¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
¿A poco Peña Nieto va a romper dos promesas?
Salvador Camarena
No
existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión.
En su debut como Presidente en un ambiente electoral, al desestimar los
reclamos del PAN sobre el Duartegate, Enrique Peña Nieto ha dado unas
declaraciones que ponen en entredicho dos compromisos formales asumidos
por el político aficionado a firmar ante notario sus promesas.
Porque, ¿a cuál Peña Nieto le hacemos caso? ¿Al del manifiesto por una
Presidencia democrática, que prometía no volver a un pasado ya superado?
¿O al que en tono casi desafiante el viernes subestimó las grabaciones
donde se evidencia la operación electoral de funcionarios de Sedesol y
del gobierno de Veracruz?
En mayo del año pasado, arrinconado por el movimiento #YoSoy132, Peña
Nieto presentó a la nación el Manifiesto por una Presidencia
Democrática. En ese documento aseguró que “el valor del voto y el
respeto al ejercicio de las libertades políticas que hoy como país
tenemos es una conquista irreversible lograda por muchos mexicanos”. El
entonces candidato agregó que pertenecía “a una generación que ha
crecido en una cultura democrática y quiere seguir viviendo en la
democracia. Vamos a ganar el futuro que merecemos, no a reinstaurar
pasados que superamos”. Tras apuntar lo anterior, en el apartado número 8
de ese manifiesto, denominado Elecciones libres, el abanderado del PRI
se comprometió a que “como Presidente de la República no tendré
intervención alguna en los procesos electorales, salvo garantizar que
existan siempre las condiciones de seguridad y paz para el desarrollo de
campañas y jornadas electorales. (…) Promoveré iniciativas de reforma
para erradicar definitivamente el uso electoral de los programas
sociales de los tres niveles de gobierno”. Su primera reacción a lo
denunciado por el PAN sobre Veracruz contradice rotundamente lo
comprometido hace casi un año por Peña Nieto.
Alguien podría argumentar que en campaña se promete lo que sea. Sin
embargo, luego de asumir como Presidente, en el segundo día de su
mandato, el gobierno de Peña Nieto firmó el Pacto por México con los
grandes partidos políticos. Y si hemos de creer que esa serie de
compromisos constituye la hoja de ruta de esta administración, tras lo
declarado sobre Veracruz –y dado que no ha habido corrección tres días
después– podemos irnos olvidando de que al mexiquense le interesará
llevar a cabo una reforma electoral que incorpore “a las causales de
nulidad de una elección (…) la utilización de recursos al margen de las
normas que establezca el órgano electoral”, como establece el compromiso
número 90 del Pacto por México.
Antes que demandar una investigación sobre lo denunciado por los
panistas, antes que reclamar pulcritud extrema en el uso de los recursos
de los programas sociales, el viernes y ante Lula da Silva, el
Presidente casi casi se jactó de los reclamos, poco le faltó para decir:
ladran, señal que cabalgamos.
El manifiesto por una Presidencia democrática no ha cumplido ni un año
de haber sido presentado por el hoy Presidente. Y el Pacto por México no
tiene ni cinco meses de vida. ¿Peña Nieto ya decidió dar la espalda a
esos dos compromisos?
Con sus declaraciones del viernes, el Presidente ha anotado un autogol.
Ahora le costará más caro despejar dudas sobre algún comportamiento
indebido de su partido –y de los gobernadores de su partido– en las
elecciones del 7 de julio. Si alguien llegó a pensar que era excesiva la
exigencia del PAN de que Javier Duarte y la secretaria Rosario Robles
debían hacerse a un lado, con su desdén ante la denuncia Peña Nieto ha
sido el que ha dado fuerza al reclamo blanquiazul. Ahora mantener a
Javier Duarte en la gubernatura resultará demasiado caro.
El Presidente de “te lo firmo y te lo cumplo” se ha metido sólo en un
escándalo que no era suyo. ¿Qué va a prometer Peña Nieto a la oposición y
a la nación para salir del embrollo? Por lo pronto, en el palacio de
gobierno de Xalapa deben estar muy nerviosos.
(SINEMBARGO.MX)
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