¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Depredación y soberbia hasta el final
Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes
Como
era previsible, el voto del PRI-PAN dio paso a la aprobación definitiva
de la reforma a la Ley Federal del Trabajo que legaliza la pérdida
total de derechos básicos de los trabajadores. Ahora lo que debemos
esperar los mexicanos es una agudización sistemática de las condiciones
sociales, políticas y económicas del país, porque es absolutamente
irracional esperar una vida social más estable, una gobernabilidad sin
altibajos, cuando las clases mayoritarias están siendo forzadas a
reducir sus expectativas de vida y de progreso.
Con hechos como éste se confirma que no habrá nada que haga cambiar la
gran estrategia de los dueños del mundo de liquidar, a como haya lugar, a
dos terceras partes de la población del planeta, la que consideran
prescindible. Tal es el objetivo fundamental del modelo llamado
neoliberalismo, el cual ha sido implantado en nuestro país con sobrada
eficacia, gracias a la disciplina y obediencia del Ejecutivo mexicano,
independientemente de quien esté al frente. Lo cierto es que a medida
que pasan los sexenios, tales atributos, puestos al servicio de los
grandes intereses trasnacionales, se han magnificado y producido daños
cada vez más severos a la población. La nefasta experiencia del actual
sexenio parece difícil de superar, pero eso mismo decíamos hace seis
años, cuando Vicente Fox estaba de salida.
Lo que no deja lugar a dudas es que nos espera otro sexenio de dura
lucha contra los enemigos del país, que no son extranjeros sino
compatriotas que debieran ser el principal apoyo al progreso nacional,
pero que con hechos demuestran todo lo contrario. Sólo les interesa su
progreso, su mejoría como sector social, lo que justifican diciendo que
sólo ellos representan a la nación. Nunca entenderán que con una actitud
solidaria, patriótica verdaderamente, obtendrían mejores resultados en
sus negocios, en su vida cotidiana. Algunos sí lo han entendido, como
don Eugenio Garza Sada, pero lamentablemente ya no existen empresarios
con esa visión progresista, democrática y de verdadero nacionalismo.
Ahora lo que priva es gente con una mentalidad depredadora, que mientras
más poder y riquezas acumula, más daño hace a sus semejantes, en vez de
que fuera todo lo contrario. Es una consecuencia más del cambio que se
fue gestando a medida que el neoliberalismo penetraba en las entrañas de
los estados nacionales. De ahí que sea entendible perfectamente la
firmeza de la oligarquía en profundizar aún más la brecha que divide a
la sociedad mexicana entre una gran masa empobrecida y una minoría cada
vez más ahíta e insaciable. Suponen sus integrantes que, como tienen la
fuerza que da el poder económico, a esa masa indefensa no le queda más
que aceptar lo inevitable, so pena de enfrentar la respuesta represora
de un Estado que actúa como si fuera el gran guarura de la oligarquía.
Y en realidad lo es, no es otra su principal función en etapas de
profundo descontento social como la que se avecina una vez que comiencen
a verse las consecuencias de la terrible reforma laboral, que pondrá a
prueba la capacidad de organización de los trabajadores, su voluntad
para dejar a un lado actitudes irresponsables y egoístas. No pasará
mucho tiempo para ver cómo la descomposición del tejido social se agrava
todavía más de lo que ya está, cómo la economía informal crece a
niveles nunca antes vistos, cómo la vida en las ciudades se vuelve más
conflictiva por la mera necesidad de sobrevivencia de miles de padres de
familia en busca de sustento.
Esto tiene sin cuidado a la oligarquía, protegida como debe sentirse
contra todo tipo de protestas sociales, y desde luego también a la clase
política, particularmente a la que pronto abandonará la plaza pública,
como se advierte por la actitud de Felipe Calderón, sobrado de soberbia y
de ceguera, de acuerdo con sus discursos y declaraciones de sus últimos
días en Los Pinos. Como “gobernar” a México le quedó chico, ahora habla
como estadista de talla mundial, como lo mostró en la 67 sesión de la
Asamblea General de la ONU. Dijo que el mundo enfrenta cuatro grandes
desafíos: la emergencia económica global, el cumplimiento de las Metas
del Milenio, el cambio climático y la delincuencia organizada
trasnacional.
No satisfecho con lo anterior, condenó la represión del gobierno de
Siria y la violencia que está diezmando a esa nación del Medio Oriente.
Obviamente, no se puso a pensar que aquí no vamos a la zaga en ese tema,
con más de 120 mil muertos, según el Inegi, producto la gran mayoría de
su “guerra” contra el crimen organizado. Y ahora, cuando ya se va, se
da cuenta que es necesario “explorar opciones diferentes” en la lucha
contra el narcotráfico. Sin embargo, no pierde ocasión para
“recomendarle” a su sucesor que prosiga la “guerra”.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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