¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
La guerra boba
1
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Los fenómenos globales ocurren hoy
en forma de red. Las causas suceden simultáneas en varias regiones del
globo y los efectos en otras regiones, también de forma simultánea, y a
menudo sin el control de los Estados. Es el caso del cambio climático. O
la recesión. De las nuevas formas de la comunicación. O del
narcotráfico.
A México debiera interesarle en especial reconocer
cómo las causas del narcotráfico, con sus características peculiares,
ocurren en Europa y Estados Unidos, y suspender una guerra que ataca al
narcotráfico como un fenómeno local. Es lo equivalente a encender
fogatas en el Valle de Anáhuac para regresar la larga primavera
mexicana, acortada en este siglo XXI por el descongelamiento de los
polos del globo.
2
Levanten por favor la mano
aquellos que han fumado mariguana o esnifado cocaína, le pido al público
de la Feria del Libro en Berlín. Seis de cada 10 personas alzan las
manos.
Levanten las manos quienes piensen que la droga es el Diablo. Ninguna mano se alza y una risa recorre al público.
Levanten
las manos los que hayan tenido algún problema con la policía por haber
fumado mariguana o esnifado cocaína. De nuevo, ninguna mano se alza y de
nuevo la risa.
3
Estos son los números según el
Reporte Mundial de la Droga, de la ONU: 34 millones de europeos consumen
coca o mariguana como parte de su estilo de vida. En Estados Unidos la
cifra es de 44 millones de consumidores.
Si alguna vez lo hizo,
hoy día la policía del Primer Mundo no persigue la distribución ni el
consumo de la droga. La droga está tan cerca como el menudista de la
colonia. Se le llama por celular, él trae a casa la mercancía.
En
Londres visito las cárceles de Queensway un sábado, noche de drogos y
pirados. Acá traen a pasar la turbulencia de una sobredosis a los
usuarios que despliegan conductas aberrantes. Llaman a la policía sus
novias o sus amigos, sus madres o los vecinos. La policía los recoge,
los encierra en una celda a que hagan sus locuras en solitario. Gritar
incoherencias, estrellarse contra las paredes, orinar los muros. En la
mañana, ya sobrios, reciben un desayuno y una recomendación de
tratamiento.
Hay que repetirlo, acá traen a las víctimas de una
sobredosis, no a cualquier consumidor. El consumo de droga es tratada
como un asunto de salud, no un crimen.
4
Sencillamente
la droga ha perdido su aura diabólica en los países altamente
desarrollados donde se consume. De ahí que ningún político se anime a
lanzar una ofensiva contra ella. Pero tampoco ningún político propone su
legalización para desvanecer la incongruencia de que sea permitida pero
criminalizada. Nadie se lo aplaudiría. El asunto se vive en una
hipocresía conveniente.
Sólo en ese país lejano llamado México el
narcotráfico provoca balazos, descuartizados, encajuelados, marchas de
protesta, 95 mil muertos, billones de dólares de costo, un malestar
social que se traduce en una hostilidad en la vida cotidiana.
Pero
si en Londres o en Berlín hay un robo, ahí está la policía en un
parpadeo. Un robo, un homicidio, una riña. La policía llega en menos de
10 minutos y aprehende a culpables y se encarga de las víctimas. Un juez
dicta sentencia presta. Se reparten los castigos en un sistema
confiable que da a la vida cotidiana una certeza ética.
5
México
se ha equivocado. Libra sólo una guerra contra un fenómeno global que a
pocos importa. Que llega a los titulares de los diarios en todo caso
por su inusitada crueldad.
Sí, el presidente Obama declara su
admiración al Ejército Mexicano y manda algunos armamentos. Sí, las
cabezas de Estado europeo fruncen el ceño y felicitan al pariente tonto,
México.
En realidad, México no tiene ninguna obligación de
proseguir una guerra para recibir palmaditas. Nuestra urgencia es otra.
Alcanzar el nivel de civilización de esas naciones, y para lograrlo
deberíamos emularlos, a ellos y no a Colombia.
6
La
política antidrogas de México debería emular la del Primer Mundo. Es
decir: contra el tráfico y el consumo de mariguana y cocaína deberíamos
hacer nada, como ellos. Legalizar estas sustancias sería lo congruente,
pero volver la mirada a otro lado, como los europeos o estadunidenses,
bastaría.
Y sobre todo deberíamos emular su política anticrimen.
Construir una policía y un sistema de justicia confiables y eficaces.
Mientras no tengamos esa policía y esos jueces, mientras no construyamos
las circunstancias para tenerlos por primera vez en la historia del
país, continuaremos a 10 grados de distancia de la civilidad que reina
en Europa o Estados Unidos.
En esta barbarie con islas de civilidad.
7
Por
eso preocupa la visita del próximo presidente de México a Colombia,
para hablar con los ejecutores de aquella guerra de ya 40 años contra el
narco. Por eso preocupan sus pláticas con Janet Napolitano, secretaria
de Seguridad Interna de Estados Unidos, quien con cara adusta y lujosas
frases le prescribe proseguir el esfuerzo heroico contra el narco.
Sería
de desear que este presidente tenga una visión clara de México
insertado en el planeta y una enorme desconfianza al bla-bla-bla con que
nuestros hermanos más civilizados nos alientan para seguir matándonos
en esta guerra dos veces trágica. Una, porque cualquier guerra lo es.
Dos, por boba.
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