¡¡Exijamos lo Imposible!!
Ilusión y realidad
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En apenas un par de semanas la primera
iniciativa del gobierno del PRI, la reforma al artículo tercero
constitucional aprobada y cacareada con acuerdos políticos minoritarios
pero sonorizada con estruendosos bombos y platillos, se ha convertido en
letra muerta en algunos estados de la República y está movilizando a
miles de maestros en su contra.
Desde el discurso oficial esta
iniciativa es apenas el principio de la gran reforma educativa que
requiere el país, porque falta su ley reglamentaria y cubrir muchos más
aspectos, pero ya se le ha considerado la única vía expedita para lograr
la recuperación de la rectoría del Estado en el sistema educativo
nacional. En las alturas de la burocracia gubernamental la ilusión
embelesa mientras que abajo, en la realidad cotidiana del magisterio, lo
que toca tierra debe ser enterrado de inmediato.
El componente
más duro de la reforma al artículo tercero pretende reorganizar la
normatividad laboral a través de la cual se lleva a cabo la carrera
magisterial, que sigue vigente bajo el control de la cúpula sindical del
SNTE, con todo y su ahora encarcelada líder sempiterna. La selección de
aspirantes y la contratación de nuevos maestros; la formación,
actualización y capacitación de quienes están en ejercicio; la
designación de directivos; el manejo de estímulos y prebendas; la
ubicación de los docentes en determinadas categorías; su permanencia y
su eventual retiro dependen de criterios más políticos y sindicales que
pedagógicos, de eficacia, pertinencia educativa o capacidad en la
gestión escolar. Pero en el planteamiento de la reforma constitucional
todo esto busca ser alterado para que quede en manos del aparato
gubernamental y se le arrebate al sindicato.
Falta que se pueda.
Durante décadas, diversas iniciativas de reforma en las escuelas
normales o en la redefinición de los términos del ejercicio docente
subordinaron lo académico a lo sindical y a lo político, con lo que se
mantuvo un conflicto al que ahora se le ha echado leña verde y que se
extiende día a día en tiempos de estiaje. Sin embargo la opción de poner
a prueba un nuevo modelito –que aún no se sabe cómo va a funcionar ni a
qué proyecto educativo y de país responde– parte de la suposición de
que el mejoramiento de la calidad de los aprendizajes y los
conocimientos dependerá de la modificación de las condiciones laborales
del magisterio.
Fragmento del análisis que se publica en la edición 1900 de la revista Proceso, ya en circulación.
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