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Romero Deschamps: el “trabajador”
“Los trabajadores no nos servimos de Pemex, sólo le servimos a la
institución”, afirmó el pasado viernes Carlos Romero Deschamps.
El líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República
Mexicana (STPRM) lo dijo ahí frente al Presidente Enrique Peña Nieto,
como si nada, como si en su historial de dos décadas al frente de ese
poderoso gremio no la vergüenza de ser el líder sindical que más
demandas legales tiene en su contra, la mayoría de ellas presentadas
ante la Procuraduría General de la República (PGR).
Esas
demandas incluyen decenas de cargos, desde peculado, enriquecimiento
ilícito, nexos con la delincuencia organizada, fraude y malversación de
fondos contra los trabajadores petroleros, hasta homicidio.
Pero a Romero Deschamps no le tocan un pelo. No lo ha hecho ninguno de
los últimos cuatro presidentes de la República [Ernesto Zedillo Ponce de
León, Vicente Fox Quesada, Felipe Calderón Hinojosa y el propio Peña
Nieto].
Es más, el 7 de junio pasado, en el puerto de Mazatlán, Sinaloa, donde
se realizó la ceremonia por el 75 aniversario de la creación de Pemex,
el líder organizó una gran recepción para él y el Presidente EPN.
Centenares de trabajadores petroleros corearon su nombre y el del
mexiquense, y aplaudieron a rabiar su afirmación: “Los trabajadores no
nos servimos de Pemex”.
Con el apoyo de sus asoleadas huestes, el también Senador por el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) –tan “trabajador” que no ha
presentado una sola iniciativa en la actual Legislatura y ha faltado a
la mayoría de las reuniones de trabajo de las comisiones a las que
pertenece–, se dio valor para poner en la mesa el tema que le preocupa
actualmente:
Se comprometió a que en la próxima negociación del Contrato Colectivo de
Trabajo del STPRM, que ya está en puerta, negociarán con el director de
la paraestatal, Emilio Lozoya Austin, acuerdos “que beneficien a ambas
partes”.
Y mientras la familia priista se congratula y se apapacha, Romero Deschamps sigue sumando pruebas de corrupción.
Esta semana se difundió en la prensa que tanto en los sexenios de los
panistas Fox Quesada y Calderón Hinojosa, y ya con Peña Nieto en el
poder, la cúpula del sindicato petrolero recibió un total de 302
millones 950 mil pesos para “Ayudas al Comité Ejecutivo General”.
Tan sólo para los gastos de viaje de Carlos Romero Deschamps, el gobierno federal pagó del erario 30 millones 948 mil 697 pesos.
En total, en los últimos 12 años, Pemex le ha otorgado al sindicato petrolero mil 750 millones de pesos.
Sin embargo, el 15 de mayo pasado, el PRI le volvió a dar carta de
impunidad a Carlos Romero Deschamps, luego de que la bancada tricolor en
el Congreso frenara una petición de la Comisión Permanente para que la
PGR investigue el enriquecimiento inexplicable de los líderes sindicales
del país.
Los legisladores del PRI se negaron entonces a que la propuesta fuera
discutida y aprobada durante la sesión ordinaria de la Comisión
Permanente, por lo cual se mandó a una tercera comisión.
La petición solicitaba iniciar una investigación sobre el patrimonio de
los líderes sindicales debido a los escándalos de Romero Deschamps y su
familia.
Además incluía una petición para que Luis Videgaray Caso, titular de la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), informara si la Unidad de Inteligencia Financiera investiga o ha recibido reportes sobre operaciones financieras que puedan se constitutivas de delitos por parte de los sindicatos, sus poderosos líderes y sus familias.
Pero nada pasó. El PRI ni siquiera aceptó que se pidiera a las
instancias competentes una investigación por los casos de los hijos de
Carlos Romero Deschamps, quienes han sido denunciados públicamente por
tener propiedades millonarias en Miami y por la opulencia que presumen
en redes sociales.
Así están las cosas. Así se las gasta el “trabajador” líder y así
también desoyen los reclamos las actuales autoridades federales.
Mientras el abuso y la corrupción de este personaje permanezca sin
freno, también se minará la credibilidad del gobierno de Peña Nieto
quien, desde su primer discurso como Presidente, afirmó que apostaría
por la transparencia… Pero seis meses después la opacidad y la impunidad
siguen ganando la batalla.
(SIN EMBARGO.MX)
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