¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
¡Con el escudo o sobre el escudo!
Pedro Díaz Arcia
“La perra que parió el fascismo está en celo” .- Bertolt Brecht
El
proyecto de la derecha opositora en Venezuela está encaminado a crear
el caos social con el fin de materializar un golpe de Estado contra el
electo presidente Nicolás Maduro. Concebido con esmerada anticipación,
con el irrestricto apoyo de la embajada de Estados Unidos, el derrotado e
histérico ex candidato Enrique Capriles insiste en el llamado a la
desobediencia civil y la violencia como respuesta al resultado de las
elecciones del pasado domingo.
¿Por qué el triunfo que benefició a George W. Bush en el año 2000 por
una ventaja de sólo un 0.5% sobre el demócrata Al Gore no produjo la
reacción vandálica que sacude a Venezuela?
En Estados Unidos, como en otros países en que se han producido
circunstancias parecidas, el régimen de la alternancia de partidos o
coaliciones de agrupaciones políticas no ha puesto en peligro el sistema
socio-económico vigente. El cambio de gobierno no ha significado un
proceso de ruptura con la matriz capitalista, con independencia del
vestuario variopinto que lo arropara.
Pero en Venezuela se enfrentan los representantes del neoliberalismo
latinoamericano y un programa socialista que cambia las reglas del juego
en perjuicio de los grandes capitales nacionales y los intereses de las
grandes internacionales.
El país sudamericano vive una difícil situación ante la desesperación de
la oposición por ocupar a toda costa el Palacio de Miraflores. Si es
cierto que el Partido Unido Socialista de Venezuela (PUSV), al frente
del Gran Polo Patriótico (GPP), debe analizar con un profundo espíritu
crítico la pérdida de votos que no debieron alimentar los votos de la
reacción; a la vez que potencia la unidad en sus propias filas, no es
menos cierto que Nicolás Maduro, quien tuvo que enfrentar una gigantesca
manipulación mediática, triunfó en un proceso caracterizado por la
pulcritud y la transparencia.
Entre “cacerolazos” y “cohetazos” de una y otra parte; con un saldo
hasta el miércoles de varios muertos, decenas de heridos y cientos de
detenidos, provocados por las “hordas fascistas” que se han lanzado a
las calles armadas, con la tea incendiaria en las manos y el odio a flor
de piel, Venezuela se debate hoy entre la intolerancia a ultranza y el
necesario respeto a la paz y a la cohabitación política.
La oposición, de acuerdo al diseño trazado, se propone una guerra de
desgaste para minar la fe en el gobierno, agudizar el desabastecimiento,
penetrar los órganos militares en un intento por sumarlos a sus
ambiciones golpistas, atentar contra el orden instituido y pasar por las
horcas caudinas a los dirigentes y militantes de la Revolución
Bolivariana. En fin, sin ser un heraldo de la desgracia, creo que
librará una batalla sin tregua por restituir los viejos y trillados
cauces del capitalismo salvaje.
Ante el reto, las fuerzas revolucionarias deben mantener la guardia en
alto y salvaguardar las conquistas del pueblo, en medio de una constante
labor para fortalecer sus fundamentos político-humanitarios, y
persuadir a aquellos que puedan estar confundidos por los cantos de
sirena. ¡Batalla ideológica y pacífica, porque la Patria está por encima
de los intereses de grupo y las ambiciones personales!
Pero si llegado el momento hubiera que jugarse el todo por el todo ante
la conjura internacional, entonces hay que privilegiar la milenaria
divisa espartana: “¡Con el escudo o sobre el escudo!”.
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