Tormenta sobre Acción Nacional
30 de julio de 2011
"Ya no somos el partido del cambio”, es la conclusión de un análisis elaborado por el Partido Acción Nacional tras su debacle electoral de 2009. En el documento correspondiente, que se mantuvo en reserva pública clasificado como de “alta confidencialidad” y del que Proceso obtuvo una copia, el PAN se flagela y desnuda sus múltiples fallas: su elitismo y soberbia, la corrupción de varios de sus militantes y funcionarios, su “democracia simulada”, su corporativismo y su complejo de inferioridad frente al PRI. Peor aún, consigna la existencia de “ayuntamientos panistas y legisladores panistas cooptados por el crimen organizado”.
Visto por sí mismo, en una rigurosa introspección, el Partido Acción Nacional (PAN) es un desastre: “En el comportamiento de los panistas no se aplica la fuerza de las ideas, sino la fuerza del interés, la nómina y el poder”, “no hay agenda para y con la sociedad”, “se han tolerado actos de corrupción de funcionarios y militantes”, “se han privilegiado el arribismo y el oportunismo”, “se permite la democracia simulada” y se impone “la aplicación discrecional de estatutos y reglamentos”.
También hay “manipulación de los procesos internos”, “la onda grupera divide al partido, la autoridad no lo remedia y a veces es factor de parcialidad al tomar decisiones”, “desechamos gente valiosa”, “los dirigentes se reciclan” y “la cultura y mentalidad corporativa persiste: derechos, antigüedades, cacicazgos”.
Tan cruda descripción forma parte del diagnóstico sobre el PAN elaborado por la Comisión de Reflexión y Análisis de ese partido a raíz de la debacle electoral de 2009. La completa una afirmación que consigna sin atenuantes la real condición de los panistas: “Hemos dejado de ser escuela de ciudadanía”.
La clasificación de “alta confidencialidad” había convertido a este diagnóstico en un documento secreto. Hoy Proceso lo da a conocer públicamente.
No sólo “nos olvidamos de nuestros aliados históricos” y “no hay plan de relaciones con sectores líderes de la sociedad (Iglesia, empresarios, intelectuales, artistas, académicos, universitarios, etc.)”, sino que “no sabemos comunicarnos con los grupos minoritarios en su idioma (chavos banda, emos, darketos, homosexuales, discapacitados)”, “continúa la resistencia a la cuota de género” y “la fama de mochos nos aleja de muchos de esos grupos”.
El diagnóstico reconoce que “no ha habido congruencia entre la democracia exigida y las prácticas del partido”, que los militantes y dirigentes del PAN “perdimos el valor de la ciudadanía hasta en la integración del Instituto Federal Electoral (IFE)” y la conclusión es lapidaria: “Ya no somos el partido del cambio”.
Y el PAN como gobierno, según el documento obtenido por Proceso, también es un fracaso: “No hemos construido un modelo de gobierno panista” “ni tenemos una agenda programática con 3-4 temas emblemáticos”, sino que “al ganar el gobierno no hicimos un ‘manual de procedimientos panista’ y asumimos la práctica priista”, y por ello “los gobiernos del PAN no han removido las estructuras clientelares que estableció el PRI”.
No sólo eso: “Ha aumentado el desempleo”, “algunos funcionarios hacen negocios desde el gobierno”, “no se redujo el dispendio”, prevalece el “nepotismo”, “hay comportamientos públicos vergonzosos que quedan impunes” y “se manda un mensaje contradictorio al ejecutar programas contra la pobreza manteniendo el despilfarro y lujo de políticos”.
Los panistas no sólo “no tenemos oferta política ni programas de gobierno que respondan a distintos grupos: clase media, mujeres, jóvenes, empresarios, etc.”, sino que “algunas acciones de gobierno y legislativas han afectado a la clase media y otros grupos de apoyo en donde radica la fuerza del PAN”.
Peor aún, hay “ayuntamientos panistas y legisladores panistas cooptados por el crimen organizado”.
El diagnóstico lo acepta: Los panistas “no propusimos cambio” y “la ciudadanía esperaba más de nuestros gobiernos”.
Miedo al PRI
Esta evaluación del PAN fue elaborada por una comisión de 10 panistas coordinados por José Luis Coindreau, para conocer las razones del fracaso en las elecciones federales de 2009, a raíz de las cuales Germán Martínez renunció a la presidencia de ese partido y fue sustituido por César Nava.
El 8 de agosto de 2009, el Consejo Nacional, máximo órgano de dirección del PAN, designó integrantes de la comisión a María Elena Álvarez, Mariela Pérez de Tejada, Gabriela Ruiz del Rincón, Luisa María Calderón, Fernando Torres Graciano, Alejandro Vázquez Cuevas, Humberto Aguilar Coronado, Marko Cortés, José Espina y Arturo García Portillo.
“¡Necesitamos hacer una catarsis, echar fuera todo el coraje que traemos!”, dijo Coindreau al reportero ese día y anticipó: “Hay gente que quiere linchar a gente. ¡Éste es el culpable! Y es un error. ¡No hay culpables! ¡Todos somos responsables!”.
Luego de que los integrantes de la comisión recorrieron todos los estados para escuchar a panistas, analistas y líderes sociales sobre las razones de la derrota del PAN, Coindreau informó al reportero, el 11 de septiembre de ese año, un día antes de entregar el informe al Consejo Nacional, que se había elaborado un documento de 16 cuartillas.
“Fuimos con mente abierta. Lo que vimos, lo vaciamos. No nos podemos ver el ombligo (sino) levantar la mirada y ver al ciudadano al que tenemos que servir”, dijo, y añadió que elaboraron el diagnóstico de ocho cuartillas y propusieron, en otras ocho, un conjunto de “iniciativas de solución”.
Los miembros del Consejo Nacional del PAN conocieron el informe en la sesión del 12 de septiembre de 2009, antes de la conmemoración del 70 aniversario de la fundación del partido; Coindreau, quien leyó el texto, advirtió que no entregaría copia del documento y pedía confidencialidad de su contenido, según la grabación de esa reunión que también obtuvo Proceso.
“Hay la observación de que este documento contiene cosas muy delicadas y que, por lo mismo, exigen de nosotros una alta discrecionalidad (sic), una alta confidencialidad”, advirtió Coindreau, quien enseguida aclaró: “Pensamos que no debe ser repartido… Es muy delicado porque es la estrategia que sugerimos que el partido siga para recuperar su liderazgo político en el país”.
Casi dos años después –cuando el PAN es presidido por Gustavo Madero y luego de elecciones estatales en las que ese partido, en alianza con el PRD, ganó los gobiernos de Puebla, Oaxaca y Sinaloa pero en fecha reciente recibió derrotas contundentes en los estados de México, Coahuila y Nayarit– el diagnóstico conserva vigencia.
El informe subraya la impotencia del PAN ante la eficacia del Partido Revolucionario Institucional (PRI) –“no se ha podido acotar la operación de la maquinaria priista”– y una especial connivencia del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto: “El maridaje Televisa-Peña Nieto es cínico y está impune”.
Agrega: “No supimos inhibir la acción de gobernadores priistas en campaña.
“La actitud del PRI era ganadora y la del PAN no.
“Los gobernadores priistas operan con todo y los funcionarios y delegados federales se cuidaron mucho de no participar con el PAN en el proceso electoral.
“En algunas zonas siempre gana el PRI (vía cualquier partido).
“Se permite que los gobiernos del PRI actúen a su arbitrio y se atribuyan logros del gobierno federal.
“Los gobiernos estatales priistas usaron sus propios medios y también los del gobierno federal para operar a su favor.
“Control del PRI sobre organismos electorales.
“Algunos delegados del gobierno federal han sido cooptados por los gobernadores estatales.
“La ausencia de la Segob en la elección.
“Las concesiones de canales televisivos a los gobiernos estatales operaron para el PRI.
“No denunciamos los excesos de Peña Nieto y la mayor parte de gobernadores priistas.
“Parece que le tenemos miedo a los gobernadores priistas y no hemos asumido la influencia y poder del gobierno federal.
“En algunos estados, se manifiesta la relación PRI-narco.”
Anatomía de la derrota
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