La Jornada
El traje nuevo del presidente
John M. Ackerman
Se equivocan los que
afirman que para que el país esté bien es necesario que al presidente de
la República le vaya bien. Cuando el mandatario viola la legalidad,
agrede a los ciudadanos y conduce el país hacia el despeñadero, lo más
conveniente no es subirse al barco y sonreír al capitán, sino remar a
contracorriente y evidenciar las fugas del navío. El primero de
diciembre la salud de la democracia mexicana no se determinará por el
aplausómetropara Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, sino por la visibilidad de las protestas contra ambos.
El repudiado presidente saliente, Vicente Fox, ni siquiera pudo presentarse. Calderón tuvo que entrar y salir del recinto por una improvisada puerta trasera, entre gritos y fuertemente custodiado por el Estado Mayor Presidencial.
Se cumplió estrictamente con la normatividad. El nuevo presidente protestó ante el Congreso de la Unión a
guardar y hacer guardar la Constitucióntal y como lo mandata el artículo 87 de la carta magna. Pero el rito de colocación de la banda presidencial se desacralizó y todo México pudo atestiguar, por lo menos en el terreno simbólico, el fin de la
presidencia imperial. Con ello se evidenció la desnudez del rey y esta nueva conciencia crítica benefició a la sociedad entera.
Se repitió una escena similar el pasado 11 de mayo, cuando un amplio grupo de alumnos en la Universidad Iberoamericana recibió y despidió a Peña Nieto con gritos de
¡Fuera!
¡Asesino!
¡Cobarde!
¡Corrupto!y
¡Represor!Aquella manifestación también fue pacífica y no rompió en absoluto con la legalidad, que en ninguna parte obliga a los ciudadanos a vitorear a los candidatos presidenciales. El priísta pudo entrar sin problema en el auditorio universitario, exponer sus ideas con calma y contestar una veintena de preguntas antes de tomar libremente la decisión de escaparse por la puerta de atrás, detenerse en el baño y cancelar su entrevista con Radio Ibero.
La irrupción de la juventud dio aire nuevo al proceso electoral e iluminó la esperanza de miles de ciudadanos para participar e influir en el resultado de las elecciones presidenciales. Las instituciones electorales finalmente traicionaron esta esperanza con su complicidad con los poderes fácticos. Pero ello no canceló la enorme importancia histórica del movimiento #YoSoy132.
tipo de gobierno, sino su
grado de gobierno. Es decir, en lugar de preocuparse por la democratización del sistema político, los líderes deberían priorizar la construcción de instituciones
fuertescapaces de imponer el
ordensocial.
Un elemento central para lograr este fin, según Huntington, es el fortalecimiento de la institución presidencial. Sostenía que el clásico refrán estadunidense de que
lo que le es bueno para General Motors es bueno para el paísdebería también acuñarse como
lo que le es bueno a la Presidencia, es bueno para el país. De acuerdo con esta lógica autoritaria, sólo un firme centralismo político podría generar las condiciones necesarias para un
sano desarrollofrente a las
amenazasque implicaban los vigorosos movimientos estudiantiles y socialistas de la época. El autor explícitamente halagó al sistema priísta mexicano como ejemplo a seguir a escala internacional.
Hoy el PRI busca resucitar el fantasma de Huntington y recuperar la
fuerzapresidencial supuestamente perdida durante los años de gobiernos panistas. Las reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y a la Ley del Servicio Profesional de Carrera no podrían ser más transparentes (aquí mi análisis: http://ow.ly/fypMk). Se trata de garantizar que los criterios políticos y las preferencias personales sean los únicos que influyan en la administración pública federal, tanto en materia de seguridad pública como en contratación de servidores públicos y el combate a la corrupción. El vergonzoso apoyo de destacados legisladores del PRD a estas reformas, como Silvano Aureoles, Miguel Barbosa, Manuel Camacho y Armando Ríos Piter, confirma el abandono de la lucha democrática de la mayor parte de los líderes de ese partido.
México no resolverá sus problemas con el retorno del hiperpresidencialismo del pasado, sino con la consolidación del protagonismo social que cada día más es el signo de nuestros tiempos a escala mundial. La forma en que se desarrolle el relevo presidencial este 1º de diciembre será un importante indicador simbólico de lo que nos espera en los años por venir.
www.johnackerman.blogspot.com
Twitter: @JohnMAckerman
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