Jenaro Villamil
Diputa Zedillo-Salinas, telón de fondo del Peñismo
(Primera Parte)
Primera parte del Reportaje Publicado en Proceso No. 1874
A las 11 de la mañana del sábado 22 de septiembre, la mayoría de los 1,200 invitados la boda de Juan Cristóbal Salinas Occelli, hijo del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, recibieron el siguiente mensaje vía telefónica: “para comodidad y seguridad de usted y su familia, el licenciado Salinas les informa que se suspende la ceremonia religiosa en la Iglesia de Nuestra Señora del Socorro, y le invitamos que lleguen directamente a la recepción en el jardín San Angel Inn a partir de las 12 horas”.
Extraoficialmente, el cambio de señal fue
para evitar que los jóvenes integrantes del movimiento #YoSoy132
irrumpieran en la boda y la “nota” al día siguiente del encuentro
político-social-empresarial en torno al enlace matrimonial Juan
Cristóbal Salinas y Natalia Esponda se convirtiera en una derrota para
la imagen del ex mandatario.
Salinas no ha perdido la oportunidad de
volver a ser retratado y mencionado, desde que el Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación le otorgara la constancia de mayoría a
Enrique Peña Nieto como presidente electo.
Apenas el 7
de septiembre, Salinas de Gortari apareció como invitado especial en el
Primer Informe de Gobierno del mandatario priista de Quintana Roo,
Roberto Borge. Ahí afirmó que “sólo una cirugía plástica” le borraría la
sonrisa y que esperaba que Peña Nieto “sabrá estar a la altura de la
enorme responsabilidad que va a tener”.
Un día después, el 8 de septiembre, el
Departamento de Estado norteamericano le otorgó la inmunidad a Ernesto
Zedillo, sucesor y adversario político del propio Salinas. La sonrisa no
se le borró al ex mandatario, pero se sucedieron algunas señales
preocupantes para el entorno del político considerado el “Gran Padrino”.
El 11 de septiembre, Enrique Peña Nieto
firmó un acuerdo de colaboración con la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (OCDE), presidida por José Angel Gurría,
identificado como uno de los principales aliados a Ernesto Zedillo.
Gurría también trabajó en el gobierno salinista, pero fue secretario de
Relaciones Exteriores y titular de Hacienda y Crédito Público en el
sexenio de “los neoliberales”, como les llama el propio Salinas en sus
libros recientes.
El 17 de agosto, en declaraciones a un
portal informativo de Nayarit, el sacerdote Manuel Olimón, influyente
integrante de la jerarquía católica, declaró que es el ex presidente
Ernesto Zedillo y no Carlos Salinas quien “realmente está detrás” de
Peña Nieto.
Exiliado en la parroquia de Jala,
Nayarit, después de que cuestionara la existencia de Juan Diego, ex
amigo de Luis Donaldo Colosio, Manuel Olimón le declaró a www.nayaritenlínea.mx que Zedillo estuvo “detrás” de la campaña de Peña Nieto desde su oficina en Nueva York.
No sólo entre el alto clero sino también
en círculos de la burocracia priista, se ve con preocupación algunos
posibles nombramientos e integrantes del futuro gabinete de Peña Nieto
que tendrían más el sello de Zedillo y no sólo de Salinas, a quien
reiteradamente se identifica como el “padrino” político más encumbrado
del mexiquense.
Exhibición de Fuerza
A la usanza de los grandes socialités, la
fiesta del 23 de septiembre estuvo perfectamente calculada y planeada
para que Carlos Salinas de Gortari apareciera como anfitrión no sólo de
la boda de su hijo sino de los centros de poder empresarial y político
más importantes, con los cuales negociará Peña Nieto.
Según relataron a Proceso varios
de los asistentes, Salinas de Gortari preparó una “mesa de honor” en
forma de herradura, con más de 150 sillas para que nadie se sintiera
lejano al ex mandatario.
Ahí estuvieron los dos coordinadores
legislativos del PRI, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón, la
ex jefa de Gobierno capitalino, Rosario Robles, el ex secretario de
Hacienda, Pedro Aspe, los gobernadores Roberto Borge, de Quitana Roo;
César Duarte, de Chihuahua; Javier Duarte, de Veracruz; Carlos Lozano,
de Aguascalientes; Fausto Vallejo, de Michoacán; Manuel Velasco, de
Chiapas; así como los ex gobernadores del Estado de México, Alfredo del
Mazo, tío de Enrique Peña Nieto, y Emilio Chuayfett.
Muchos asistentes destacaron el “gran
poder de convocatoria” de Carlos Salinas de Gortari, pero también
advirtieron las ausencias más notables: ninguno de los integrantes del
llamado “primer círculo” del presidente electo, Enrique Peña Nieto, que
ese día culminaba su gira por Centro y Sudamérica, pero tampoco ninguno
de los colaboradores o futuros integrantes del gabinete peñista que
están vinculados con el ex presidente Ernesto Zedillo.
Salinas no se perdió ningún detalle de
quienes llegaban a la fiesta, a través de la calle León Felipe, de San
Angel. Cuando su mesa de 150 asientos no se ocupó por completo, dio
instrucciones para que algunos de los invitados de las mesas contiguas
se sentaran en la “herradura del honor”.
Entre ellos, los empresarios Carlos Hank
Rohn, cabeza del Grupo Hermes, Bernardo Quintana, de Grupo ICA, Fernando
Garza Sada, de Grupo Vitro y, en especial, los dos “nuevos amigos” de
Enrique Peña Nieto: los empresarios Jaime Camil y Carlos Peralta.
Ninguno de los directivos más importantes
de Grupo Televisa ni de TV Azteca estuvo en el convivio. La hija de
Ricardo Salinas Pliego, Ninfa Salinas, senadora recién electa, acudió a
dar los saludos de la familia. Y de los ministros de la Suprema Corte,
Olga Sánchez Cordero, también estuvo presente.
La columna “Templo Mayor”, del periódico Reforma, destacó
en su edición del 24 de septiembre que quien recibió “casi tantos
abrazos y felicitaciones como el novio fue el general Moisés Augusto
García Ochoa, como si ya portara la cuarta estrella que usan sólo los
secretarios de la Defensa Nacional”.
El “hermano incómodo” Raul Salinas de
Gortari estuvo en la celebración, acompañado de su atractiva pareja Ana
Cecilia, así como el abogado Juan Collado y su esposa, la actriz Yadhira
Carrillo, entre otros amigos y colaboradores del ex mandatario.
De la administración saliente de Felipe
Calderón, destacó la presencia del director general de Pemex, Juan José
Suárez Coppel, pero otros tomaron nota de la ausencia de Liébano Sáenz,
ex colaborador del sexenio de Ernesto Zedillo, a quien algunos
integrantes del grupo peñista ubican como el futuro director de la
paraestatal más importante del país.
Otro personaje presente en la ceremonia
fue José Córdoba Montoya, el poderos jefe de la Oficina de la
Presidencia durante el sexenio de Salinas, y artífice de la propuesta
peñista para disminuir los diputados plurinominales en el Congreso y
restablecer la “cláusula de gobernabilidad”.
Tanto a Córdoba Montoya como a Pedro
Aspe, tutor y socio de Luis Videgaray, coordinador general del equipo de
transición peñista, se les considera como los dos “cerebros” más
importantes y cercanos a las propuestas de Peña Nieto.
Continúa mañana.
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