sábado, 13 de junio de 2015

El PRI el partido más votado de México

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El PRI no ganará en 2018
Antonio Salgado Borge
En 2015 el PRI ha sido, de nueva cuenta, el partido más votado de México. Hay quienes, decepcionados, sostienen la marea roja priísta luce indetenible rumbo al 2018 y que es un pésimo presagio que, a pesar de los escándalos y de las tragedias, los mexicanos hayan optado por brindar de nueva cuenta su confianza al partido del presidente. La tesis de este texto va en sentido contrario: gracias a la jornada electoral del fin de semana pasado han quedado expuestos elementos que permiten anticipar que el PRI difícilmente retendrá la presidencia en las próximas elecciones.

Por principio de cuentas, su alianza con el Partido Verde, tan productiva para el PRI en los últimos años, podría dejar de serlo en los siguientes. A pesar de que las violaciones a la ley del PVEM sorprendieron en estas elecciones, la reacción de miles de mexicanos y de varios intelectuales y medios independientes propició que el Verde no obtuviera, a pesar de sus multimillonarias inversiones, los votos que esperaba. El escándalo ha propiciado que ahora sea bien sabido que los votos del PVEM son en realidad votos para el PRI, y que el Verde representa los peores vicios de la partidocracia mexicana. El PRI no puede esperar engañar en 2018 por medio de este matrimonio a la misma cantidad de despistados que capturó en 2015.

En segundo lugar es preciso recordar que a pesar de que el PRI logró mantener en mancuerna con sus aliados la mayoría en la Cámara de Diputados, este partido, junto con el PAN y el PRD, experimentó este año una disminución en el porcentaje de votos que obtuvo en las urnas. En teoría esto no debería representar ningún problema para el Revolucionario Institucional: si los únicos dos partidos opositores con oportunidad real de competir con el PRI son más castigados que el partido en el poder, la disminución en la votación priísta adquiere poca relevancia. Ésta llega incluso a tornarse insignificante cuando se incluye en la mezcla a los posibles candidatos que el PAN y el PRD barajan para 2018. Margarita Zavala, Rafael Moreno Valle (“el pequeño Hitler del centro”, como atinadamente lo llamó Alejandro Páez Varela), Miguel Ángel Mancera, Carlos Navarrete… un grupo de personajes impresentables o incapaces de representar una opción de cambio que motive a los electores.

Por otra parte la emergencia de Morena, el partido de López Obrador, como cuarta fuerza electoral garantiza que a partir de este año el presidente volverá a ser increpado y cuestionado por una fuerza política verdaderamente opositora que, guste o no, pondrá en la agenda pública temas incómodos para el presidente. El PAN y PRD, que pagaron carísima su sumisión a Enrique Peña Nieto derivada de su participación en el Pacto por México, probablemente se vean obligados a subirse al ring, por lo que veremos a un presidente vapuleado desde varios frentes.

A ello hay que sumar la emergencia de candidatos independientes, formato que tiene, por ahora, el momentum de su lado. Bien se ha comentado que en gran medida el futuro éxito de este tipo de candidaturas dependerá de los resultados de quienes hoy han llegado al poder en este formato, pero es imposible no fantasear con quién podría ser la figura que logré a nivel nacional lo que el “Bronco” consiguió en Nuevo León. Intelectuales, luchadores sociales o políticos agredidos por sus propios partidos y por el sistema -como Marcelo Ebrard- de pronto cobran especial relevancia. Una parte del 5% de mexicanos que promueven o respaldan el voto nulo podrían sumarse a un proyecto de esta naturaleza.

El PRI deberá navegar durante los próximos 3 años soportando a una oposición que no tuvo durante la primera parte del gobierno de Peña Nieto en un contexto mucho más complejo que el actual. Existen varios pronósticos que anticipan una crisis económica en puerta y ya no hay más reformas que vender a los mexicanosni mucho más de los mexicanos que vender a los extranjeros a través de nuevas reformas-. Lo cierto es que, dado que no habrá un cambio de sentido en la administración federal, todo parece indicar que podemos esperar que el nivel de vida de los mexicanos continúe degradándose como producto de una economía que se mantendrá contraída y de la violencia sin control que asuela a buena parte de la población.

Otro factor a considerar es el indetenible incremento en la cantidad de mexicanos con acceso a internet. Apenas en 2012, año en que Peña Nieto fue electo presidente, 45.1 millones de personas contaban con acceso a la red en México. En 2014 esta cifra ya había aumentado a 53.9 millones. En 2010, un año después de que Rodrigo Medina asumiera la gubernatura de Nuevo León, 41% de los habitantes de este estado contaban con acceso a internet. En 2015, año del triunfo del “Bronco” en el mismo estado, esta cifra roza el 60%. Tanto Nuevo León como Jalisco, entidades donde se han dado dos de los más relevantes triunfos de independientes, se encuentran entre los 7 primeros lugares en acceso a internet a nivel nacional.

El PRI ha ganado elecciones federales y estatales utilizando una estrategia consistente en valerse de la televisión como catapulta para proyectar a candidatos como productos vendibles al electorado. Pero la creciente penetración del internet garantiza que la influencia del duopolio televisivo, de las empresas radiofónicas o de los medios impresos al servicio del poder en los electores será cada día menor. El PRI, un partido diseñado para vivir en un ecosistema con limitados usos y costumbres analógicos, está teniendo muchos problemas para respirar en un nuevo entorno que simplemente no entiende.

Finalmente, a diferencia de lo que ocurrió este año, en 2018 será la presidencia de Enrique Peña Nieto, y no el desempeño de autoridades locales, el factor principal que evaluarán los electores que acudan a las urnas. Este es el último y más importante cubierto a considerar como parte de la mesa que desde hoy está puesta para que el PRI no gane las elecciones en 2018.
(SINEMBARGO.MX)

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