectores y operar con sensibilidad y habilidad en el mediano y largo plazos.
Dichas expectativas para 2013 serán halagüeñas, positivas y esperanzadoras para México, en la medida que se atienda, como herramienta fundamental de gobierno, la voz de los abandonados, los trabajadores de la industria y los servicios, las clases medias, las comunidades campesinas e indígenas, los jóvenes y los estudiantes, las mujeres y los grupos marginados. Sus demandas reales deben ser atendidas a fondo en las políticas de gobierno. Esas expectativas serán negativas y ominosas si no se procede a esta consulta permanente con el pueblo y no se tiene la voluntad de escucharlo, si no se aprende la lección de los pasados 12 años de incapacidad, ineptitud y corrupción en el gobierno, en que nunca se consultó a la sociedad sobre sus propósitos de acción, como lo ilustra la improvisada guerra contra las bandas del crimen organizado a las que nunca pudieron controlar.
La nación debe cambiar el modelo de economía y sociedad que ha prevalecido y debe recuperar las tasas de crecimiento con justicia y equidad, con base en una política económica y social que trascienda los intereses de corto plazo y conduzca a nuestro país hacia un futuro de mayor bienestar, seguridad y nuevas oportunidades para todos los mexicanos.
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