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El ritual del Día de Muertos
Una tradición que sobrevive
Los mexicanos convivimos con nuestros muertos en fiestas llenas de
ofrendas en que se incluyen platillos y bebidas, música y coloridas
flores/ La celebración se remonta a los tiempos de los aztecas, pero se
ha vuelto parte de las tradiciones católicas
MÉXICO,
D.F., 2 de noviembre (EFE/AP).- Los mexicanos visitaron hoy los
panteones para convivir con sus muertos, que según la tradición
prehispánica regresan del más allá para disfrutar de la comida, la
bebida y la música que les gustaba en vida.
En el Día de los Muertos los cementerios de todo el país lucen todo su
esplendor gracias a las ofrendas que las familias colocan a sus
difuntos, siempre acompañadas por las flores de cempasúchil, de un
amarillo vivo casi naranja, que les iluminan el retorno.
Los mariachis, el tequila, las veladoras, las frutas, los dulces con
formas de calavera y el pan de muerto son invitados obligados en esta
fiesta mexicana, que fusiona el legado de los pueblos originarios y la
tradición católica.
La herencia católica está presente en el pan de muerto y en la
utilización de velas o términos cristianos como “ánimas” para referirse a
los difuntos que regresan.
Y la tradición mesoamericana aparece en la composición de los altares,
que refleja la cosmovisión de estas culturas al representar el
inframundo, donde se colocan los incensarios; el punto medio, con las
ofrendas; y el nivel superior, con imágenes y fotografías.
Los altares, adornados con papeles recortados de gran colorido, se
completan con bebidas dulces a base de maíz fermentado, chocolate,
platos típicos como tamales y mole, y se acostumbra colocar los nombres
de los difuntos con sus respectivas fotos.
Erminia Cruz Padilla contó a Efe que desde hace mucho muchos años visita
este día el Panteón de Dolores, acompañada por su familia, para
llevarle flores y cerveza a su madre y hermana y limpiar sus lápidas, en
una jornada en la que comen al pie de las tumbas.
La tradición del Día de Muertos, declarada por la Unesco como Patrimonio
Inmaterial de la Humanidad en 2003, “la vamos transmitiendo desde los
abuelos, padres, hijos y nietos”, dijo Eva Acosta, quien destacó el
ambiente festivo y el respeto por los fallecidos.
Este cementerio, considerado como uno de los más grandes de América
Latina, dedicó este año un altar al escritor Carlos Fuentes, quien murió
el 15 de mayo pasado, a los niños fallecidos y a “los 50,000 muertos”
por la violencia que azota el país. Precisamente los mexicanos afectados
por la ola de violencia que azota el país también recordaron hoy a
quienes han perdido la vida durante el mandato de Felipe Calderón
(2006-2012) y exigieron justicia en diversas actividades convocadas por
organizaciones civiles.
Los centros culturales, edificios y plazas públicas del país también
fueron adornados con vistosos altares. La casa museo del cineasta Emilio
“El indio” Fernández, que sólo abre sus puertas en contadas ocasiones,
hizo uno en honor a la cantante Chavela Vargas, que también partió este
año.
El Museo de Antropología también da cuenta de esta tradición ancestral
con una enorme altar repleto de ofrendas que representa la tradición
Chol, un grupo maya de la Sierra de Tabasco, en el sureste del país.
El occidental estado de Michoacán acoge una de las celebraciones más
llamativas en el Lago de Pátzcuaro, que es iluminado con miles de velas
por los indígenas purépechas, con el fin de marcar el camino de regreso a
sus seres queridos fallecidos.
También destaca la tradición de Pomuch, un pequeño poblado maya del
sureste del país, donde los familiares de los muertos desentierran los
huesos para limpiarlos, cambiarles los paños bordados en los que los
envuelven antes de guardarlos en osarios de madera.
En Guadalajara, la capital de Jalisco, desde la medianoche hay
recorridos por los cementerios más antiguos, donde elegantes catrinas
narran leyendas de personajes como el niño “Nachito” o el árbol del
Vampiro que exuda sangre.
San Juan del Río, en el central estado de Querétaro, celebra por primera
vez un singular concurso en el marco del Día de Muertos en México que
recupera una vieja tradición, las de las plañideras, mujeres que son
contratadas para llorar en los funerales.
Este oficio se popularizó en el siglo XVII y las plañideras eran
utilizadas sobre todo en las clases altas. Ahora regresan, pero para
ganar dinero en un concurso en el que ganarán sólo si muestran que de
verdad están llorando y doliéndose por “su muerto”, que debe ser una
figura del cine.
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