viernes, 29 de julio de 2011

No respetan los derechos humanos

¡¡Exijamos lo Imposible!!
El Almirante
Francisco Rodríguez

Indice Político

¡Cómo se parece aquel almirante a nuestro almirante! Aunque no con las mismas palabras, pero en serio que sus dichos se escuchan iguales. Uno y otro, en su momento, justifican sus respectivas guerras. Uno y otro se muestran incomprendidos. Uno y otro tienen una peculiar perspectivala misma sobre los derechos humanos.

Aquel, Emilio Massera, dijo al embajador estadounidense en Buenos Aires –el 16 de marzo de 1973“que los militares son totalmente conscientes de que si toman el poder deben evitar problemas con los derechos humanos”, de acuerdo a un cable del diplomático destacado en la capital argentina dirigido a su jefe, el entonces subsecretario de Estado William Rogers.

El nuestro, Francisco Saynez, recién ha pronunciado en público y teniendo como destinatario a Felipe Calderón un discurso harto falaz y sobremanera maniqueo, del que los medios han destacado que “es obligación del Estado el respeto a cabalidad de los derechos humanos, pues no se requiere violar la ley para hacerla cumplir.”

¡Suenan igualito los almirantes! El nuestro. Y aquél.

Massera dio un golpe de Estado. Y tras haber encabezado una Junta Militar, con Jorge Videla y Orlando R. Agosti, fue acusado y enjuiciado por haber perpetrado 83 homicidios, 623 privaciones ilegales de la libertad, 267 aplicaciones de tormentos, 102 robos, 201 falsedades ideológicas de documentos públicos, cuatro usurpaciones, 23 reducciones a servidumbre, una extorsión, dos secuestros extorsivos, una supresión de documentos, 11 sustracciones de menores y siete tormentos seguidos de muerte. Ocho años después por una causa de robo de bebés y también por la apropiación de propiedades de desaparecidos.

Saynez dio un golpe teatral, de espectacularidad. Y luego de haber incursionado de manera tardíapero, eso sí, dicen sus panegiristas que exitosamente en la guerra de Felipe Calderón en contra de la delincuencia organizada, es corresponsable de los más de 50 mil muertos, de los más de 10 mil desaparecidos, del casi millar de infantes a quienes eufemísticamente se llama “daños colaterales”.

¡Cómo se parecen los almirantes!

Y todo ese parecido, por supuesto, no es mera coincidencia.

Saynez, nuestro almirante, dijo apenas, justificándose, que “los grupos delictivos tratan de manchar el prestigio y buen nombre de las instituciones utilizando a grupos ciudadanos y la bandera de los derechos humanos, con el fin malévolo de obstruir la participación de las mismas en su contra y así tener el campo abierto a su maldad.” En pocas palabras, los malos de Malolandia, contra los buenos de Calderolandia. ¡Puaf!

Massera, aquél de los argentinos, pronunció un discurso al inicio de su juicio ante tribunales creados ad hoc: “… por deformación profesional estábamos absortos en la lucha armada; y estábamos convencidos de que defendíamos a la Nación y estábamos convencidos y sentíamos que nuestros compatriotas no sólo nos apoyaban. Más aún, nos incitaban a vencer porque iba a ser un triunfo de todos. Ese ensimismamiento nos impidió ver con claridad los excepcionales recursos propagandísticos del enemigo y mientras combatíamos un eficacísimo sistema de persuasión comenzó a arrojar las sombras más siniestras sobre nuestra realidad hasta transformarla, al punto de convertir en agresores a los agredidos, en victimarios a las víctimas, en verdugos a los inocentes...” Y otra vez, ¡puaf!

¡Qué parecidas las palabras y actitudes de los almirantes!, ¿verdad?

Porque eso del respeto a los derechos humanos, en una y otra voz, no dejan de ser sino palabras sin sentido en voz de los almirantes.

Massera no “evitó problemas” con los derechos humanos. Por el contrario, los violó consuetudinariamente.

Saynez, no los “respeta a cabalidad”. ¿Recuerda usted aquellas fotografías del narcotraficante semidesnudo y cubierto de billetes? ¿Las acusaciones en contra de marinos por decenas de vejaciones? Y ahora las propias palabras del secretario de Marina, degradando el papel de las organizaciones defensoras de los derechos humanos.

Uno el discurso, otras muy distintas las acciones.

Las de Massera. Las de Saynez. Y ¡cómo se parecen aquél almirante y nuestro almirante! ¿No cree usted?

Índice Flamígero: Nombres, nombres, señor secretario de Marina. Diga usted los nombres de esas organizaciones sociales defensoras de los derechos humanos que, según usted, son parapeto de los delincuentes. ¿O va a emular a su jefecito Calderón, quien acusa y también omite referirse a los sujetos de su ira? Nombres, nombres o…. ¡mejor quédese callado!

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