viernes, 17 de julio de 2009

Dice Gómez Mont que "La Tuta" es bien malo

¡¡Exijamos lo Imposible!!
"La Familia"
Carmen Aristegui F.
17 Jul. 09

El país ha entrado en una nueva dimensión. Uno de los principales capos de la delincuencia organizada mexicana toma el teléfono y habla a un programa de televisión que se transmite, en vivo, en la televisión michoacana. Quiere exponer sus puntos de vista y enviar, desde ahí, un mensaje a la Presidencia, a las Fuerzas Armadas, a los michoacanos y a la sociedad en su conjunto. Quiere pactar, negociar y que se 'juegue limpio' cuando se les persiga; que no se afecte a gente inocente y que no se involucre a sus familiares. Pone en claro que el pleito no es contra el Presidente ni contra las Fuerzas Armadas a quienes respeta 'al 100 por ciento'. La guerra es, dice, contra Genaro García Luna y sus huestes; ellos están coludidos y el secretario '...engaña al Presidente', se llevan a personas sin culpa para 'aparentar lo que no es', reclama y se duele el personaje. Lo insólito dentro de lo insólito es que quien dice llamarse Servando Gómez Martínez, alias La Tuta, de La Familia Michoacana, recibe respuesta oficial, de alto nivel, la misma noche del día en que emite ese mensaje, mezcla de culpas reconocidas, disertaciones cívicas, parrafadas justificatorias e invocaciones a Dios.

La respuesta vino del secretario de Gobernación, quien pronunció un discurso, cerca de las 10 de la noche del miércoles, en el que rechazó categóricamente cualquier posibilidad de que el gobierno federal pacte, negocie o dialogue con el crimen organizado tal y como lo había planteado éste, a quien se le ha identificado como uno de los operadores máximos del grupo criminal. Por cierto, si alguien dudaba aún, a esa hora del día, de que La Tuta era La Tuta y que había salido en televisión, una vez dado el mensaje del funcionario esa noche -y aunque no lo mencionó por su nombre- se le daba carta de validez a la extravagante aparición del criminal. (Valga un apunte: dicho mensaje se divulgó en la televisión michoacana y en otros medios que lo reprodujeron por obvio interés periodístico. El Canal 2 de la principal televisora del país decidió esa noche -una vez más- que millones de personas no tendrían por qué enterarse de semejantes asuntos. Se limitó a presentar un fragmento del discurso de Gómez Mont sin un contexto aunque fuera mínimo y sin una sola mención de los dichos de Gómez Martínez. Telespectadores en todo el país se quedaron en ayunas de lo que, ya a esa hora, era un revuelo nacional. Los menos desprevenidos frente al televisor se preguntarían, si acaso, ¿a honras de qué venía la postura enfática del secretario de Gobernación? ¿A qué venía el desplante de Gómez Mont sin destinatario a la vista?).

El mensaje oficial concitó apoyos de diferente signo. Nadie diría, en su sano juicio, y mucho menos en voz alta -salvo el alcalde electo de San Pedro Garza García, Nuevo León-, que hay que pactar con los narcos para vivir en paz.

La famosa Tuta hizo su llamado -entre comedido y amenazante- justo en el momento en que el país observa, horrorizado, la brutalidad de la que son capaces cuando les tocan a uno de los suyos. Han desplegado en los últimos días capacidad de fuego, de organización y de sincronización para atacar con fiereza asesina a varios frentes de las fuerzas federales apostadas en Michoacán. Doce cuerpos de policías federales fueron brutalmente masacrados y dejados en la autopista Siglo 21 de La Huacana en una de las imágenes que más han estremecido al país en los últimos tiempos. Deslucido resultó, por demás, el funeral organizado para las víctimas de tan artero ataque. Por razones desconocidas ni el Presidente ni secretario alguno se apersonaron durante la ceremonia. La secuencia violenta de los últimos días es atribuida por las autoridades a una reacción furiosa o "desesperada" -si nos atenemos a lo que dice Felipe Calderón- por la detención de un presunto criminal al que le llaman La Minsa y que es identificado como una suerte de "coordinador de coordinadores" de ese grupo criminal. La virulencia mostrada por los criminales ha provocado un reforzamiento policiaco militar sin precedente. Espera a Michoacán un destino cruento de duración indeterminada."

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