¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
La forma de gobernar del PRI
MÉXICO, D.F. (apro).- El arranque del gobierno de Enrique Peña Nieto
no podía ser de otra manera que con las viejas formas de hacer política
del PRI, pero sobre todo las creadas por Carlos Salinas de Gortari: con
el manejo de imágenes emblemáticas, con mensajes a los grupos de poder,
con un control casi absoluto de los medios de comunicación y con
acciones de pretendida autoridad que aún están muy lejos de concretarse.
Hace
24 años Salinas de Gortari llegó al poder entre la ilegitimidad y la
ilegalidad de un triunfo cuestionado por los claros visos de fraude. Así
que lo primero que hizo fue dar un golpe de mando, ir sobre sus
enemigos (La Quina, Carlos Jonguitud, los seguidores de Cuauhtémoc
Cárdenas, etcétera), afianzar a su partido en el Congreso de la Unión y,
con bombo y platillo, lanzar dos programas: el Pronasol, con el que
acabaría con la pobreza, y el económico, con el que catapultaría a
México al primer mundo.
En el gobierno de Salinas el control de
los medios también era absoluto, los cronistas de los diarios eran los
portavoces de la figura y la palabra presidencial. El PRI manejaba el
Congreso a su antojo y los sindicatos oficialistas seguían la orden que
llegaba de Los Pinos con unas palabras que recordaban la extraordinaria
novela de Miguel Ángel Asturias: “Si, señor presidente.”
Salinas
era experto en el manejo de los escenarios. Su figura siempre
resplandecía en las tribunas. Tanto que atrás del atril le pusieron un
banquito y una adaptación en el tacón de los zapatos para hacerlo unos
centímetros más alto.
Además adoptó la figura de Emiliano Zapata
para ganarse la confianza de los campesinos y en cada foro temático
realizado en Los Pinos o en Palacio Nacional enumeraba una las metas de
su gobierno prometiendo nuevas vías de ferrocarril, autopistas,
refinerías, hospitales, escuelas, viviendas, presas, empleos en el campo
y en la ciudad.
Entre los reporteros de la fuente presidencial,
incluso, había una broma en la que Salinas llegaba a un pueblo árido y
supuestamente les preguntaba a los habitantes: “Agua quieren, agua
tendrán”, decía poniendo las manos hacia el frente como si fuera un
Mesías anunciando el nacimiento de un río.
Esas mismas maneras de
mover las manos, de estructurar los mensajes y las figuras son la que
está siguiendo Enrique Peña Nieto. Parece el mismo modelo salinista pero
con las variantes de la actualidad.
La imagen del 1 de diciembre
en el Palacio Nacional no puede ser más elocuente. En medio de un
escenografía montada especialmente para resaltar su figura, con mil 500
invitados (empresarios, clérigos, dueños de los medios, líderes
sindicales, representantes de asociaciones civiles, gabinete legal y
ampliado, gobernadores, dirigentes del priismo actual y de antaño, así
como de otros partidos) Peña Nieto lanzó su programa de gobierno con la
misma forma salinista de enumerar objetivos que cumplir bajo ejes
transversales.
Si se hubiera tenido una imagen de Salinas llegando
en 1988 al Palacio Nacional comparándola con la de Peña Nieto se
hubieran podido notar las grandes similitudes –salvando los tiempos-
entre los actos de cada uno de ellos.
Luego, en los días
siguientes, la parada militar y los anuncios de los distintos programas
de seguridad, hacendario, educativo, etcétera., no hace más que recordar
la forma salinista de gobernar.
Enrique Peña Nieto es una imagen
“remasterizada” de algunos antiguos presidentes de la República surgidos
del PRI. La forma de manejar las manos es la de López Mateos; la manera
de vestirse con toda pulcritud, de Ruiz Cortínez y Miguel Alemán; el
discurso grandilocuente, de López Portillo; y el manejo de escenografía y
de mensajes políticos, de Carlos Salinas de Gortari.
Falta ver si
seguirá la misma línea dura de Gustavo Díaz Ordaz contra los
movimientos sociales y la de negociación política salinista. Pero todo
indica que así será, veremos al PRI ordenando en Los Pinos y lanzando su
mensaje de poder desde el Palacio Nacional, el cual será repetido hasta
el cansancio por sus nuevos socios del poder: los dueños de los medios
de comunicación.
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