¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Tomás Angeles, como Dreyfus
Francisco Rodríguez
Indice Político
Usted
conoce la historia: En septiembre de 1894, el Servicio de Inteligencia
del Ejército francés descubrió el borrador de un documento destinado al
agregado militar alemán en París en el que su anónimo autor le anunciaba
el pronto envío de secretos militares franceses. El 15 de octubre era
detenido, como presunto autor del borrador, el capitán de Estado Mayor
Alfred Dreyfus (1859-1935), miembro de una adinerada familia de
industriales alsacianos judíos.
Juzgado por un tribunal militar, Dreyfus fue condenado el 21 de febrero
de 1895 a reclusión perpetua por alta traición, expulsado del Ejército y
deportado a la Isla del Diablo (Guayana).
Que Dreyfus era inocente y que el espía y culpable era el coronel
Esterhazy lo supo ya en marzo de 1896 el nuevo jefe del servicio de
inteligencia militar, el teniente coronel Picquart. El affaire pudo
haber quedado en un grave error judicial. Pero degeneró en un gigantesco
(y criminal) falseamiento de la justicia: altos cargos del Ejército y
responsables del Ministerio de la Guerra, creyendo ver en peligro la
propia seguridad del Estado si se revelaba la verdad, optaron por el
encubrimiento y procedieron a forjar pruebas falsas para incriminar
definitivamente a Dreyfus, exonerar al verdadero culpable —lo que se
hizo en enero de 1898— y mantener el veredicto inicial.
Pero la conspiración fracasó. Amigos y familiares de Dreyfus lograron
acumular y hacer públicas pruebas irrefutables de su inocencia. El
affaire se convirtió en un gravísimo asunto de Estado. Adquirió, además,
dimensiones sensacionales cuando el novelista Émile Zolá, tal vez el
escritor más conocido del país en ese momento, publicó en un periódico,
el 13 de enero de 1898, una carta abierta al presidente de la República
titulada Yo acuso, en la que, a la vista de la evidencia, denunciaba a
varios ministros de la Guerra, a algunos oficiales de Estado Mayor y a
los tribunales militares implicados, y les acusaba de haber fabricado
las pruebas contra Dreyfus. Más aún, en el proceso que, a instancias del
Ministerio de la Guerra fue sometido, Zolá pudo demostrar la veracidad
de sus afirmaciones y probar por tanto la falsedad de las acusaciones
levantadas contra Dreyfus. Aunque éste aún tuvo que esperar varios años
hasta verse exonerado y readmitido en el Ejército, su causa había
triunfado.
Reivindicado también el Ejército
“Mi general Dauahare”, como prácticamente todo el mundillo político
conoce al gallardo militar, Tomás Angeles Dauahare no tuvo que esperar
años, pero sí largos meses para ser liberado de los cargos que, en
complicidad criminal, le fabricaron Felipe Calderón, Guillermo Galván,
Marisela Morales y, among all people, Genaro García.
Pocas horas después del anuncio de su arbitraria detención y faltando
aún 120 largos días para que terminara la ocupación de Los Pinos a cargo
de los calderonistas, usted leyó aquí que “Otra de las batallas
perdidas por Felipe Calderón es la de su acusación en contra de los
generales del Ejército Nacional Mexicano Tomás Angeles Dauahare, Ricardo
Escorcia Vargas y Roberto Dawe González: no hay quien crea que alguno
de los tres es culpable de mantener vínculos con el crimen organizado.
Más bien, la percepción más extendida gira en torno a cuestiones
políticas o, incluso, de pueriles venganzas personales.”
Y sí, de acuerdo al juez que ordenó la liberación del general Angeles,
no había pruebas ni sustento y, claro, ni verdad en las acusaciones, con
lo que se confirma lo que entonces era mera sospecha. El militar fue
víctima de venganzas personales y de circunstancias políticas que los
calderonistas consideraron les eran no sólo adversas, incluso
peligrosas.
Por tal fue que, a través de sus gatilleros en los medios, lo inculpaban
hasta de haberse ofrecido a negociar con Los Zetas, versión inverosímil
hasta para los no militares.
Tomás Angeles, se comprueba también hoy, fue un instrumento que el
incendiario Felipe Calderón empleó –mientras, beodo, tocaba la lira—
para intentar destruir el prestigio de una institución más: el Ejército.
Lo decía por aquellas fechas otro general a quien respeto: Jorge Carrillo Olea:
“Con una u otra interpretación y a pesar de su contribución a mejorar o
impedir el mayor deterioro de la seguridad pública en casi medio
territorio nacional, su prestigio (el del Ejército) en lo general ha
sido lastimosamente herido. Eso a nada ni a nadie conviene, son costos
de la irresponsabilidad de Calderón que cada día alardea para intentar
salvar su figura ante la historia, como en su esquizofrenia textualmente
lo ha dicho.
“Por encima de lo que es ya ese drama, ahora se presenta el inaudito
caso de tres generales teóricamente involucrados en el narcotráfico.
Nadie puede hablar de una supuesta culpabilidad y sí se debe sostener,
hasta sentencia de juez, la presunción de inocencia. Pero esto resulta
meramente teórico. Hay un daño mayor al que ya sufrieron esos posibles
inocentes sentenciados ya públicamente. Ese daño es a las Fuerzas
Armadas y es más que serio, es funesto.
“Lo terriblemente preocupante, frustrante y que conduciría a la enfática
expresión de que por ese camino ni un paso más, es la deslucida
conducta de las autoridades, lo desaseado de los métodos aplicados en la
procuración de justicia, la violación de garantías, lo endeble y
sospechoso de las imputaciones, la perversión evidente de supuestos
acusadores, que imputan lo que la autoridad quiere, pues son sujeto de
recompensa al abreviarse sus penas a cambio.”
Índice Flamígero: Otros tiempos, otras costumbres: La Secretaría de la
Defensa Nacional, ahora titulada por el general Salvador Cienfuegos,
recibió con satisfacción la liberación de Tomás Angeles Dauahare,
general de División Diplomado de Estado Mayor. La dependencia expresó su
reconocimiento a las instituciones encargadas de la procuración y
administración de justicia del país, cuyo titular es Jesús Murillo
Karam, “como garantes del Estado de Derecho actuando bajo los principios
de legalidad e imparcialidad, que garantizan la certeza jurídica para
todos los mexicanos”.
www.indicepolitico.com / pacorodriguez@journalist.com
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