¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Sería grandioso un México incluyente
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Sería grandioso que las declaraciones públicas de los altos funcionarios
gubernamentales se concretaran en hechos. Sin embargo, es muy difícil
esperar algo que parece utópico hoy en México. Como lo dicho por Enrique
Peña Nieto en el último Foro de Consulta Ciudadana para la elaboración
del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018 “México Próspero”. Afirmó que
todo lo que hace el gobierno federal por la economía, “tiene como último
fin que los mexicanos tengan un empleo digno, que ganen más por su
trabajo y que a las amas de casa les rinda su gasto”.
Si tal fuera el caso, no estaría empeñado en profundizar los efectos de
una política económica que durante tres décadas ha hundido
dramáticamente el poder adquisitivo del salario y ahondado un desempleo
alarmante, uno de los más altos de América Latina, de acuerdo con
información de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sólo que
aquí es paliado por el cuantioso empleo informal, cosa que no se da en
España y en Grecia, por citar a las economías más afectadas por la
estrategia thatcheriana, firmemente defendida por el gobierno alemán.
La realidad nos muestra que cada día es más difícil alcanzar la meta de
un empleo digno para un mayor número de mexicanos, y más aún que a las
amas de casa les rinda un gasto cada vez más exiguo, no sólo por los
desajustes del mercado, sino por la inflación que, aunque controlada, no
deja de presionar, como ahora que alcanzó una tasa de 4.65 por ciento,
la más alta en los últimos cuatro años, de acuerdo con el último reporte
del INEGI. De esto, los voceros gubernamentales le echan la culpa al
aumento de precios de las verduras, no a los incrementos mensuales de
las gasolinas por el gobierno federal.
Con todo, ante las evidencias no queda más que aceptar, como lo hizo el
titular de Hacienda, Luis Videgaray, que la falta de competitividad en
el país en los pasados 20 años, derivó en el aumento de la pobreza y la
desigualdad. No aclaró las causas de la escasa competitividad de la
economía mexicana, localizadas en el peso incontrastable que tiene el
sector financiero en el conjunto de la economía nacional, que
presumiblemente no sufrirá modificaciones de fondo con la tan aplaudida
Reforma Financiera. Se vería fortalecido con medidas que les
garantizaran una mejor recuperación de los créditos.
Qué bueno sería, como pide Peña Nieto, que los grandes objetivos de la
política económica se reflejaran en los bolsillos de los mexicanos y en
la calidad de vida de los hogares del país. Sería un logro histórico
importantísimo, que lo haría pasar a los anales del presidencialismo
mexicano como uno de los mejores mandatarios, al menos del periodo que
inauguró Miguel de la Madrid y afianzó Carlos Salinas de Gortari, el
cual puso en marcha el modelo que permitió despojar a la mayoría de
mexicanos de un salario remunerador y redujo la calidad de vida de los
hogares de clase media para abajo. De ahí lo acertado de las palabras de
Rolando Cordera Campos, en la misma ceremonia, al puntualizar que “el
México próspero que se pretende es inconcebible sin el México incluyente
que nos urge”.
Sin embargo, la realidad no ofrece asideros para pensar que las cosas
vayan a ser distintas en los próximos años. No hay una mínima intención
en el quehacer gubernamental que nos indique cambios de fondo en favor
de una indispensable inclusión de quienes han sido excluidos del proceso
de desarrollo nacional. Esto a pesar de que fortalecer el mercado
interno sería la mejor medicina para los graves males que frenan un
progreso más dinámico del país. Los grandes empresarios no parecen darse
cuenta que les beneficiaría contar con más consumidores, con un mejor
clima social en el país, con más altas tasas de crecimiento derivadas de
una productividad más consistente y generalizada.
Siguen encerrados en su mezquina forma de ver la vida que tan bien
criticó el primero de mayo el Papa Francisco, ajenos por completo a
compromisos fundamentales con la sociedad, que tanto influyeron en el
“Milagro Mexicano”, de 1950 a 1970, cuando la economía alcanzaba tasas
de crecimiento mayores a 6 por ciento anual. Tal actitud solidaria pasó a
la historia.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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