¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Nada que ver con “Hambre Cero”
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Cuánta
razón tiene el ex presidente de Brasil, Luis Ignacio Lula da Silva, al
afirmar como lo hizo en Chiapas, que el hambre no es un problema de
falta de dinero, de producción agrícola o de falta de tecnología.
“Existe por falta de vergüenza de gobernantes en el mundo que no se
preocupan por los pobres”. No es casual que tan dramático problema se
agudizara en nuestro país, a partir de que tomaron el poder tecnócratas
sólo interesados en cumplir las instrucciones del Fondo Monetario
Internacional, del Banco Mundial y de los grandes centros de poder
trasnacionales.
Si algo caracteriza a los tecnócratas mexicanos es precisamente su
desvergüenza, la desfachatez con la que llevan su doble moral. Por eso
Lula dejó muy clara su postura, para que el gobierno de Peña Nieto no
quiera engañar a la población con el argumento de que la Cruzada
Nacional contra el Hambre es una copia del programa iniciado por el ex
mandatario brasileño llamado “Hambre Cero”, mediante el cual se dieron
pasos firmes para sacar de la pobreza a más de 33 millones de cariocas, y
40 millones más pasaron al segmento de la clase media.
Lo explicó claramente Lula al puntualizar, ante legisladores del PRD,
que el hambre no se puede combatir mediante donativos de empresas ni con
medidas asistencialistas. Su programa “Hambre Cero” tuvo éxito porque
se instituyó como política de Estado con presupuesto propio; se
otorgaron créditos por 100 mil millones de dólares a la población y se
incrementó el salario mínimo de los trabajadores de 80 a 350 dólares
mensuales, todo lo cual fue un eficaz detonante del mercado interno y de
la industria brasileña. Se crearon 10 millones de empleos y 48 millones
de pobres accedieron a los servicios bancarios.
En cambio, aquí se quiere solucionar el gravísimo problema de la pobreza
con donativos y caridad, asociaciones convenencieras con empresas
trasnacionales y excluyendo al máximo a los pobres del mercado, a fin de
enviarlos a la informalidad y así presionar a la baja los salarios
formales. Obviamente, con todo y Cruzada Nacional contra el Hambre, el
flagelo seguirá acrecentándose en el país, no obstante que Rosario
Robles cuente con todo el apoyo presidencial para hacer negociaciones
con las trasnacionales que, éstas sí, saldrán ampliamente beneficiadas
con el pretexto de acabar con el hambre en México.
La realidad nacional seguirá en picada en este sexenio, porque no existe
en el grupo gobernante una mínima pizca de vergüenza por la situación
reinante en el país. Los pobres les importan menos que un comino, los
necesitan incluso para mantener a la baja los salarios y satisfacer su
doble moral, pues así justifican organizar teletones y aparecer en las
páginas de sociales entregando regalos y donativos a través de sus
fundaciones. Sin pobres no habría posibilidades de otorgar limosnas muy
publicitadas, pero sobre todo no sería aplaudida esa doble moral por
quienes se engañan solos creyéndose “benefactores”.
No es de extrañar que Christine Lagarde, directora gerente del Fondo
Monetario Internacional, esté gratamente sorprendida porque Peña Nieto
“está decidido” a privatizar varios sectores de la economía. “Seguimos
cuidadosamente lo que pasa en México, particularmente desde la elección
del nuevo gobierno, y personalmente estoy muy impresionada por la forma
en que el presidente ha logrado apoyo en torno a un programa amplio de
reformas”, afirmó. Se equivoca la tecnócrata, porque el apoyo recibido
es el de una minoría al servicio del sistema, no el de las clases
mayoritarias, las cuales no tienen ni voz ni voto, pero sí cada vez más
hambre.
Hasta importantes asesores de la oligarquía, como el Centro de Estudios
Económicos del Sector Privado (CEESP) están sorprendidos, pero por lo
mal que están las cosas en el país, que “pareciera indicarnos la
existencia de un Estado fallido”, como acaba de señalar en un análisis
sobre los problemas de mayor envergadura, como pobreza, corrupción,
inseguridad, opacidad y rendición de cuentas. Pero lo hizo para exigir
mano dura, como se infiere de la cita que hizo de Dantón, uno de los
principales organizadores de la Revolución francesa, quien dijo: “Que la
ley sea terrible y se acabarán todos los problemas”. Sin embargo, aquí
la solución es que haya verdadera justicia social.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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