Luis Javier Garrido
El sketch
El gobierno de facto de Felipe Calderón no ha tenido ni tiene más proyecto político que desmantelar al Estado mexicano y entregar el poder económico y político del país a los grandes poderes trasnacionales y es por ello que no ha acertado en los meses recientes a oponerse al señalamiento de que México es un Estado fallido.
1. El costosísimo viaje que hizo Felipe Calderón acompañado de una enorme comitiva a Davos (Suiza) en días pasados para asistir al Foro Económico Mundial, la cumbre anual de empresarios y gobernantes neoliberales, no fue para hacer valer los derechos de los pueblos latinoamericanos ante los grandes poderes económicos, ni mucho menos para contrarrestar la imagen de un México en proceso de pakistanización, a la que él mismo ha contribuido con su simulación de guerra contra el narcopoder y el clima de violencia que instauró durante varios meses, sino para presentar a nuestro país como un verdadero protectorado de Estados Unidos en el que las inversiones privadas son bienvenidas en todos los ámbitos, incluso el petrolero, a sabiendas de que esto es mentira.
2. Las secuelas del sketch, de dudoso gusto, representado el jueves 29 de enero por Ernesto Zedillo y Felipe Calderón en Davos, están resultando, sin embargo, negativas para ambos protagonistas y para el proyecto de reconversión del Estado en México, pues lejos de alcanzar el efecto buscado de mostrar la identidad neoliberal de los dirigentes priístas y panistas y su colaboración en el intento de imponer el proyecto monetarista a México, lograron evidenciar una vez más que Calderón no es otra cosa que “un patiño” de los priístas que lo mantienen en Los Pinos, y que “la alternancia” no fue más que una simulación.
3. Estos dos gobernantes, que son vistos abiertamente en artículos y libros como dos delincuentes de Estado sin que ellos parezcan darse cuenta, lograron un repudio pocas veces visto en las columnas de los diarios por su cinismo y falta de respeto a los mexicanos al dedicar su participación en un foro, que, se dijo, iba a traer una reconsideración de los neoliberales ante el fracaso estrepitoso que su proyecto está mostrando en el mundo y que no condujo a nada nuevo, para justificar primero el rescate financiero de los bancos mexicanos en 1995 mediante el Fobaproa, que fue un atraco histórico sin precedente al pueblo de México, y luego para el ridículo final: la propuesta de Calderón de crear “un Fobaproa” para el mundo, a fin, desde luego, de salvar a los grandes consorcios.
4. El sketch, ensayado la víspera durante una cena en la lujosa estación de esquiar de los Alpes suizos, y que llevó a Calderón a fungir al día siguiente como “el patiño” de Zedillo, en un diálogo vergonzoso en el pésimo inglés de ambos, que los mostró como lo que son, dejó claro, sin embargo y una vez más, por dónde se dio y por cómo se dio, que las cúpulas del PAN y del PRI siguen teniendo un profundo desprecio por el pueblo de México y que existe una complicidad absoluta entre priístas y panistas para imponer en México, hasta sus últimas consecuencias, el modelo neoliberal.
5. El gobierno de facto de Calderón, como se vio en la estación de ski suiza, sigue haciéndole el juego a las grandes corporaciones trasnacionales que se están adueñando de México, al tratar de impulsar no sólo los cambios legales y de facto que hagan posible que éstas intervengan en áreas que constitucionalmente les están vedadas, sino en algo tan grave como lo anterior: la imposición del modelo político que éstas reclaman para tener todas las seguridades para sus inversiones, y que no difiere en lo esencial del que Estados Unidos ha tratado por otras vías de imponer en Irak o en Afganistán, pues trata de convertir a México en un verdadero satélite estadunidense.
6. La campaña en los medios de ambos países para imponer la imagen de México como un “Estado fallido”, que habría sufrido un proceso de pakistanización y constituiría un peligro para Estados Unidos, ha proseguido, por consiguiente, de manera persistente en las primeras semanas de la administración de Obama con la complacencia del gobierno panista, por lo que no puede haber duda de su objetivo central: crear las condiciones para justificar la integración de México a un sistema de seguridad de América del Norte controlado por Washington, que le permitiría a los cuerpos policiales y militares estadunidenses una intervención mucho más abierta en territorio mexicano de la que ya disponen por la complacencia del gobierno panista de facto, cancelándose así de manera absoluta el principio de soberanía nacional.
7. Las emisiones noticiosas de Televisa podrían ser un ejemplo muy claro de cómo se magnifican y distorsionan los hechos para crear mayor miedo de ambos lados de la frontera. El martes 3, por ejemplo, Gregorio Meraz, uno de sus corresponsales en el país vecino, insistía en el hecho de que para altos oficiales de seguridad de Estados Unidos las organizaciones mexicanas de narcotraficantes tendrían infiltradas a las más de 20 mil pandillas de mexicanos que se dice hay en las ciudades estadunidenses –con supuestamente “un millón de miembros”–, las que, entre otros actos delictivos, harían fluir armas a México, como en el caso del grupo Mexicanemi, que se dice opera en El Paso (Texas), utilizando un mecanismo que parece irreal: cambiando armas robadas a las fuerzas armadas de Estados Unidos por droga con la que inundarían el mercado estadunidense.
8. La violencia que Calderón desató en este país no se va a terminar por decreto y el escenario es muy comprometido para el futuro inmediato. La ejecución del general Mauro Tello, en Cancún, el martes 3, así lo demuestra.
9. El sketch de Davos mostró que la complicidad de los tecnócratas del PRI y los panistas para imponer el nuevo modelo no se va a detener y que los miembros de la elite gobernante están, como nunca antes en la historia de México, de espaldas al pueblo y a sus necesidades, ignorando que no son más que los representantes de una minoría.
10. Ese fracaso de los neoliberales en Davos para cuestionar un modelo que está fracasando en el mundo entero, aunado a los traspiés de la administración de Barack Obama en Estados Unidos, cada vez más sometida a los republicanos e incapaz para diseñar otro proyecto que no sea el de rescatar a las grandes corporaciones, subraya, empero, la importancia que tiene lograr definir un proyecto para nuestros países y hacer valer la soberanía de la nación.
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