EDITORIAL
De la cruda realidad.
Sabiendo por simple sentido común que lo peor aún no llega (las cosas no las ven de la misma manera los funcionarios y los ciudadanos; ni las sienten igual) porque si los EEUU no se recuperan, nosotros menos, no se necesita ser muy inteligente para entenderlo.
Y que las optimistas cifras hacendarias y declaraciones presidenciales de que ya se había tocado fondo y que se sentía cerca la recuperación, resultaron no ser ciertas.
Las aplastantes cifras económicas que Calderón ha tenido que reconocer. Después de la no menos catastrófica derrota, que todavía no acaba de deglutir, toda vez que no acepta su responsabilidad en la debacle.
Y más que todavía quiere imponerles a los panistas a otro subalterno suyo, fiel, leal y que lo obedezca ciegamente; contrapunteándose hasta con su Partido.
Por lo que “solo contra el mundo”, quedando sostenido solo por las armas, las que por cierto, y dicho solo de paso, se pueden cansar un día de estos y sin mucho espaviento tipo Honduras, mandarlo de regreso a su casa.
No se necesita ser quimérico para suponer que el futuro de Felipe Calderón no se ve muy halagüeño.
Lo malo del caso es que la experiencia dice que si al Presidente no le va bien, como parece que no le puede ir a don Felipe, al Pueblo tampoco le va a ir bien. Y esa es la cruda realidad.
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