viernes, 21 de septiembre de 2012

Representantes del pueblo?.. para nada

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Milenio
Democracia barata 
Pablo Gómez

La propuesta del PRI de Peña para reducir 100 diputados y 32 senadores se ha hecho con el argumento de que hay que bajar el “costo de la democracia”. La verdad, los priistasrenovados buscan una nueva cláusula de gobernabilidad a costacomo es del todo inherente a la mismade reducir la representación ciudadana en el Congreso.

Los votos que no se emiten a favor del partido con mayoría relativa en cada distrito no son representados en el parlamento cuando no existe la representación proporcional, es decir, un sistema mixto como el de México o el de Alemania (este último es más completo). Pero además, consecuentemente, un partido con menos de la mitad de los votos pero con más apoyo que el resto asume la mayoría parlamentaria con facilidad, es decir, se sobrerrepresenta siempre, lo cual implica que los demás se subrrepresentan. Hay países como Grecia donde se premia a la mayoría relativa con 50 diputados de regalo en búsqueda del control del parlamento por un solo partido, lo cual, por cierto, ya ni así se puede lograr en ese país.

En México, la existencia de 200 diputados de lista, repartidos bajo el principio de la representación proporcional, no impide la sobrerrepresentación pero la atenúa y la limita. Si en una cámara de 400, sólo hubiera 100 curules de representación proporcional, con 40 por ciento de la votación, con el cual se pueden lograr poco más de 200 distritos de mayoría relativa, ya se tendría la mayoría absoluta sólo por la vía uninominal, dejando al 60 por ciento de los votos restantes con una representación total de menos de 200 diputados. En la actualidad, un partido con 40 por ciento de la votación nacional y 201 mayorías sólo alcanzaría 240 curules, 48 por ciento de la cámara.

Mas el principal problema no es el de la sobrerrepresentación de un partido sino su causa: la ausencia de representación de millones de ciudadanos. Si se eliminaran los diputados de lista, más de la mitad de los votantes se quedaría sin ser representada en la cámara. Pero como la mayoría de votos en todos los distritos no corresponde al mismo partido, se supone que los electores que no son representados por haber votado por un partido perdedor se compensan con aquellos que son sobrerrepresentados en donde ese mismo partido obtiene la mayoría. Este es el postulado británico y estadunidense. Pero las cosas no marchan sobre suposiciones. En realidad, lo que ocurre es que, bajo un sistema de distritos electorales y diputados de mayoría relativa en cada uno de ellos, el partido que se sobrerrepresenta es aquel que mayor número de distritos gana con independencia de su porcentaje nacional. Además, los partidos que no triunfan en ningún distrito pero que llegan a tener porcentajes nacionales significativos, sencillamente no están presentes en el parlamento. Dentro de un sistema de distritos uninominales, la única forma de moderar la sobrerrepresentación es con la representación proporcional. Pero, cuanto menor sea ésta, mayor será la sobrerrepresentación, es decir, cada voto a favor del partido con mayor número de votantes valdrá más que el otorgado a otro partido. El principio de un individuo, un voto tiene pleno sentido cuando se acompaña con el de a cada voto corresponde el mismo poder de decisión.

Hoy, el PRI está sobrerrepresentado en 8 puntos porcentuales. Esto es lo que la Constitución permite como tope. Mas lo que Peña quiere es la mayoría absoluta si acaso su partido alcanza dentro de tres años una mayoría relativa, pero a costa de dejar sin representación a más millones de votantes.

Sin modificar la Constitución, existe una forma de que el PRI (o cualquier otro partido) pudiera alcanzar la mayoría absoluta en la cámara: que obtenga al menos 43 por ciento de la votación y el triunfo en la mayoría de los distritos. Pero ese porcentaje es lo que no se encuentra en los cálculos de nadie, por lo cual el PRI se lanza a buscar un pacto con el PAN para disminuir la representación ciudadana y aumentar la fuerza política de Peña Nieto mediante una maniobra legislativa. , democracia barata.

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