PROCESO
Homozapping
Las claves del Caso Camarena
(Primera Parte)
Rodrigo Hernández López
Este domingo en su edición 1928, el semanario Proceso publicó un reportaje de los periodistas Luis Chaparro y J. Jesús Esquivel titulado “A Camarena lo ejecutó la CIA, no Caro Quintero”. El asesinato del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena ocurrió el 9 de febrero de 1985, a lo largo de 28 años las claves del caso se han revelado y hoy continúan buscando encontrar la verdad.
El pasado 11 de septiembre de este año se cumplió el 40 aniversario del golpe de Estado contra el presidente de Chile,
Salvador Allende. Ese mismo miércoles de 1973 mientras el gobierno caía
ante el golpista Augusto Pinochet y el sueño de conducir un país hacia
el socialismo se desintegraba, a siete mil kilómetros de ahí, en la
Ciudad de México, se llevaba a cabo una reunión que marcaría el destino
para Latinoamérica.
El 1° de julio de aquel 1973, en Estados
Unidos era fundada la Administración de Control de Drogas, la DEA por
sus siglas en inglés. Por lo que el entonces mandatario estadounidense,
Richard Nixon quería que su nueva compañía empezara a trabar en un punto
estratégico: México.
Mientras Salvador Allende luchaba contra
los militares opositores a su régimen, en la Ciudad de México, el
entonces procurador general, Pedro Ojeda Paullada, junto con el
presidente mexicano Luis Echeverría, de quien alguna vez Allende se
referiría a él como “un gobernante con visión de futuro que se expresa
en el lenguaje del pueblo”, sostenían una reunión en privado con el
embajador norteamericano, Robert H. McBride.
El motivo del encuentro era entregar una
carta que había escrito el mismo Nixon dirigida a Echeverría donde
pedía su colaboración para que los agentes de la DEA comenzaran a operar
en el territorio mexicano.
Los recientes claves filtrados el pasado 8 de abril por Wikileaks, y bautizados como los “Cables Kissinger”,
debido a que son parte de los informes durante el periodo en que Henry
Kissinger era el secretario de Estados Unidos y que comprenden el
periodo de 1973-1976, dan cuenta del inicio del origen de los grandes
capos de la droga y de la repercusión de esa reunión el 11 de
septiembre.
Durante la reunión McBride subrayó la
importancia de localizar y destruir los plantíos de amapola en Sinaloa.
Realizando sobrevuelos, en un programa conjunto entre la DEA y la NASA
denominado Compass Trip (Brújula de viaje), se usarían escáners de
detección remota para encontrar los campos de enervantes.
Pero no sólo eso, se propuso implementar
el Plan Canador (Canador, era una palabra inventada, en fusión de
cannabis y adormidera, como se conoce a la amapola), que consistía en
destruir los campos de amapola y marihuana en 36 zonas militares y
entrenar a elementos de la Policía Judicial Federal para que aprendieran
a obtener información de inteligencia.
En uno de los reportes Kissinger se lee
que “aunque ninguna decisión fue tomada, el presidente Echeverría
demostró gran interés a las propuestas y las turnó al procurador general
para su posterior estudio. Se acordó que encuentros posteriores serían
realizados y planificados entre el fiscal general y Ojeda Paullada hacia
finales de octubre”.
A raíz de esa reunión y en años
posteriores, el gobierno norteamericano vio el fruto de la reunión de
1973 hacia finales de 1975, cuando la Operación Trizo vio la luz verde
en la zona conocida como el Triángulo Dorado, territorio estratégico que
comprenden los estados de Chihuahua, Durango y Sinaloa.
A dicho plan le fueron asignados cinco
aviones de la DEA piloteados por pilotos mexicanos que ubicaron y
destruyeron los plantíos y fue vigilada por la agencia norteamericana
hasta 1976. Un cable reportaba que había cerca de “7 mil campos de opio
listo para ser cosechados”.
Llegado el tiempo de la sucesión
presidencial, José López Portillo implementó la Campaña Permanente de
Erradicación, y Trizo se convirtió en el antecedente de la Operación
Cóndor, que buscaba la destrucción de los campos de cultivo en el
Triángulo Dorado, lo que generó que los Cárteles de la droga, emigraran
en los años ochenta al estado de Jalisco.
A finales de los años setenta y
principios de los ochenta, la DEA operaba en México con la bendición del
gobierno Mexicano que ya encabeza José López Portillo. En
declaraciones a la prensa el 25 de febrero de 1978, el general Félix
Galván López quien era en ese entonces titular de la Secretaría de la
Defensa Nacional (Sedena), aseguraba que de 1970 a 1976 los datos
oficiales reportaban que se habían destruido 65 mil plantíos de
adormidera, más de 46 mil de mariguana y se habían detenido a más de 18
mil hombres.
Como lo afirmaba Galván López, la
Operación Cóndor era todo un éxito. El operativo que inició en enero de
1977 y que concluyó en enero de 1987 estuvo encabezada por 23
comandantes, quienes a lo largo de 10 años y de acuerdo con datos de la
Sedena entregados por una solicitud de acceso a la información pública
solicitado en 2008, había logrado un total de 224 mil 252 plantíos
destruidos.
Al frente de las tropas, el sistema
político había confiado el combate al crimen organizado a distinguidos
personajes, pero ningunos tan importantes como tres oscuros hombres:
José Hernández Toledo, Roberto Heine Rangel y Manuel Díaz Escobar.
El primero dirigió el operativo contra
los estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas el 2 de octubre de
1968. El segundo fue una de las piezas claves durante el período
conocido como “Guerra Sucia”, pues era uno de los encargados de la
desaparición forzada de los disidentes del régimen. Por último Díaz
Escobar fue el jefe del grupo conocido como los “Halcones”, quienes
perpetraron la matanza del jueves de corpus el 10 de junio de 1971.
La Operación Cóndor por un lado destruía
los plantíos en el Triángulo Dorado, pero por otra parte permitió el
nacimiento de los grandes capos de la droga. Un hombre llamado “El
Informante” le reveló a la periodista Anabel Hernández la siguiente
historia:
En 1970 no existía el término “cártel”, existían sólo las “clicas”, que se dedicaban a sembrar, transportar y cruzar al otro lado de la frontera la mariguana y la goma…Eran los años de la guerra de Vietnam y el gobierno de Estados Unidos permitía la actividad del narcotráfico para surtir de estimulantes a sus soldados en el frente de batalla y para los que regresaban a su país con la adicción ya generada.
La entrevista fue realizada en 2010, en
ella El Informante contaba que en esos tiempos “había 600 agentes
federales para todo el país, con 15 o 20 ayudantes”, estos eran
conocidos como “madrinas” y refirió que jamás aparecían en la nómina
federal pero “eran un grupo indispensable para su funcionamiento
actuando en la ilegalidad y falta de control”.
Relató entre otras cosas que “no había
viáticos, ni dinero para equipos”, pero que “los recursos se obtenían a
través de peleas de gallos, carreras de caballos y del narcotráfico”.
Entre el humo del cigarro relató “eran los tiempos en que el gobierno
tenía bajo un control casi total la siembra y el trasiego de la droga.
No había casi ningún cargamento que no pasara por el permiso y la
vigilancia del Ejército, de la Dirección Federal de Seguridad y la
Policía Judicial Federal”.
“El control consistía en estar
‘arreglado’…para sembrar 50 hectáreas se requería el permiso del jefe de
la zona o la región militar”. Cuando la cosecha estaba lista relata El
Informante, se transportaba la droga a un centro de acopio, de ahí se
solicitaba permiso para enviar el cargamento a la frontera.
“Había la orden precisa de que ni un
kilo podía quedarse en el país. No había venta al menudeo”. Semejante
revelación era en sí ya una gran historia, pero no sólo eso relató algo
más grande: una ruta, una ruta de una maleta.
“Los narcotraficantes le pagaban una
especie de impuesto al gobierno federal para dedicarse a esa actividad.
Se pagaban 60 dólares por cada kilo: 20 dólares eran para el jefe de la
zona militar, 20 dólares para la Policía Judicial y los otros 20 para la
Dirección Federal de Seguridad (DFS)”.
Mensualmente una maleta recorría el país
“hacía su viaje desde abajo, desde los que directamente cobraban el
dinero hasta la oficina del procurador…se perdía de mano en mano hasta
llegar a Los Pinos. Los impuestos de los narcos crearon fortunas de la
noche a la mañana de funcionarios y empresarios en México”. En Estados
Unidos el dinero obtenido por los impuestos “fue destinado a la lucha
contra los movimientos subversivos”.
En los años de la paz pactada, quienes
pagaban impuestos puntualmente eran; Miguel Ángel Félix Gallardo, Ismael
“El Mayo” Zambada, Pablo Acosta Villareal, Juan José Quintero Payán,
Juan José Esparragoza y Ernesto Fonseca Carrillo, mejor conocido como
Don Neto.
Una vez más Estados Unidos metía sus
manos y movía los hilos de la política mexicana a su favor. Desde 1973
la DEA operaba en México, pero fue la Agencia Central de Inteligencia
(CIA) quien llegó al país desde 1951 y utilizó a tres informantes claves
dentro del sistema político; Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y
Luis Echeverría. El primero fue conocido como Litensor, Díaz Ordaz como
Litempo-2 y Echeverría como Litempo 8; además de ser informantes de la
agencia, los tres coincidieron en el mismo trabajo: fueron Presidentes
de México.
La CIA tenía un objetivo claro al llegar
a suelo mexicano; sería su base de operaciones contra amenazas como el
comunismo. El periodista Manuel Buendía documentó gran parte de la
historia negra de la agencia en un libro titulado “La CIA en México”.
Cuando El Informante contó su historia
además de revelar datos para el entendimiento del crimen organizado, dio
algo muy importante: fechas. Al cruzar datos, su historia concordaba
con un evento, un caso conocido como el escándalo Irán-Contra.
El hecho histórico conocido tan sólo
como la Contra, ocurrió entre 1985 y 1986, durante ese periodo el
gobierno de Estados Unidos vendió armas al gobierno de Irán durante su
guerra contra Irak. Pero además financió el movimiento armado creado por
EU, la Contra nicaragüense para acabar con el gobierno sandinista de
Nicaragua.
Tanto la Contra como la venta de armas
fueron operaciones prohibidas por el Senado norteamericano. En su
búsqueda por combatir el comunismo en América Latina, Estados Unidos
derrocó a Allende pero además usó el dinero proveniente del narcotráfico
para financiar esas operaciones.
Mientras el discurso gubernamental se
jactaba del éxito contra el crimen organizado, la realidad era que había
una paz pactada en México, ese pacto permitió que en esas décadas el
narcotráfico plantara sus raíces y se extendiera por todo el territorio.
A raíz de la implementación de la
Operación Cóndor, llegaron procedentes de Sinaloa a Jalisco, Amado
Carrillo Fuentes, Héctor “El Güero” Palma, Miguel Ángel Félix Gallardo y
el siniestro Rafael Caro Quintero, quien jugaría un papel preponderante
en el Caso Camarena.
Continúa mañana.
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