domingo, 13 de octubre de 2013

¿Y la investigación sobre desastres on'tan?

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
¡Es mejor que no hagan olas!
Jorge Carrillo Olea

Que no se altere la paz, que no se haga la luz! ¡Que siga todo en lo oscurito! Ese clamor no surge de los presuntos responsables de los desastres, autoridades políticas de todo nivel, autoridades administrativas responsables de la protección civil, empresarios voraces, llamados desarrolladores por las terribles omisiones y acciones en que incurrieron.

No, quienes gritan así son las autoridades que con poder político o judicial debieran investigar los hechos y sancionar a los responsables, pero están comprometidos a no hacerlo. ¡Ojo! El presidente Enrique Peña Nieto en sus titánicos tours por las zonas dañadas, salvo una vaga mención, no ha usado el concepto de hacer justicia, de encontrar y sancionar a los responsables, sean federales, estatales o municipales.

Nadie va a indagar si había planes y estructuras confiables de protección civil. Nadie quiere que se destape la olla, aunque el 27 de septiembre el Presidente haya ordenado al gobernador Aguirre que se investigara, transcurrió un largo mes y nada ha pasado. Otra vez el cesarismo: cree que si él no lo ordena nada se mueve, por eso nada funciona.

Esas autoridades, supuestas promotoras de la justicia, están convencidas y comprometidas a laissez faire, laissez passe, expresión francesa que significa dejar hacer, dejar pasar. En México, menos barrocos, simplemente diríamos como consigna: ¡mejor no hagan olas! No, las autoridades que tienen por deber promover la justicia, se inclinan por la sabia fórmula de ¡no hagan olas!

Es la fórmula mexicana para mantener a todos contentos. No hagan olas con la CNTE, no hagan olas con los evasores de impuestos, no hagan olas con los legisladores abusivos o corruptos, tampoco con los desarrolladores inmobiliarios, públicos y privados. ¡No hagan olas! con nadie que comprometa la paz angelical deseada. Los ruidos que hace la justicia no son para este país. Aquí todo es calmo, nadie agita por innecesarios actos de justicia. Todo se explica, se justifica, se diluye. No nos gustan las olas.

Para mal de Peña Nieto, su secretario de Gobernación, otros secretarios, sus procuradores de tantas especies, su poder político sobre autoridades estatales y municipales, su influencia en el billete, en los medios de comunicación y demás que quizá lo reverencien, el pueblo, el simple y sencillo pueblo sabe quiénes lo victimaron, directa o indirectamente y no perdonará ni al que traicionó, ni al que perdonó.

Guerrero, Michoacán y Veracruz son los estados en que el daño fue mayor por la pequeñez de los funcionarios de todo nivel que no supieron manejar con fórmula de tragedia lo que evidentemente lo era. Ahora se defienden garantizando haber actuado. , tal vez, pero lo hicieron en el más acedo estilo burocrático.

Actuaron con criterios de secretaria de Juzgado. Alertaron pero nada verificaron, imperativo éste de la fórmula de la eficacia. Recordar que fue hasta el 15 de septiembre por la noche, después del Grito, que el Presidente dio muestras de estar alarmado.

Sería innecesario, si hubiera voluntad de justicia, el recordar nombres. Pero no la hay, por eso en relación con Guerrero y con Acapulco, en particular, habría que recordar los últimos quince años de gobiernos estatales y municipales, años en que se produjeron los asentamientos hoy anegados, en total maquinación de autoridades con desarrolladores.

Fueron gobernadores: René Juárez Cisneros, Zeferino Torreblanca y Ángel Aguirre, éste dos veces. Presidentes municipales: Zeferino Torreblanca, Alberto López Rosas, Félix Salgado Macedonio, Manuel Añorve Baños y el actual Luis Walton, pertenecientes al PRD y al PRI.

Algunos de ellos, lejos de sancionarlos por corruptos, ineficientes o indolentes, fueron premiados con nuevos puestos electorales nada menos que por el propio Presidente que palomeó las listas, eso lo sabe todo mundo.

Él los hizo: senador a René Juárez, que, aunque perdió en las urnas, lo metió en la plaza de primera minoría. Había que ayudar a los cuates, recordar que fueron colegas en los gobiernos de México y Guerrero. A Manuel Añorve, fatídico expresidente municipal que perdió la elección por la gubernatura, lo hizo diputado federal.

Ésos son los criterios de justicia de Enrique Peña, por eso ellos que no tiemblen, ni ellos ni nadie. Una vez más operará la fórmula de ¡no hagan olas!
* * *
…Suspensivos. Hay noticias de que en los recientes zafarranchos hubo muchos policías lesionados. La amarga verdad es que el más lesionado es el gobierno de Enrique Peña Nieto.

hienca@prodigy.net.mx 

No hay comentarios: