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Terrorismo de Estado que se aplica en México
María Teresa Jardí
El avance de la inteligencia humana ha acotado a los ejércitos a sus cuarteles. Ejércitos que en general serían innecesarios sin las invasiones de las potencias que quieren robar a otras los bienes de esas naciones.
El avance de la inteligencia humana ha acotado a los ejércitos a sus cuarteles. Ejércitos que en general serían innecesarios sin las invasiones de las potencias que quieren robar a otras los bienes de esas naciones.
Invasiones que de otras maneras igual se dan en todo el planeta.
Aunque solamente a los traidores neoliberales de quinta se les haya ocurrido sacar a la calle a las fuerzas armadas, a nombre de falsas guerras, para a cambio de dólares convertir en cementerio el territorio del lugar donde nacieron, de lo que se avergüenzan.
Las colonizaciones modernas están en manos de las envenenadoras empresas transnacionales productoras tanto de las enfermedades como de los medicamentos que al lado del narcotráfico son otro de los grandes negocios. De empresas como Coca-Cola y McDonald’s destructoras de la cultura e identidad de pueblos sometidos también a la pérdida de neuronas con los maltratados animales hormonados que se convierten en veneno para los seres humanos.
Los ejércitos son entrenados como máquinas de matar porque se usan para invadir países a los que se quiere robar sus pertenencias: Irak es sólo uno de los ejemplos. Aunque México ya haya sobrepasado el número de crímenes atroces que en contra de ese pueblo el imperio yanqui también ha cometido.
México, sí, donde la ejecución extrajudicial se ha tornado “normal” luego de que un acomplejado —que a través de su mujer, usándola, quiere volver a controlar el poder— beodo sacó el Ejército a las calles y las desapariciones forzadas quedan, como todo crimen atroz, impunes.
Terrorismo de Estado es lo que aquí se aplica por parte de Peña como control político.
Terrorismo de Estado son las ejecuciones de Tlatlaya y lo ocurrido en Iguala contra los estudiantes normalistas, forzada e impunemente, desaparecidos.
Y no sólo eso es terrorismo de Estado. México encabeza como laboratorio del imperio yanqui las nuevas formas que como terrorismo de Estado se van implementado.
Vamos a suponer que el problema de la educación en México son los maestros que protestan. Lo que a todas luces es falso. El problema de la educación en México son las políticas de Estado buscando crear, lo que han logrado, analfabetas funcionales, que permitan el terrorismo de Estado.
El terrorismo de Estado no se puede aplicar donde la sociedad está alerta en lugar de abstraerse del problema como si no fuera a alcanzarle lo que a su alrededor se da sin que esa clase beneficiada con el falso confort temporal, o para el resto de las generaciones que le sigan, no fuera nunca a alcanzarlos.
¿Evaluar a los docentes va a resolver el problema de las políticas de Estado implementadas claramente a la baja desde Luis Echeverría, al menos? Es claro que no. Y por eso la evaluación a los docentes se puede también inscribir en el rango de aplicación del terrorismo de Estado y nadie mejor que Chuayffet, tan profundamente desprestigiado, como el resto de casi toda la fauna política, para aparecer mintiendo y amenazando, todos los días a todas horas, a los docentes pensantes. Lo que incluye desde luego también a los estudiantes de las normales. Chuayffet no sé si el más desprestigiado del equipo de un Peña que la brújula tiene tan perdida que incluso cree que es posible barrer las escaleras empezando por abajo. Qué el Ejército, incluidos altos generales, están metidos en las ejecuciones extrajudiciales cometidas en Tlatlaya se sabía y se sabe. Lo sabía el Ejército nacional y lo sabemos todos los que seguimos las notas periodísticas. Pero se puede adelantar que ese y el resto de crímenes atroces quedarán impunes incluso aunque se vean obligados a fingir que se castiga a los responsables. Lo que no funciona es el Estado, porque cuando un Estado se torna terrorista deja de ser de Derecho y los que ejercen el poder se llaman dictadores.
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