Editorial
De los enemigos de México.
Si la intromisión de los EEUU con el asunto de “Rápido y Furioso” debiese ser inaceptable. Mereciendo que nuestro Gobierno reclamara airadamente por entregarles armas a la delincuencia.
Lo que por otro lado es costumbre de los norteamericanos hacerlo con el objetivo de desestabilizar a las naciones. Digno de recordar cuando cambiaban armas por droga a los nicaragüenses en aquel operativo al que llamaron Irán-contras.
El que el Juan Sandoval Iñiguez, siendo Arzobispo de Guadalajara, haya solicitado que el Presidente George Bush interviniera para frenar el avance de la izquierda en Latinoamérica, en especial a López Obrador, es, o debiera ser también inaceptable.
Y aunque el hecho ha sido negado por el Cardenal, éste no puede probar su dicho, porque la información de Wikileaks viene de parte de la diplomacia norteamericana, es decir, que fue el embajador Francis Rooney, representante estadounidense en el Vaticano, quien informó a la Secretaría de Estado de la plática que en la Embajada tuvo con el prelado vaticano y de sus intenciones.
Pero si se toma en cuenta que ningún miembro del Estado Vaticano puede actuar de mutuo propio, ya que solo reciben instrucciones y dan la información autorizada, se puede entender porque al clero católico se le ha considerado el verdadero enemigo de nuestro México (y tal vez de la humanidad).
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