¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Televisa y el narco
MÉXICO, D.F. (apro).- El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, le
debe mucho al viejo PRI que lo apoyó en su revolución contra el régimen
de la familia Somoza.
Ahora, con el nombre de Televisa en el
centro de una cuantiosa operación internacional de lavado de dinero,
tiene una fuerte carta a su favor ante el presidente electo Enrique Peña
Nieto. Pero también se encamina hacia una fuerte presión de los poderes
formales y de hecho.
Por si la relación estrecha que tuvo con
México no le hubiera dado suficiente conocimiento de la lógica del poder
en este país, Ortega, como muchos observadores internacionales, sabe
muy bien que Peña Nieto es una hechura de Televisa y que como presidente
tendrá que defender al monopolio televiso en esta operación de
narcotráfico descubierta por los servicios de seguridad nicaragüenses.
El
pasado lunes 17 de septiembre, Ortega fue uno de los dos ausentes de la
reunión de presidentes centroamericanos con Peña Nieto en Guatemala.
Tampoco asistió su homólogo de El Salvador, Mauricio Funes, heredero
asimismo de una revolución armada contra la dictadura militar en ese
país, levantamiento que también tuvo el respaldo de México.
Ahora,
ambos países están agraviados por el trato denigrante y el peligro que
padecen sus ciudadanos en México en su paso hacia Estados Unidos. Está
probado que efectivos policiales y de migración mexicanos asociados con
la delincuencia organizada han hecho de la emigración centroamericana un
botín, con un alto costo humanitario como la masacre de San Fernando,
Tamaulipas, en agosto de 2010.
Para la delincuencia organizada en
México, Centroamérica no sólo es surtidora de capital humano, ya para la
extorsión o para integrarlo a sus actividades ilegales. Es también
refugio y centro de operaciones para el tráfico de cocaína desde
Suramérica a Estados Unidos y Europa, como lo indica la presencia, por
lo menos, del cartel de Sinaloa, de Joaquín El Chapo Guzmán, y del
cártel de los Zetas.
La región representa una ruta de dos sentidos
para la delincuencia transnacional, como lo demostró el aseguramiento
de 18 personas que se presentaron como empleados del monopolio
televisivo y transportaban nueve millones 200 mil dólares en seis
camionetas con el logotipo de Televisa y equipo especializado de
telecomunicaciones en la aduana Las Manos, en la frontera de Nicaragua
con Honduras.
El tráfico de cocaína de Sudamérica a México se hace
por embarcaciones y submarinos en las costas centroamericanas del
Pacífico y del Atlántico, que son ya objetivo militar estadunidense. A
principios de este año, el Comando Sur del ejército estadunidense inició
la Operación Martillo en ambos litorales y zonas continentales de la
región para enfrentar a los narcotraficantes.
En el caso de las
camionetas que se desplazaban por Centroamérica con el logotipo de
Televisa, éstas procedían de México camino a Costa Rica, lo que implica
que el dinero y seguramente armas de Estados Unidos a México, Centro y
América del Sur también se hace por carretera, además de las
incautaciones de dinero que se han hecho en distintos aeropuertos,
incluido el de la ciudad de México.
Los narcotraficantes utilizan
toda suerte de estratagemas para su actividad. El uso de vehículos
utilitarios de empresas o simulados es una de ellas. En este caso,
Televisa no es la excepción.
La Fiscalía de Nicaragua tiene en sus
manos uno de los casos más relevantes de delincuencia organizada
internacional. Si el nombre del monopolio mexicano de las
telecomunicaciones y el entretenimiento fue usado tendrá que
demostrarlo, pero si hay alguna relación de Televisa con el tráfico de
drogas será sometida a una presión de los poderes fácticos y formales.
El
juicio contra los 18 mexicanos se iniciará el 3 de diciembre, dos días
después de que Peña Nieto asuma la presidencia de México. Es de esperar
que devuelva el favor y se convierta en el defensor de oficio de la
empresa de Emilio Azcárraga Jean, como lo ha sido el de Felipe Calderón a
través de su embajador en Managua, que ministerialmente ha dado por
cierto lo que le dice la empresa, que las camionetas no son de su
propiedad.
El gobierno de Daniel Ortega también puede padecer las
presiones de los grupos fácticos: de la propia Televisa, que puede
desatar una campaña mediática contra él y su gobierno, y de los grupos
afectados con esta fallida operación de transporte de dinero que querrán
cobrar cuentas.
Aun cuando fuera víctima en este caso, el
problema para Televisa es su credibilidad. Es notoria y conocida su
parcialidad y manipulación y su connivencia con el poder.
No es la
primera vez que su nombre queda en medio de un caso de delincuencia
organizada. En enero de 2010, el jugador Salvador Cabañas, del equipo de
fútbol América, propiedad de Televisa, fue baleado por José Jorge
Balderas, El JJ, colaborador de La Barbie, quien era lugarteniente del
cartel de los hermanos Beltrán Leyva.
Los hechos, además,
ocurrieron en el Bar Bar, un centro nocturno que era conocido por la
presencia asidua de empleados y directivos de Televisa, incluido por el
propio Azcárraga Jean.
jcarrasco@proceso.com.mx
@jorgecarrascoa
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