lunes, 11 de mayo de 2015

Un genocidio d proporciones desconocidas

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!

Otras caras del exterminio
María Teresa Jardí

En México se está cometiendo un genocidio de proporciones desconocidas. La información ha pasado a ser delito. Y los medios a modo callan lo que ocurre y pintan al país del mismo color de rosa de las esperpénticas camisas y corbatas que supongo seguirá usando el canalla empleado desinformador estrella de Televisa: Joaquín López Doriga. La palabra ética ha sido proscrita y está visto que se va prohibiendo el uso del binomio que forma las palabras derechos humanos con el daño que adelanta, para el pueblo mexicano, lo que esto implica

San Quintín se ubica a unos 200 kilómetros de Ensenada, en Baja California Norte. Los dueños de las plantaciones son de la misma calaña de los Fox y de los Usabiaga. Se cultivan ahí para exportación fresas, moras y tomates y miles de indígenas provenientes de los estados más pobres: Oaxaca, Chiapas y Guerrero y de los no tan pobres, como Veracruz y Puebla, desgobernados, también por cínicos canallas, trabajan ahí convertidos en esclavos

Los triqis (palabra que suele escribirse triqui en castellano) son una de las naciones indígenas más afectadas y combatidas porque sus integrantes son luchadores de nacimiento. Su única alimentación ha sido el maíz blanco, de los mejores, de entre los mejores, del mundo. Tortillas acompañadas de chile de vez en cuando. Sus tortillas son tan portentosas que hombres y mujeres las llevan en el morral y cuando el niño, el adulto, el invitado, ellas o ellos, sienten hambre, las cortan a trozos y se comen frías

Cuando a Luis Echeverría se le ocurrió importar un maíz amarillo de Africa destinado para los cerdos; cuando Echeverría intentó imponerlo, a través de las tiendas de la CONASUPO me parece, en esa zona, se organizó una revuelta, que ahora me queda claro que estaba destinada a acabar con esa nación tan digna. Y desde entonces conocí a ese pueblo admirable condenado a ser el más miserable de la Tierra

Como regalo de 10 de mayo, el impresentable policía represor Luis Miranda, convertido en subsecretario a modo de la represión de la dictadura que ya se aplica: amenazó, dejó plantados y envió a los escuadrones paramilitares, que aquí se llaman “policía”, a atacar el 9 de mayo, como regalo del día de madre, a los jornaleros triqis que se han atrevido a demandar mejor salario y condiciones un poco menos indignas. Explotados como esclavos, son la mano de obra barata usada, por impresentables empresarios, que como “políticos” viven como emperadores, a costillas de los otros. La mafia que desgobierna al país cierra filas con sus leyes a modo, que tampoco se cumplen, y cuenta con la ayuda de vigilancia armada externa. Pero que no se hagan ilusiones, los Calderón y los Peña, de que ellos no son vigilados ni despreciados como traidores a la nación a la que le deben hasta la existencia

Los indígenas son llevados a trabajar en las plantaciones, igual de bananeras, que las bananeras de antaño, a San Quintín ganando cien pesos, por 14 horas de trabajo al día, en condiciones infrahumanas, de los que se les descuenta lo que compren en las tiendas de raya. Trabajan sin contrato ni prestaciones

Y el sábado, luego del plantón y la amenaza de Miranda, fueron atacados —-asesinando e hiriendo a algunos—-, con balas de goma. De las que tanto le gustan al PAN, a Peña y al PRD, de las mismas usadas en la represión Peña/ Ebradista, aplaudida por el PAN y el Verde, en San Salvador Atenco donde asesinaron a Alexis Benhumea y a un niño de 14 años. Más allá de impunemente permitir a la “policía” que violara a las mujeres como escarmiento

En San Quintin se hace lo mismo y si las mujeres resultan embarazadas solamente pueden tomar libre el día del parto y al siguiente se las obliga a volver al trabajo. Si el bebé se le muere, tendrá la suerte de no ser obligado a pizcar con sus pequeñas manos, apenas camine, porque los esclavos no tienen el derecho ni de ser bebés atendidos, ni niños que jueguen, antes de que se les corte la vida que los dueños de las plantaciones IMPUNEMENTE, también, les roban.

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