sábado, 4 de mayo de 2013

Para el despojo fue impuesto el EsPurioII

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Nada positivo podemos esperar de la visita
Guillermo Fabela Quiñones

Apuntes

Cuando el gobierno de un país, por débil que sea, tiene dignidad y patriotismo, no hay enemigo superior, como lo demostró el Presidente Benito Juárez al enfrentar a uno de los Estados más poderosos de su tiempo, cuyo emperador no tuvo empacho en enviar al que era considerado como el mejor ejército del mundo, con el fin de avasallar a una nación que apenas estaba formando sus instituciones y enfrentaba internamente enemigos insaciables, como el Clero católico, decidido a no permitir que el Estado mexicano se consolidara como entidad al servicio de la sociedad, no al de los pocos organismos con fuero y poder.

Vale tal señalamiento ahora, porque debemos tener muy claro que sólo la dignidad y el patriotismo nos pondrían a salvo de las embestidas avasalladoras de nuestro principal “socio” comercial, el cual no se hace a la idea de aceptar que su “patio trasero” está formado por naciones independientes. Sólo demostrando tales atributos podremos estar a salvo de los afanes imperialistas del Estado más poderoso del planeta, como lo demostró el Benemérito de las Américas al liderar a un pueblo desorganizado, abatido por la pobreza endémica producto de una economía feudal.

Debemos tener muy claro también que nunca podremos equipararnos a nuestros socios del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, porque Carlos Salinas de Gortari actuó, no como mandatario de México, sino como vil filibustero al servicio de intereses extranjeros, al igual que lo hizo el grupo que fue a París a ofrecerle a Napoleón III, el vasto territorio mexicano para unirlo a su imperio trasnacional. En dicho grupo destacaban Juan N. Almonte, Mariano Salas y el arzobispo Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, quienes luego formaron un “gobierno” provisional sostenido por las bayonetas francesas.

La historia nos ha enseñado que el gobierno estadounidense se mete hasta la cocina de una nación, cuando encuentra condiciones propicias. Pero se ve obligado a respetar a quienes demuestran dignidad y patriotismo, como lo patentiza el paradigma de Cuba y ahora de las naciones de América Latina decididas a defender su soberanía y recursos naturales, como Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y Brasil. México fue un paradigma en la década de 1930 a 1940, cuando el Presidente Lázaro Cárdenas actuó con un patriotismo que permitió no sólo el rescate del petróleo de México, sino de los postulados sociales de la Revolución Mexicana y la dignidad de una nación.

Llevamos tres décadas bajo el constante asedio de intereses trasnacionales sobre nuestros principales recursos, tarea que ha sido facilitada por gobernantes absolutamente distanciados de los intereses patrios. Mientras esta realidad no cambie, no podremos esperar respeto a nuestro país, mucho menos que cesen las presiones imperialistas que buscan dejarnos literalmente como una nación africanizada, sin recursos naturales ni futuro, como lo vemos en estos días en la infortunada Somalia, donde miles de niños mueren literalmente de hambre.

Esto tiene sin cuidado a nuestra clase política, leal servidora de una oligarquía desnacionalizada, de ahí los graves riesgos que corremos como pueblo indefenso, víctima de poderes fácticos dispuestos a lo que sea con tal de mantener sus privilegios. La desorganización de las clases mayoritarias ha sido consecuencia de tal realidad, lo que a su vez ha facilitado que sigan avanzando esos grupos de orientación fascista que nos tienen contra la pared, al grado que demandar un poco de justicia social es un acto subversivo, como lo demuestra la persecución a trabajadores y campesinos obligados a luchar por sus legítimos intereses.

En tal contexto, no caben esperanzas de que la visita del presidente Barack Obama traiga algún cambio favorable a México. No tiene porqué comprometerse a nada, porque los mexicanos no contamos con un gobierno que nos defienda con dignidad y patriotismo, sino con un grupo faccioso al servicio de intereses oligárquicos, con los que coincide el gobierno de Washington.

En otra dimensión, es preocupante que haya ahora dos pontífices en el Vaticano, a pocas horas de que el Papa Francisco lanzara una filípica contra los sistemas que han favorecido la explotación del trabajo y condenara a las sociedades en las que “no todos tienen la posibilidad de trabajar”. El regreso de su antecesor es un claro mensaje de que el Vaticano no puede ni debe solidarizarse con los pobres.

(guillermo.favela@hotmail.com)

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