La roña y otras rondas infantiloides
Francisco Rodríguez
Francisco Rodríguez
Indice Político
Hay tres maneras de arruinarse: las mujeres, el juego y los tecnócratas. La más placentera, las mujeres. La más rápida, el juego. Pero la más segura, los tecnócratas.Georges Pompidou
“¡No se vale! ¡Así ya no juego!”, pareciera exclamar el señor Felipe Calderón a aquellos con quienes empezó a retozar —jugando a “la guerra contra el narcotráfico”— por todo el territorio nacional en el no muy lejano diciembre de 2006. Y es que el ocupante de Los Pinos está molesto porque sus compañeros de divertimento no respetan las mínimas reglas del “¡enagarróteseme a’i!”, originalmente establecido. Ahora los muy traviesos cambian a las escondidillas, detrás del creciente lumpenproletariado civil. ¡No se vale, pues!
En el homenaje al Ejército, Calderón volvió a las andadas del discurso maniqueo que sólo reconoce blancos y negros, buenos contra malos, soslayando la pluralidad y complejidad del vasto mosaico de las circunstancias y del país: “Las pretensiones de quienes amenazan a México han encontrado un valladar insuperable porque México cuenta con ustedes, soldados de la Patria, ejército de valientes; sostenidos por su amor a México y por el reconocimiento de toda una sociedad que, de manera abrumadora, repudia la acción de los criminales y aplaude al Ejército mexicano”. Valientes soldados, cobardes malhechores. Reduccionismo de los problemas. Simplismo, nada más.
A la mitad de este juego infantiloide entre policías y ladrones -”tú las traes”, como en la roña— está la sociedad. Simplón y todo lo demás que usted quiera, el muchachito que cobra por fungir —¿o fingir?— en la titularidad de la Secretaría de Economía ha dibujado desde París un buen panorama de todo aquello a lo que se enfrenta la mayoría de los mexicanos en la actualidad: “Hay varias ciudades y municipios en México donde (los delincuentes) cobran impuestos, donde imponen la ley, donde imponen presidentes municipales, donde exigen derecho o bono de seguridad.”
Y sí, son varias. Como múltiples, también las dependencias mismas de la Administración que ya han sido infiltradas por la delincuencia. En las aduanas fronterizas, por ejemplo, son los delincuentes quienes cobran las “mordidas”, que luego reparten entre el personal del SAT destacado en esas plazas.
Doña Blanca, cubierta de oro y plata
Este juego en el que la cocaína, Doña Blanca, está a cubierto por la complicidad de policías -y “una parte pequeña del Ejército”, de acuerdo al subprocurador Juan de Dios Castro-, por la participación de empresarios en el lavado de recursos que genera el trasiego de los estupefacientes, y por la connivencia de políticos sin escrúpulos, es el que motiva que, urbi et orbi, a México se le catalogue cual “Estado Fallido”.
Porfirio Muñoz Ledo nos ha recordado apenas cuáles son las características que, de acuerdo a Foreign Policy, deben reunirse para descender a tan deleznable categoría: “un Estado que fracasa es aquel en el que el gobierno no tiene control real de su territorio, no es reconocido como legítimo por parte importante de la población, no ofrece seguridad interna y servicios públicos esenciales a sus ciudadanos y no tiene el monopolio del uso de la fuerza”. De todo eso hay en nuestra circunstancia actual. Lo percibe la CNN, que divulga a media semana anterior un reportaje en el que destacan frases como México vive “un vértigo repugnante de caos y pillaje”... “el espantoso retrato de la violencia no tiene precedente y es horripilante”... “la población está verdaderamente asustada”... “por supuesto que ya es una guerra civil... y es también un conflicto cívico, pues un número cada vez mayor de personas aprecian a la ley y a los valores democráticos como algo que puede ser violado”, según mi muy libre traducción.
Que nadie se regocije de esas percepciones. No pueden hacerlo los gobernantes así pillados en su ineficiencia. Tampoco los medios que, en su mayoría, como los avestruces ocultaron la cabeza en la arena ante esta información: la ignoraron. ¿Para seguir el juego al secretario de Turismo? Quizá.
Víbora de la mar... por aquí pueden pasar
México ya no es sólo parte de la ruta por la que transitan cientos de toneladas de drogas que abastecen al voraz mercado de adictos estadounidenses. Paulatinamente se ha convertido en una suerte de “narco-Estado” en el que, lo de menos, es si un malandrín se sienta o no en Doña Leonor, cual los clásicos del siglo anterior llamaban a la silla presidencial. Sonroja decirlo, pero es la verdad.
Por todos los flancos, ya el político, lo mismo que el empresarial, social y, claro, el policíaco los términos que privan son violencia, narcotráfico, lavado de dinero, et al. Así, el IFE y las caricaturas de partidos políticos “blindan” las campañas proselitistas, para que los candidatos no sean apoyados con dineros sucios a blanquear. El mismo órgano electoral identifica distritos y municipios violentos en los que, ¡ojo!, pudieran suspenderse los comicios del próximo mes de julio, si las actuales condiciones de anomalía prevalecen.
¿Guerra civil? ¿Estado de excepción? Sí. Ya hasta la Concamín, a través de su dirigencia, pide que en los ferrocarriles haya piquetes de la milicia para que cuiden los cargamentos de granos y maquinaria, pues los trenes son constantemente asaltados por hordas hambrientas.
¿Narco-tapados? A lo mejor sí movilizados por los cárteles que se disputan la plaza de Monterrey que, es secreto a voces, ha sido varias veces “vendida” a los narcos por los políticos -de todos los partidos—, en los años recientes.
Decir que no hay gobierno ya resulta ocioso y suena hueco. Y no, este no es un juego donde se pueda apostar la gobernabilidad de una Nación ante un croupier que, como siempre, lleva todas las de ganar. La casa pierde. La casa es México.
Quienes desde hace ocho años dijeron llegar a barrerla, la han ensuciado como nadie antes lo hizo. Los seis años del enfermo mental (diagnóstico de la Santa Sede) Vicente Fox, fueron de absoluta permisividad y hasta complicidad con quienes hoy alteran la paz social. Los poco más de dos años en los que el señor Calderón ha jugado con el avispero, han resultado aún peor: sin inteligencia, sin tocar a los grandes financieros de este sucio negocio, sin estrategia, pero sobre todo, repito, sin inteligencia, los resultados son contraproducentes. ¿Qué le puedo decir al respecto que usted no sepa?
Por eso se enoja Calderón, cuando le cambian el juego: del ideal “engarróteseme a’i” a las escondidillas, ¿o no?
Indice Flamígero: Epistolar. Esa es la nueva estrategia de comunicación (jejeje) adoptada por la Administración felipista. Carta abierta del secretario de Gobernación para contestar otra carta abierta del gobernador de Chihuahua. ¿Cartas a Eufemia? “Cuando recibas esta carta sin razón, / Eufemia, / Ya sabrás que entre nosotros todo terminó. / Si no la veses recebida por traición, / Eufemia, / Te devuelvo tu palabra, / Te la vuelvo sin usarla, / Y que conste en esta carta que acabamos de un jalón”. A eso se reduce todo. A intercambiar mensajes en las planas de los diarios. Nada más.
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