¡¡Exijamos lo Imposible!!
La responsabilidad de los traidores Guillermo Fabela Quiñones
Apuntes…
Vaya concepto de “responsabilidad” tiene el senador Silvano Aureoles, quien votó a favor de que se amplíe la cuota de México al Fondo Monetario Internacional (FMI), tal como lo solicitó Felipe Calderón, para sumar un total de más de 14 mil millones de dólares, que en moneda nacional equivalen a más de 175 mil millones de pesos, el total de los presupuestos destinados este año a las secretarías de Desarrollo Social, de la Defensa Nacional y de Seguridad Pública federal.
El senador michoacano justificó su voto favorable a una iniciativa que resulta un crimen de lesa humanidad teniendo en cuenta las enormes carencias de grandes núcleos de población marginada en el país, diciendo que se requiere una “izquierda responsable”, con el fin de que “los electores no vean siempre un discurso en contra”. Es obvio el papel que juegan los legisladores pertenecientes a la fracción denominada Nueva Izquierda, la de Los Chuchos: el de “agentes encubiertos” de la oligarquía con el fin de apuntalar iniciativas favorables al grupo en el poder, como en este caso.
Sin embargo, es tan burda su actuación que no engañan a nadie, tan es así que por eso perdió Aureoles Conejo las elecciones para gobernador en Michoacán, aunque no les salió completa la jugada a los de Nueva Izquierda, porque en realidad querían que los comicios los ganara la hermana de Calderón. De cualquier forma, cumplen una función muy negativa que dificulta el proceso democratizador del país, pues confunden a la ciudadanía, ellos sí, no Andrés Manuel López Obrador, como afirma Aureoles al decir que sostiene “apreciaciones que sólo confunden (por lo que), la izquierda no ha podido construir un discurso que nos convierta en una opción real”.
A lo largo de la historia, los “policías” infiltrados en las filas de las corrientes progresistas han cumplido un papel útil a los intereses de los conservadores, aunque por fortuna siempre son descubiertos y arrojados al cesto de la basura cuando triunfan los pueblos, como así habrá de suceder en nuestro país, aunque Aureoles sostenga que la izquierda “no es una opción real”, siguiendo los dictados de sus amos. Tan lo es que la victoria del Movimiento Progresista será inobjetable, a pesar de todas las maniobras que lleven a cabo el PAN y el PRI, porque la gente común tiene plena claridad sobre las causas y efectos de la dramática realidad que estamos viviendo.
Las clases mayoritarias están conscientes, a fuerza de tanto golpe demoledor, de que los problemas de México se deben en gran medida a los constantes abusos de una minoría insaciable que quiere apoderarse de las riquezas nacionales sin tener que repartir nada a los pobres. Y los “policías” como Aureoles le facilitan las cosas a cambio de unos cuantos mendrugos de poder. Es una lástima que así suceda, pero es imposible cambiar la condición humana de manera que impere a cabalidad la ética sobre las actitudes propias de seres inferiores.
Los 10 senadores de la izquierda que votaron en contra de la iniciativa de Calderón, pasarán a la historia como defensores verdaderamente responsables de los intereses que están representando, los de la patria envilecida por una oligarquía voraz y desnacionalizada que no tiene empacho en servir de “candil de la calle y oscuridad de su casa”. Al contrario de los de Nueva Izquierda que apoyaron a Calderón en su afán egoísta y apátrida de comprar, con el incremento de 145 por ciento a las cuotas del FMI, un espacio protector en el extranjero para cuando tenga que abandonar Los Pinos.
Porque finalmente de eso se trata tan criminal aumento, pues no representa ningún beneficio a México. Con esta desmesurada aportación, el “poder decisorio” de nuestro país en el FMI pasaría de 1.47 a 1.87 por ciento, prácticamente nulo en el universo de los porcentajes mayoritarios de las súper potencias. Calderón pasará a la historia como un “candil de la calle” que mantuvo durante su “administración” al pueblo en la oscuridad total de la inseguridad, la violencia y un empobrecimiento galopante que, dialécticamente, será la principal fuerza que moverá la rueda del cambio progresista en México.
Que tendrá que producirse es una cuestión de vida o muerte. La continuidad de los conservadores en la cúpula del poder llevará, sin sombra de dudas, al agravamiento fatal de una realidad insostenible. Esto no conviene a nadie, ni siquiera a la oligarquía que se vería forzada a abandonar el país ante una situación dramáticamente crítica. Esto lo saben muy bien Los Chuchos, pero en algunos de ellos, como Aureoles, pueden más sus mezquinos intereses particulares que la necesidad progresista de abrir cauces más amplios a la democracia y a la justicia social.
Finalmente, acabarán acompañando a Calderón en las negras páginas de una historia que, igual que le sucedió a Antonio López de Santa Anna, será ejemplo de la inmoralidad de un gobierno que no tuvo empacho en traicionar a la patria que le permitió la oportunidad de servirla. Llama la atención que a estas alturas, el inquilino de Los Pinos tenga la audacia de mostrarse como un servidor público responsable, como se presenta en las inauguraciones de obras inacabadas a lo largo y ancho del país.
(guillermo.favela@hotmail.com)
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