Contralínea
Luis XV Calderón: después de mí el diluvio
Álvaro Cepeda Neri
Para el abogado Antonio Ruiz Chávez
Si el hervidero de problemas en la olla de presión del Partido Acción Nacional-Calderón logra estallar haciendo volar por los aires la tapadera
compuesta de impunidades, desempleo, pobreza, botín de los presupuestos
de egresos, es decir de gastos (fideicomisos, raterías en Petróleos
Mexicanos, desfalcos en la Comisión Federal de Electricidad, favoritismo
a Televisa, etcétera) de aquí al final del régimen, entonces Calderón,
ya muy repudiado por la sociedad civil ante la sangrienta inseguridad y
su entreguismo estadunidense y al neoliberalismo económico de
empresarios, comerciantes y banqueros de todas las nacionalidades, puede
no concluir su periodo, haciendo necesario nombrar un presidente
sustituto y dejando a la nación en una crisis política de pronóstico
reservado.
Perverso políticamente, Calderón impidió por encima de todo una
nueva victoria del Partido de la Revolución Democrática, y con sus
panistas ha reconstruido el antiguo régimen con “modernizaciones”
porfiristas y su autoritarismo priísta del alemanismo al zedillismo.
Este nuevo-antiguo régimen se tambalea en el excremento de la
corrupción, la ineficacia administrativa para “gobernar en beneficio del
pueblo” y el desastre de la política exterior. El provocador Lozano
Alarcón se la ha llevado, no como funcionario sino como patrón,
orillando a los trabajadores a la esclavitud por los disminuidos
salarios, desactivando el sindicalismo, sepultando mineros, favoreciendo
a Germán Larrea y a todos aquellos concesionarios que se roban el oro. Y
bravucón con su contrarreforma laboral terminará desmantelado al ya
casi inútil Instituto Mexicano del Seguro Social. La Secretaría de la
Reforma Agraria ya no existe, salvo como un edificio. El titular de
Hacienda más parecía un bruto que un Cordero, con sus babosadas sobre la
pobreza, estupideces propias de un retrasado mental.
El policía García Luna continúa espiando teléfonos, amenazando de
muerte a periodistas y con su segundo de a bordo, Luis Cárdenas,
sembrando de terror y cadáveres en todo el territorio, poniendo las
condiciones para el golpismo y garantizar la huida de Calderón, pero
será extraditado para el juicio político y el deslinde de
responsabilidades por los homicidios, entre culposos e intencionales, de
más de 100 mil mexicanos, muchos de los cuales no son delincuentes sino
inocentes que tuvieron la desgracia de hacer uso de su derecho al libre
tránsito: niños, estudiantes, mujeres y hombres ajenos a la “no guerra”
calderonista.
Un Poiré en Gobernación fichando a los niños. Una Patricia en Relaciones Exteriores que ni rebuznar sabe. Un Molinar Horcasitas escondido en las instalaciones de Acción
Nacional, para otorgarle impunidad; mientras un Pérez Jácome en la
Secretaría de Comunicaciones y Transportes funge como empleado de
Televisa-Azcárraga. Y ahora la enésima titular en la Procuraduría
General de la República: la otra cara de Elba Esther Gordillo,
quien da permiso a Calderón para evaluar a los maestros mientras dispone
de los 100 millones de pesos de las cuotas mensuales del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación, controla la Lotería Nacional,
el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del
Estado y la Secretaría de Educación Pública como un monopolio caciquil…
Germán Martínez manipulando a Pronósticos Deportivos y que su
testaferro, el bribón y pillo Adolfo Blanco saqueó, sin que la Función
Pública, en manos de otro calderonista tapadera de la corrupción
interviniera. Un Córdova Villalobos prepotente e inútil. Y un secretario
de Salud engañando con el Seguro Popular.
No hay un funcionario de Calderón que sirva para algo más que como
candidato al juicio político. Durante el ejercicio de sus cargos
desgraciaron económica, política y socialmente a la nación y ésta
sobrevive al desastre, con manifestaciones de protestas diarias en el
callejón sin salida a ninguna solución. Pero Calderón, como Luis XV
(Franz Funck-Brentano, El antiguo régimen, ediciones Destino),
simultáneamente a su conspiración para no entregar el cargo presidencial
al PRD, busca cómo prolongar los estertores de su régimen hasta el
último día de su sexenio. Y dejar que estalle la bomba de tiempo tras su partida con un “después de mí el diluvio”. Empero, el diluvio puede
adelantarse si la efervescencia social rompe las fronteras que la
contienen dentro de una paz social rota por la inseguridad criminal,
cuya rebelión no pudo siquiera mantener a raya con su fallida
“estrategia”, en la que integrantes del Ejército y policías federales
anden sueltos por las calles, donde saquean domicilios, intimidan
periodistas y cometen homicidios.
La doble fracasada alternancia de Fox-Marta y Calderón-Margarita,
con la sigla del PAN, El Yunque, La Casa sobre la Roca, el clero
político, Televisa, etcétera, arrasaron incluso con el terreno ganado
para la democracia representativa, el vigor de la opinión pública y las
organizaciones obreras, indígenas y campesinas. Todo esto está
destruido. Solamente tenemos problemas que constituyen un volcán social. Adentro de éste hierven
los conflictos, la desesperación, los más de 100 mil homicidios, la
corrupción judicial donde se imparten injusticias y gobernadores
robando, abusando del poder e incapaces de gobernar. A los 13 años de
edad Luis XV ya era rey, y un genio de la política comparado con
Calderón, que quiso imponer a su hermana como gobernadora de Michoacán.
Ya en su madurez Luis XV destituía ministros a los que los ciudadanos
señalaban con el dedo del yo acuso. Calderón los encubre con el manto de su impunidad. Y antes o después del final sexenal, el diluvio se anuncia.
*Periodista
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