¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Veracruz:
mapaches contra tlacuaches
Ricardo Monreal Avila
Si usted quiere entender lo que está ocurriendo en Veracruz (denuncias
cruzadas entre priístas y panistas por el uso electoral de los programas
sociales del gobierno federal, con base en audios y videos), no busque
la explicación en la ciencia política, en el derecho electoral o en la
Teoría del Estado Moderno.
Lo
que está ocurriendo en Veracruz es un tema de zoología política y tiene
que ver con un pleito entre dos especies de mamíferos marsupiales por
el control del territorio y de la madriguera que les da techo, sustento y
supervivencia. Es un pleito entre mapaches tricolores y tlacuaches
albiazules.
Todo empezó en la elección presidencial del 2012. En Veracruz, contra
todos los pronósticos electorales, ganó la candidata del PAN, Josefina
Vázquez Mota, al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, por una apretada
diferencia: 1,598 votos (1’204,712 votos PAN, 1’203, 114 PRI).
Recordemos que los únicos estados que ganó la candidata panista fueron
Guanajuato, Nuevo León, Tamaulipas y Veracruz.
Rápidamente los priístas detectaron el origen de esta derrota dolorosa:
el manejo electoral del padrón de beneficiarios de los programas de la
Sedesol en la entidad, especialmente del programa Oportunidades, a cargo
del entonces delegado federal y exalcalde panista de Boca del Río
(epicentro territorial del actual escándalo veracruzano), Miguel Angel
Yunes Márquez; hijo a su vez del excandidato albiazul al gobierno del
estado, Miguel Angel Yunes Linares, quien estuvo muy cerca de ganarle la
gubernatura del estado al actual mandatario priísta Javier Duarte.
Desde entonces los mamíferos marsupiales se juraron “venganza jarocha”.
Es importante señalar que los antecedentes político-electorales de Yunes
Márquez como operador del PAN, antes de ser delegado federal de la
Sedesol, no fue un caso aislado en el sexenio anterior. El 80% de las
delegaciones federales de esa dependencia estuvieron ocupadas por
exlegisladores, exalcaldes y exdirigentes panistas prácticamente todo el
sexenio. Con un dato adicional: muchos de ellos también fueron
consejeros nacionales o estatales del PAN.
El abuso de la figura delegado federal-consejero partidista motivó
incluso reacciones de la oposición de entonces (PRI-PRD), que presentó
sendas iniciativas de ley, lo mismo para desaparecer la figura de
“delegado federal” por duplicarse con las funciones de los secretarios
estatales correspondientes, que para prohibir el nombramiento de
delegados federales con antecedentes de haber sido operadores
partidistas o con cargos políticos de representación popular. Ninguna de
ellas prosperó.
Con el regreso del PRI a la Presidencia de la República, una de las
primeras acciones administrativas sustanciales fue la recuperación de
las delegaciones federales en manos de operadores panistas,
especialmente las del área social. Un ejército de 20 mil empleados de
todos los niveles, desde delegados hasta brigadistas de campo. Y ya con
el control de las oficinas, el siguiente paso fue la recuperación de los
padrones de beneficiarios de los programas sociales, especialmente en
los estados con alta votación panista, como Veracruz.
Lo que revelan las grabaciones difundidas de panistas contra los
operadores priístas, y de éstos contra aquéllos, tienen una
característica común: la disputa por un botín político llamado “padrón
de beneficiarios” de Oportunidades y otros programas sociales. Es claro
lo que están haciendo los funcionarios federales de la Sedesol en Boca
del Río: están dando de baja a los beneficiarios reclutados por el
exdelegado panista Yunes Márquez, para dar de alta a nuevos
beneficiarios reclutados por los priístas veracruzanos.
¿Qué tiene que ver esto con la Cruzada contra el Hambre? Absolutamente
nada. Es más, el término ni siquiera es mencionado a lo largo de las 13
horas de grabación por los nuevos funcionarios de Sedesol. La
preocupación central no es combatir el hambre ni la pobreza, sino
reclutar votantes para el PRI. De la misma manera como la preocupación
de la Sedesol de los gobiernos panistas no fue combatir a fondo la
desigualdad, sino intercambiar votos por programas sociales en Boca del
Río, en el estado de Veracruz y en todo el país.
El conflicto jarocho entre mapaches y tlacuaches por la madriguera
electoral es lamentable porque demuestra crudamente una de las causas
por las que no se ha terminado con la pobreza a lo largo de cuatro
décadas de política social en el gobierno federal, a pesar de las
partidas billonarias que en todo este tiempo se han destinado contra
este cáncer social.
Según el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM, si se
hubiera entregado a los 52 millones de pobres en el país el total del
gasto social que han hecho los gobiernos en cuatro décadas, cada uno de
ellos tendría en este momento 36 millones de pesos. De ese tamaño es la
ineficacia de la política social.
¿Por qué no hemos podido erradicar la pobreza en el país, a pesar de que
invertimos cada sexenio varios puntos del PIB? El mismo Centro apunta
las causas; porque el presupuesto se lo chupa la corrupción política, la
burocracia que opera estos programas y la orientación electorera y
cortoplacista de todos los programas sociales que hemos tenido en el
país.
Esta política social empobrecedora, no enriquecedora de las capacidades
económicas, sociales y productivas de los mexicanos, la han aplicado por
igual los gobiernos del PRI y del PAN.
Los gobiernos de ambos partidos han dado pescado a los pobres, pero no
los han enseñado a pescar. Y ambos han utilizado electoral y
partidistamente la política social. Unos con la visión de mapaches y
otros con la voracidad de tlacuaches.
Ya es tiempo de tener una política social de Estado, y no una política
social al servicio de tal o cual partido, de tal o cual gobernador, o de
tal o cual Presidente.
Una política social de Estado implica por lo menos tres características:
un servicio civil de carrera en las dependencias que manejan el gasto
social (se requieran delegados federales profesionales no delegados
electorales partidistas); una real política de transparencia y rendición
de cuentas de los cuantiosos recursos que manejan estos programas; y
una evaluación objetiva de los programas de gasto social en función de
indicadores de desempeño de los funcionarios del área.
Si PRI y PAN no lo hicieron en su momento desde el gobierno, menos lo
harán ahora que está en marcha la Cruzada Nacional por la Voracidad
Electoral.
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonrealaa
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