Homozapping
Textos y Contextos. Peña Nieto, el presidente enfermo
Autor Invitado
Miguel Alejandro Rivera
Hace muchísimo tiempo que nuestro país está enfermo. Desde que desembarcaron tres carabelas, con el intruso abordo, este territorio se enfermó de viruela, de violencia, de poder, de ambición y de otras tantas atrocidades.
Las etapas de estos padecimientos han sido muchas: la conquista, la administración de Santa Anna, el Porfiriato, el Maximato, el presidencialismo del PRI, la apertura al neoliberalismo, Ayotzinapa… Podríamos insertar muchas otras, pero hoy la molestia que sufre este país se llama Enrique Peña Nieto, y las molestias que sufre el propio mandatario, podrían cambiar la historia nacional.
Hace unos días, la presidencia informó que Peña Nieto se excusaría de asistir a las exposiciones en el Palacio de Bellas Artes: “Miguel Ángel Buonarroti: Un artista entre dos mundos” y “Leonardo Da Vinci y la idea de la belleza”.
Parecía que el presidente prefería no arriesgarse a quedar, nuevamente, encerrado en el huracán de la ignominia, latente en un escenario meramente intelectual; sin embargo, la inasistencia al evento, se debió a una recaída de salud, la cual, otra vez, lo exhibe como un personaje físicamente vulnerable, no apto para gobernar un país.
Apenas en julio de 2013, hace casi dos años, Peña Nieto fue intervenido quirúrgicamente para extirpar un nódulo tiroideo; ahora, hace unos días, nuevamente visitó el quirófano para enfrentar un problema con la vesícula biliar.
Algunos medios de comunicación y periodistas, han manejado la versión de que el mandatario padece cáncer, e incluso, se ha exigido que de ser así, se haga pública la verdad, pues en una cuestión tan delicada, la sociedad debería estar consciente de las condiciones en las cuales está la persona que dirige este país.
En junio de 2014, Fausto Vallejo, entonces gobernador priísta de Michoacán, dejaba el cargo argumentando que sus problemas de salud le imposibilitaban seguir con sus actividades. Hasta ahora, a pesar de la inédita situación de tener un presidente debilitado por sus enfermedades, no parece haber intenciones de éste en claudicar, por más que resulte la vía más lógica.
Después de las elecciones del siete de junio pasado, la geografía política tuvo giros rotundos, la sociedad mexicana demostró que la conciencia social está generando algunas sinergias positivas, y hasta ahora, a poco más de nueve meses de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, se ha demostrado que nuestra memoria se está haciendo de largo plazo.
Es entonces que se requiere tener certeza de lo que sucede con un personaje en el que recaen tres años de gobierno que saben a sexenio fallido. Ante la vulnerabilidad de quien oficialmente y ante las cámaras, es el dueño de Los Pinos, inevitablemente comenzarán a salir las figuras detrás del poder, esas que están escondidas a la sombra de los dinosaurios y los tucanes, las cuales esperan el momento preciso para tomar lo que han estado trabajando durante muchos años.
Qué sencillo sería meter a México en el quirófano y extirparle todas sus enfermedades, sin embargo, parece que siempre son más, y varias se fortalecen. Es cierto, se va encontrando de a poco la medicina, pero algo que no podemos negar, es que en momentos como este, cuando una parte del sistema se cae a pedazos, el caos es aprovechado para generar cambios profundos. La pregunta que nos queda: ¿quién va a dirigir esos cambios, y quién saldrá favorecido de ellos?
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