domingo, 19 de mayo de 2013

Totalmente obscena la política mexicana

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Escalada atroz de la obscenidad sin maquillaje
María Teresa Jardí

Siempre se ha dicho que los niños y los borrachos dicen la verdad y se sabe que no mata hipnotizado quien no mataría en sus cinco sentidos.

Pero convertida en la más atroz característica: la obscenidad, ya quitado el maquillaje por parte de la mafia política, sus miembros la exhiben como si la obscenidad fuera un valor y no el antivalor que, para la clase política, a pesar de la envidia que puedan despertar entre los televisivos espectadores, drogados por la mafia también a la que pertenecen los dueños de la telebasura a modo de la deseducación que hace confundir a políticos a la mexicana la compra obscena de productos con aquello de pertenecer a la clases realmente burguesa, que al igual que el pueblo los desprecia.

En México sobran los ejemplos. Se puede citar el divertidosi no fuera para los mexicanos un drama el saberse en esas manosdesaguisado que protagonizan “distinguidos” miembros del PAN y con Miguel Angel Yunes, especialista en saltos de un partido al otro, y uno que otro narcotraficante por estos días con miembros del PRI acusándose entre ellos.

Ejemplos nos sobran porque en regla de la mafia política y de la empresa ha convertido a la obscenidad sin maquillaje, trastocados que están en México todos los valores, en un valor sin alcanzar a verse como payasos los que presumen de lo que gastan con dinero mal habido. Lo que en cualquier otro lugar del mundo los llevaría a la cárcel, pero aquí no. Se saben, y son, impunes, porque todos hacen lo mismo: usar el poder, que ni siquiera alcanzan de manera legítima, para enriquecerse, hasta lo inaudito, como si no fueran ni ellos ni sus restantes generaciones a morirse nunca.

Ahí está como ejemplo de la obscenidad sin maquillaje la “inolvidable” Marta Sahagún y sus criaturas, de apellido Bribiesca. Ni qué decir de la Gordillo, a la que suma Granier, presumiendo de sus caros bolsos, caras joyas, mil camisas, cuatrocientos pares de zapatos, diciendo además el impresentable exgobernador de Tabasco que a él le gusta vivir en un pueblo donde a los pobres se asesina contratando al sicario por cuatro pesos.

Banalidades que, no los convierten burgueses, como se sueñan, porque los burgueses de verdad no tienen cuatrocientos trajes ni mil camisas ni menos aún necesitan hacer alarde de esas minucias ofensivas para el pueblo hambriento que está delante.

Sabandijas venidas como parte de la imposición de un sistema que no sirve para dar respuesta a los seres humanos, porque el capitalismo necesita deshumanizar al humano para poder matar a hombres y mujeres, hijos y padres, nietas y amigos de una sociedad que o despierta o asume que va a vivir la dictadura perfecta.

Y si esa obscenidad sin maquillaje es claro ejemplo de la mafia política aún hay otra que es igual de despreciable, esa obscenidad con la que se premia y protege con consulados a canallas como Marisela Morales que se prestan a acabar con el poco prestigio que al Ejército nacional le quedaba, luego de haber sido tocado de muerte por Calderón, por razones de venganzas o de escaladas en los empleos y nombramientos de otros más a modo de lo que el sistema necesita.

Obscenidad sin maquillaje que se va convirtiendo de la mano de “lo bien” que a la mafia política mexicana le funciona, en característica de otras mafias política, como la encabezada por Rajoy hoy en España.

Llegó la hora para la sociedad mexicana de entender lo que tiene claro la sociedad española que los cambios pasan necesariamente por el rescate de los valores dando a los mismos: la verdad, la justicia, la piedad, la caridad, el amor al otro, la bondad, la ética, la honradez... el lugar que tan caro cuesta el permitir que pierdan

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