sábado, 3 de noviembre de 2012

Tradición prehispánica celebrada cada año

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El ritual del Día de Muertos


Una tradición que sobrevive

Los mexicanos convivimos con nuestros muertos en fiestas llenas de ofrendas en que se incluyen platillos y bebidas, música y coloridas flores/ La celebración se remonta a los tiempos de los aztecas, pero se ha vuelto parte de las tradiciones católicas

MÉXICO, D.F., 2 de noviembre (EFE/AP).- Los mexicanos visitaron hoy los panteones para convivir con sus muertos, que según la tradición prehispánica regresan del más allá para disfrutar de la comida, la bebida y la música que les gustaba en vida.

En el Día de los Muertos los cementerios de todo el país lucen todo su esplendor gracias a las ofrendas que las familias colocan a sus difuntos, siempre acompañadas por las flores de cempasúchil, de un amarillo vivo casi naranja, que les iluminan el retorno.

Los mariachis, el tequila, las veladoras, las frutas, los dulces con formas de calavera y el pan de muerto son invitados obligados en esta fiesta mexicana, que fusiona el legado de los pueblos originarios y la tradición católica.

La herencia católica está presente en el pan de muerto y en la utilización de velas o términos cristianos como “ánimas” para referirse a los difuntos que regresan.

Y la tradición mesoamericana aparece en la composición de los altares, que refleja la cosmovisión de estas culturas al representar el inframundo, donde se colocan los incensarios; el punto medio, con las ofrendas; y el nivel superior, con imágenes y fotografías.

Los altares, adornados con papeles recortados de gran colorido, se completan con bebidas dulces a base de maíz fermentado, chocolate, platos típicos como tamales y mole, y se acostumbra colocar los nombres de los difuntos con sus respectivas fotos.

Erminia Cruz Padilla contó a Efe que desde hace mucho muchos años visita este día el Panteón de Dolores, acompañada por su familia, para llevarle flores y cerveza a su madre y hermana y limpiar sus lápidas, en una jornada en la que comen al pie de las tumbas.

La tradición del Día de Muertos, declarada por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en 2003, “la vamos transmitiendo desde los abuelos, padres, hijos y nietos”, dijo Eva Acosta, quien destacó el ambiente festivo y el respeto por los fallecidos.

Este cementerio, considerado como uno de los más grandes de América Latina, dedicó este año un altar al escritor Carlos Fuentes, quien murió el 15 de mayo pasado, a los niños fallecidos y a “los 50,000 muertos” por la violencia que azota el país. Precisamente los mexicanos afectados por la ola de violencia que azota el país también recordaron hoy a quienes han perdido la vida durante el mandato de Felipe Calderón (2006-2012) y exigieron justicia en diversas actividades convocadas por organizaciones civiles.

Los centros culturales, edificios y plazas públicas del país también fueron adornados con vistosos altares. La casa museo del cineasta Emilio “El indio” Fernández, que sólo abre sus puertas en contadas ocasiones, hizo uno en honor a la cantante Chavela Vargas, que también partió este año.

El Museo de Antropología también da cuenta de esta tradición ancestral con una enorme altar repleto de ofrendas que representa la tradición Chol, un grupo maya de la Sierra de Tabasco, en el sureste del país.

El occidental estado de Michoacán acoge una de las celebraciones más llamativas en el Lago de Pátzcuaro, que es iluminado con miles de velas por los indígenas purépechas, con el fin de marcar el camino de regreso a sus seres queridos fallecidos.

También destaca la tradición de Pomuch, un pequeño poblado maya del sureste del país, donde los familiares de los muertos desentierran los huesos para limpiarlos, cambiarles los paños bordados en los que los envuelven antes de guardarlos en osarios de madera.

En Guadalajara, la capital de Jalisco, desde la medianoche hay recorridos por los cementerios más antiguos, donde elegantes catrinas narran leyendas de personajes como el niño “Nachito” o el árbol del Vampiro que exuda sangre.

San Juan del Río, en el central estado de Querétaro, celebra por primera vez un singular concurso en el marco del Día de Muertos en México que recupera una vieja tradición, las de las plañideras, mujeres que son contratadas para llorar en los funerales.

Este oficio se popularizó en el siglo XVII y las plañideras eran utilizadas sobre todo en las clases altas. Ahora regresan, pero para ganar dinero en un concurso en el que ganarán sólo si muestran que de verdad están llorando y doliéndose por “su muerto”, que debe ser una figura del cine.

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