¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El cuento de Texas
Laura Bolaños Cadena
Este era un territorio con escaso número de habitantes. El gobierno del
país del que formaba parte, estaba preocupado por colonizarlo. Familias
anglosajonas pidieron permiso de establecerse ahí. Se les concedió
poniéndoles ciertas condiciones que prometieron respetar. En cuanto hubo
circunstancias propicias, estos colonos le pintaron, no un violín
cualquiera, sino un hermoso Stradivarius al país anfitrión y declararon
su independencia. Poco después se añadieron a la poderosa nación vecina.
¿Quieres que te lo cuente otra vez?
La
iniciativa presentada en la Cámara de diputados por la priísta Gloria
Elizabeth Núñez Sánchez para eliminar del artículo 27 constitucional la
prohibición de que extranjeros puedan adquirir terrenos en una franja de
100 kms de frontera y 50 de playa, fue aprobada con entusiasmo por
diputados del PRI y del PAN. Hay que portarse como good friends con los
extranjeros, sobre todo si son estadunidenses, que se han hecho de
tierras dentro de las franjas prohibidas, para lo cual los infelices se
han visto obligados a emplear subterfugios acudiendo a prestanombres y a
fideicomisos.
La justificación de los pripanistas es de estricta lógica: Si de todos
modos ya están ahí, pues que se queden, les quitamos lo ilegales y ya.
¿Cuál es la bronca? Hay que otorgarles seguridad jurídica, pobres. ¿Por
qué mantenerlos en zozobra? Por caridad cristiana debemos ser generosos
con ellos, darles confianza, así se dejarán venir no sólo muchos
particulares, sino grandes inversionistas que satisfarán nuestra avidez
por la dolariza. Por supuesto, les pondremos condiciones que prometerán
respetar, no faltaría más.
Debemos adecuarnos a los tiempos. ¿Por qué nada más en el campo mexicano
se ha de abrir paso a la gran explotación capitalista? Ya vimos lo que
pasó con la genial reforma al mismo Art. 27, con la que Salinas de
Gortari dio a los campesinos la propiedad absoluta de su cachito en los
terrenos ejidales: las grandes compañías agropecuarias les compraron las
tierras y hoy el campo es un magnífico negocio para ellas. Los
atrasados campesinos nacionales no las sabían explotar. Recordemos una
frase genial de José López Portillo: “La tierra es de quien la hace
producir”. Estos pequeños propietarios corrieron con suerte: se
convirtieron en mano de obra barata para el campo estadunidense.
Así ahora, en el caso de playas y fronteras, se podrán vender terrenos
que permanecen improductivos en manos de mexicanos rascuaches. Serán
adquiridos tanto por particulares extranjeros, que construirán casas más
bonitas que las de nuestros paisanos, véase Ajijic, cerca de
Guadalajara, como por las inmobiliarias trasnacionales que levantarán
grandes urbanizaciones, también para extranjeros, hasta con playas
exclusivas para puros güeros. La bola de prietos mugrosos no podrá
entrar ahí. Que se bañen en su casa. Los hoteles de segunda, tercera y
hasta cuarta categoría; las palapas que venden comida y otros negocitos
pinches de mexicanos ídem, eufemísticamente llamados “pequeñas unidades
productivas”, serán sustituidos por grandes cadenas hoteleras, comercios
de lujo y otros adelantos. Se acabará el aspecto tercermundista que
ahora afea nuestro país y abundará trabajo para mexicanos como meseros,
jardineros y demás servicios. Otra ventaja: la gran mayoría de
propietarios de consorcios, comercios y compradores particulares de
playas y fronteras, será estadunidense, claro. Wellcome.
Ya Chole, patrioteros
Algunos alarmistas ponen el grito en el cielo pronosticando desastres
para mexicanos desplazados de sus viviendas y pequeños negocios. Se
verán obligados, dicen, a irse al comercio informal, la emigración y aun
la delincuencia; esos de los rencores históricos seguirán con el dedo
puesto en el resobado cuento de Texas, y hasta le pondrán un nombre muy
feo a la iniciativa pripanista: traición a la patria.
Otros paranoicos recordarán cuántas veces a lo largo de la historia y en
tiempos recientes, Estados Unidos ha tomado como pretexto para una
invasión armada la defensa de sus ciudadanos, dizque víctimas de
agravios por parte del gobierno del país donde residen. Y los menos
exagerados gritarán que esto va a servir para mayores injerencias en
México por parte del gobierno gringo. Ya déjense de cuentos.
No es justificación, sino explicación del vandalismo
En la desolación ante el panorama nacional, muchos mexicanos se llevan
las manos a la cabeza. Nunca se habían visto en México sucesos como los
de la actualidad. Se ha perdido el respeto, se han perdido los valores.
Apenas se puede creer que maestros cometan actos vandálicos, cómo es
posible que jóvenes estudiantes agredan a los trabajadores de su
institución educativa y hasta intenten quemar la dirección, y luego,
pretextando la defensa de estos vándalos, otro grupito de estudiantes
atente contra la máxima casa de estudios del país y mantenga ocupada la
Rectoría. Nos aflige que a cada rato se den linchamientos, aunque sea de
delincuentes de verdad.
La explicación está a la vista, no hay que buscarla muy lejos. Hay una
gran irritación social por la forma en que se gobierna el país: la
corrupción, la impunidad, la represión a movimientos sociales; el
incumplimiento de obligaciones elementales de cualquier gobierno, como
es preservar la seguridad de los ciudadanos. Los motivos de irritación surgen a cada paso, tan graves como los originados por la guerrita de
Felipe Calderón contra el narco que ha sumido al país en un baño de
sangre con horrores como los que nunca se habían imaginado siquiera, y
que con pretexto de combatir esa misma delincuencia, los cuerpos
policíacos y militares agredan de manera sistemática a la población,
cometiendo atropellos, detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos y
crímenes de lesa humanidad como la desaparición de personas, igualándose
en esto con la delincuencia. La proliferación de los feminicidios, el
encarcelamiento y asesinato de luchadores sociales con acusaciones
falsas; los asesinatos de periodistas y atentados contra periódicos,
todo esto y otros crímenes como la muerte por acciones y omisiones de
decenas de infantes en el incendio de la guardería ABC de Hermosillo,
Sonora, sin que se castigue a los responsables debido a sus nexos con el
poder. La indefensión generalizada ante la delincuencia obliga a los
ciudadanos a defenderse por sus propios medios o propicia el estallido
de los instintos brutales de algunos, con el resultado de horrores como
el linchamiento.
Aún podría ampliarse la lista de agravios pasados y presentes a la
sociedad mexicana, pero para mencionar otros de los más gruesos, está la
situación económica cada vez peor mientras la alta burocracia y los
grandes capitalistas se reparten como botín de guerra el fruto del
trabajo de todos. La entrega al extranjero de los bienes nacionales; la
desesperanza ante las elecciones robadas una y otra vez; y el panorama
cerrado para una juventud que se ve excluida de la educación superior y
enfocada al desempleo y al subempleo, cuando no a la delincuencia.
Hay desesperación y exasperación que llevan a ciertos grupos a cometer
actos vandálicos, lo cual no conduce a poner remedio a los males, sino a
exacerbarlos y a justificar la respuesta violenta de los verdaderos
responsables. ¿Cuáles son más vándalos?
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