sábado, 6 de junio de 2015

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Sinembargo

Votar en libertad: una respuesta al agravio
Por Redacción 

Los mexicanos se sienten agraviados como nunca antes por las acciones de políticos, partidos y funcionarios públicos que, por corrupción, conflictos de intereses, desvío de recursos públicos y ligas con el crimen organizado, entre otros delitos, han abusado de la confianza de los ciudadanos.

En este contexto, además de una violencia e inseguridad que arrojan cifras históricas, es que se llega este domingo a la elección intermedia 2015.

Mucho está en juego para el futuro y es en las urnas, entre otras formas pacíficas, donde los mexicanos pueden expresar su molestia contra la clase política que desgobierna al país.

A los llamados a no votar, se suman más de los que consideran que la abstención no soluciona nada y , en cambio, puede favorecer a aquellos a los que se pretende castigar al no acudir a las urnas. Ellos ganan, dice por ejemplo, el doctor Arturo Alvarado Mendoza, director del Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio de México (Colmex), si la gente no acude a las urnas y no se compromete al decidir, con su voto, premiar o castigar a tal o cual partido o candidato independiente.

“Hay que pensar en el menor daño posible y pensar qué candidatos pueden tener una manera de protestar contra otros. Puede haber una opción que no tenga una coalición mayoritaria, pero puede tener mecanismos de control. Hay qué pensar en cuál es el peor enemigo que puede tener este país. Pensemos en eso. Hay grandes posibilidades de votar, la votación no está decidida. Hay que votar estratégicamente, por la opción política que hace menos daño. Pero, si no me presento, entonces dejo que hagan lo que quieran”, planteó en una entrevista con SinEmbargo.

El reto, entonces, se repite: evitar el abstencionismo y procurar una votación copiosa que sea representativa, para que el 40 por ciento o menos de los mexicanos que están en el padrón nominal no sean los que tengan la última palabra, para que los partidos o los candidatos independientes entren en una cabal competencia y sean exigidos al máximo por sus representados.

Es difícil, lo sabemos todos. Pero ante el escenario actual del país, hundido en la corrupción y la impunidad, en la miseria y en la falta de oportunidades para las generaciones venideras es lo menos que podemos hacer aquellos que este domingo enfrentamos otra oportunidad de cambiar cosas.

Seguro es que esos cambios serán minimizados por quienes ahora detentan el poder. Pero no. No son cualquier cosa. Los ciudadanos tienen poder para reducir sus privilegios y la elección abre un abanico de opciones sobre el rumbo que tomará el país en los próximos tres años.

Nunca antes, los partidos políticos había tenido un nivel de aceptación tan baja, de acuerdo con lo que indican encuestas recientes. Pero esa opinión, expresada por los ciudadanos a las casas encuestadoras, debe validarse en las urnas.

El voto nulo y el abstencionismo no los afectan, no le hacen ni un rasguño a sus privilegios ni a sus intereses de grupo. Entonces, el voto válido es lo que les preocupa. La decisión de ciudadanos informados y dispuestos a integrarse activamente a la vida política del país es lo que les aterra.

Este domingo hay que tomar este toro por los cuernos y responder al agravio. Que nadie se quede en sus casas, y que gane la participación de la gente y el deseo de cambiar un país que, parece, se desmorona un día y el otro también.

Este domingo hay que levantarse, ir a las casillas y votar. Quedarse en casa a ver el futbol, como quieren muchos, es entregarles otra vez una chequera en blanco.

¡Feliz fin de semana!

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