miércoles, 13 de mayo de 2015

Nuestra felicidad soberana está en juego

¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Felicidad soberana
Ricardo Andrade Jardí

Mientras “nos convencemos” de porqué tendríamos que votar el 7 de junio del presente año, en Chiapas mueren “asesinados”, por estupidez, negligencia o estrategia, niños indígenas en la campaña nacional de vacunación. Antes fueron los niños quemados por el fuego de la corrupción en la guardería ABC de Sonora, sin contar a los niños ejecutados por la falsa guerra contra el crimen organizado (organizado por los administradores “públicos” que nos impusieron las telecracias para garantizar, la IMPUNIDAD del cártel Televisa, sin duda el más poderoso de los cárteles iberoamericanos). Y los que mueren todos los días por la desnutrición a causa de los saqueos partidocráticos con los que se desangra, también, al país. Una cultura de muerte que se ha fomentado por la resignación guadalupana del “Dios así lo quiere” y la institucionalización de un imaginario del “así son las cosas, qué le vamos a hacer”

Muchas veces hemos preguntado en esta misma columna y en otros espacios ¿cuántos muertos serán necesarios para que la sociedad mexicana reaccione? Para que se quite la venda con la que se auto ciega para no actuar, para no ver lo que es a todas luces anormal, antinatural. ¿Cuántos? Y al mismo tiempo la interrogante es cada día más simple y compleja. Ya sabemos que medio millón de ejecutados no son suficientes. Ya sabemos que más de 40 niños quemados en una guardería pública, no son suficientes, que no lo son media docena de niños indígenas mal vacunados y peor diagnosticados. Que no lo son las decenas y decenas de personas que aparecen en las fosas clandestinas que se encuentran por todo el altiplano mexicano. Que no lo son tampoco los centenares de migrantes ejecutados o desaparecidos que se suman a los más de 30 mil desaparecidos de los últimos ocho años... La lista además de monstruosa es inagotable

Y tal vez lo que debemos es interrogarnos sobre la profundidad del arraigo que tiene el cromosoma PRIAN inyectado por años de Chespirito y Chabelo, así como de una visión institucionalizada hasta el tuétano, que incluso a gente profundamente preparada, le impide romper con la idea de que en una sociedad donde el pacto social no existe y las instituciones públicas son nidos de ratas sin remedio, lo que hay que hacer es ver la realidad desde otros planos, desde otras miradas que nos enseñen no sólo a saber que “lo que no es natural puede y debe ser modificado” siempre que la felicidad social esté en juego. Que nos permita imaginar diversos escenarios posibles de un futuro digno, ambientalmente responsable y justo para todos y todas. Una apuesta por el futuro, que hay que construir con un cambio de cultura, que destierre la sacrosanta verdad neoliberal de la competitividad del: “quítate tú para ponerme yo” y la modifique por una idea de solidaridad profunda que nos permita entender que la suerte de los otros será nuestra misma suerte

Es por supuesto una cambio radical que tiene que ser paradigmático. Un cambio que no se va dar, por supuesto, con el voto promovido por un INE que, como instituto, no nos representa porque nació corrupto de origen; sino que hay que darlo desde los rincones más íntimos de la sociedad, desde el seno mismo de las asambleas familiares, desde el ejemplo individual a la acción colectiva, a la unidad con las redes y luchas ya existentes, con las experiencias formativas, rupturistas y alternativas que ya están en práctica desde hace mucho; a la disposición de denunciar y renunciar al confort pantanoso de la corrupción institucionalizada, para dar paso a los urgentes cambios socioculturales (educación, economía solidaria, salud, seguridad, trabajo digno, transparencia, gobernabilidad, legalidad, solidaridad, responsabilidad ambiental) que nos permitan iniciar el camino de un porvenir diferente al de la pesadilla que hoy se nos impone. No hay tiempo que perder. La felicidad soberana de nuestra nación está en juego...

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