¡¡Exijamos lo Imposible!!
Corrupción galopante
Lilia Arellano
Estado de los ESTADOS
Llegó el momento del ¡basta!: José Narro
Nestlé y Pepsico: beneficios por hambre
“Crisis y desgaste de instituciones”: RGC
Conflicto magisterial: más negociadores
“Pacto por México” atenderá a maestros
PRI y PVEM echan tierra a caso Monex
No tocan en PGR a Genaro García Luna
“Casi todos los crímenes que castiga la Ley se deben al hambre”.- René de Chateaubriand
De nueva cuenta se escuchó la expresión “¡Basta!”. El turno fue para el
rector de la UNAM, José Narro, quien señaló que con el potencial que
tiene el país, es inadmisible que se viva “una vergonzosa y dolorosísima
condición de pobreza extrema de millones de mexicanos”, por lo que
llego ese momento, el de ponerle un alto. Pero el asunto no termina con
ese duro señalamiento sino que alcanza a la organización “El poder del
Consumidor”, quienes en la voz de su director, Alejandro Calvillo,
denuncian la entrega de la política social a los grandes intereses
corporativos y privados sentenciando: “México está vendido a las
empresas”.
Y veamos: no hay una sola letra en lo dicho por Narro que no esté
debidamente sustentado. Nuestro país tiene, a flor de tierra y guarda en
sus entrañas, mucha riqueza. Son kilómetros de litorales que no han
sido explotados, que no se modernizaron; se destruyeron las cooperativas
camaroneras y pesqueras pero no para ser sustituidas por esas grandes
fábricas enlatadoras, envasadoras flotantes sino para, cómodamente,
hacer depender al país de la explotación petrolera, misma que para
llevarse a cabo con total libertad, requirió que se cancelara cualquier
elemento que impidiera esta actividad y, por supuesto, que la
contaminación de las aguas les llevaría a ser mucho más selectivos en la
construcción de plataformas.
Están las minas en manos de extranjeros con toda la riqueza que guardan y
para colmo y de la mano de la corrupción galopante en México, ni
siquiera pagan impuestos, y eso es el punto más vergonzoso para todos, y
todos somos todos, porque hemos permitido que las autoridades cometan
error tras error, saqueo tras saqueo, despojos y al dejar de exigir
hemos amamantado una corrupción que ya envuelve todas las áreas, los
sectores, a la sociedad misma. Está el campo y es, precisamente en ese
renglón, donde se hace la razón de la denuncia de Calvillo, ya que se
sabe que para llevar a cabo el llamado “combate contra el hambre”, el
gobierno federal ya firmó convenios con empresas trasnacionales, como la
Nestlé y Pepsico.
O sea que no nada más les ha servido ese jinete apocalíptico que es el
hambre como bandera electoral, para hablar de que se llevará pan a las
meses de millones de mexicanos, y con ello no cumplir con un mandato
sino dar vuelta al problemón mientras pasa el 7 de julio y el PRI
asegura su reposicionamiento, hacer grandes negocios con el argumento de
llenar los estómagos vacíos. Así, pues, los ganadores serán los
accionistas de ambas marcas, a quienes les van a comprar productos por
millones, dinero que no se usa para incentivar al campo, para hacerlo
producir, para alimentar de manera nutricional a los mexicanos.
Estas mismas empresas con las que tienen convenios que dicen ayudarán a
solucionar la situación son, paradójicamente, las que lo han provocado
generando una educación alimenticia en nuestro pueblo carente de sanos
nutrientes. Son cada vez de mayor volumen los refrescos, prácticamente
alcanzan un galón y son vistos en una inmensa mayoría de mesas
mexicanas, al igual que las aguas endulzadas, que la leche en polvo, que
las mermeladas, los polvos harinosos, etcétera, todo aquello que
produce obesidad pero que está muy alejado de los estándares de buena
nutrición.
A todo lo anterior, habrá que sumarle la falta de políticas públicas y
de un régimen que impida que las utilidades se generen por cientos,
miles de millones en perjuicio de los consumidores. No existe una
canasta básica que contenga todo lo necesario y que regule los precios
de los productos, por lo que los grandes almacenes que no son otra cosa
que intermediarios, logran almacenar no solo los alimentos sino grandes
fortunas de las cuales no podemos culparlos porque ellos no tienen los
frenos que deben estar en la autoridad, en un gobierno que realmente se
preocupe y se ocupe de su pueblo.
“Desde fuera se ve, se nota, que México está vendido a las empresas por
permitirles participar en el diseño y aplicación de las políticas
públicas”, señaló Calvillo. Pero a ello, tendremos que agregar la
mentira, la cadena de mentiras expresadas por quienes deberían tener, en
la verdad y la honestidad, sus principales banderas. La presencia de
Rosario Robles en el gabinete de Peña Nieto, obedece a ese barniz que
intentan dar de izquierda al tricolor o mejor dicho a su máximo
representante. Ni tarda ni perezosa, ha hecho hasta lo imposible por que
quienes la han apoyado, como es el caso de Cárdenas, de toda la
familia, logren que apoye su combate Lula, el ex presidente de Brasil.
Y la historia es corta y sencilla. Al igual que el brasileño, don
Cuauhtémoc repitió una y otra vez, como candidato de la izquierda a la
presidencia, lo cual empezó a generar trato y simpatía. Tan fue así que
no hubo ninguna crítica cuando anunció su programa “Hambre Cero”, en el
país que gobernaba, y que no era sino copia fiel del puesto en marcha en
el DF por Andrés Manuel López Obrador. Ahora, en franca copia “a la
mexicana” y con el tinte “electorero y manipulador”, lo proyecta la
Sedesol bajo la tutela de la señora del cochinito ahumado y para darle
fuerza recurre a los Cárdenas quienes, a su vez, le solicitan a Lula que
venga a México y vea cómo va a funcionar y se diseñó una política que
en su país –sin la corrupción galopante del nuestro- resultó exitosa.
Con lo dicho por José Narro y los señalamientos, “llega el momento en
que una sociedad debe decir ¡basta!”, unido por las denuncias de
Calvillo, ya se tendría suficiente y, sin embargo, aún hay más. Resulta
que Ricardo García Cervantes, quien funge como subprocurador de Derechos
Humanos, reveló que existe en el país una grave crisis humanitaria y un
desgaste de las instituciones. Ambas, digo yo, producto de ese cáncer
que ya se tiene enraizado y del cual no parece haber cura y mucho menos
intenciones de erradicarlo llamado corrupción.
Hay instituciones, pareció descubrir García Cervantes, que se encuentran
claramente debilitadas y carentes de todas las capacidades que el
momento demanda. Y tampoco se encuentra en sus palabras ninguna mentira.
Tan desgastadas están aquellas que tienen que ver con la aplicación de
justicia, como las que tienen como encomienda llevar los alimentos a los
ciudadanos. Porque no sólo encontramos ese abuso en el renglón de la
seguridad o mejor dicho de la inseguridad del cual nos hemos encargado
en reiteradas ocasiones, sino también en la aplicación de los recursos
al campo y de manera totalmente visible, en la concentración de poder en
un solo escritorio, en el del titular de la SAGARPA, quien tienen en
sus manos agricultura, ganadería, desarrollo rural, pesca y
alimentación. Una cartera muy amplia con cero resultados positivos
porque eso sí, la producción y reproducción de desnutridos y hambrientos
le ha resultado todo un éxito, al igual que las fortunas amasadas por
quienes la han encabezado.
La agricultura está por los suelos y no de manera literal, sino como una
lacerante realidad que nos habla de la muy baja producción del campo y
del argumento de los elevados funcionarios basado en que sale más barato
importar que producir, sin tomar en consideración la dependencia que
todo ello genera del exterior y de esas grandes empresas trasnacionales
denunciadas. En cuanto a la ganadería ni qué hablar, la importación de
aves y carnes está a la orden del día y se ha multiplicado con la misma
velocidad que tuvieron para borrar de los mapas los pastizales que eran
orgullo de productores que intentaban igualar a los de EU, y dejar de
andar en burro para trasladar sus productos en camiones refrigerados y
ellos contar con avionetas para sus ventas y promociones.
Es obvio que el desarrollo rural y todo lo que esto significa está
totalmente ausente y sobre la pesca, basta con percatarnos de que
comemos las especies que eran tradicionales en nuestras aguas importadas
de China, traídas hasta los grandes almacenes a precios bajos,
comparados con los que privan en los mercados dedicados a las especies
marinas, a través de grandes embarcaciones que, para acabarla de amolar,
lanzan sus redes en aguas internacionales que marcan justo el límite
con las territoriales mexicanas. Ese renglón de alimentación, que es un
absurdo porque ya todo lo anterior lo encierra, es lo que les permite la
firma de convenios y, por ende, las jugosas comisiones y la alteración
de precios y tantas y tantas linduras que se tienen registradas dentro
de la práctica que mejor les queda, la de la corrupción.
Y, en medio de esta hambruna, de la proximidad de escasez, de las
denuncias tanto de los grandes negocios como de la crisis humanitaria,
aparece como mago don Luis Videgaray para asegurar que la estabilidad
macroeconómica que disfruta el país, es insuficiente para generar
mayores tasas de crecimiento y atraer más inversión extranjera y
entonces… ¿Qué hacemos? Porque toda esa argumentación del primer
tecnócrata del presente sexenio no es más que parte del mismo guión para
justificar la aprobación de más reformas estructurales, ahora en los
delicados rubros de energía y hacendarios, presuntamente para generar
condiciones de mayor productividad para la economía, pero que resultan
en mejores reglas para las grandes corporaciones y unas cuantas familias
que siguen acaparando la riqueza del país.
CONFLICTO MAGISTERIAL
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