Por Esto!
De Ayotzinapa a Iguala
Alberto Híjar
De haber investigado y escrito eso que llaman el contexto, Marx estaría integrado a los historiadores de su tiempo como uno más. Pero decidió ser concreto y entró directo a la mercancía en el primer tomo de El Capital. En uno de los prólogos aclara que la estructura del hombre explica a la del mono y no al revés. Esta provocación es peligrosa porque puede derivar en el presentismo propio de los comentaristas de ocasión capaces de encontrar semejanza entre el pasado y lo que ocurre ahora. Con las obvias precauciones, habrá que entrar directo al clamor mundial sobre los 43 de Ayotzinapa para rastrear la acumulación histórica del acontecimiento trágico rico en determinaciones. Para no arrojarse en ellas y ver qué sale porque hay fondo pletórico, hay que descubrir dominios, réplicas, respuestas o sea, aplicar la dialéctica.
De aquí el Estado-Nación, institución fundamental de acumulación capitalista. Es evidente su incapacidad para cumplir la consigna revolucionaria burguesa de 1789: Libertad, Igualdad, Fraternidad. Ya ni hablan de esto los funcionarios a cambio de sustentar la tesis positivista del progreso y la igualdad social que llegará con él. Aquí empieza el rastreo porque en rigor jamás hubo Estado-Nación sino que la invasión colonial impuso al Estado contra la Nación. Lenguas, territorios, creencias, usos y costumbres fueron violentados. Cuando el quinto centenario de la ocupación española, Marcelino Perelló comparó la brutalidad del imperio británico y las monarquías francesa, holandesa y belga en Asia donde el hinduismo existe y se reproduce y los nombres son en las lenguas originarias, a diferencia de lo ocurrido en América con el exterminio de los pueblos originarios, la destrucción de sus creencias y la abolición de sus lenguas y sus nombres. No hace mucho, una pareja ñahñu se hizo famosa por un día al ganar el derecho al registro civil de uno de sus hijos con nombre indígena.
Los 43 de Ayotzinapa ponen de manifiesto la crisis de muerte de los Estados-Nación en el mundo entero. En lugar de Estado fallido, Carlos Fazio toma el nombre de Estado forajido porque las reformas constitucionales y los aparatos de gobierno están orientados a encubrir los miles de contratos de una oligarquía dispuesta al enriquecimiento ilícito a costa de los derechos de los trabajadores y del ambiente. De aquí la solidaridad internacionalista en la hora de la corrupción mundializada impuesta por vías financieras, industriales, jurídicas y militares a la par de la destrucción progresiva y constante del planeta.
Es menester dar a entender el virreinato y sus instituciones puestas en crisis por las reformas borbónicas como proyecto de modernización capitalista cuando en la monarquía española no se ponía el Sol. Colonialismo, despojo, violencia institucional contra los pueblos originarios y arrasamiento de la trilogía propuesta por Andrés Aubry de tierra-territorio-terruño, es un proceso mundial desde el siglo XVI y “la acumulación originaria del capital” incluida por Marx al final del primer capítulo de El Capital como exigencia histórica teórico-práctica distinta del eurocentrsimo y progresismo positivista atribuidos como defectos al revolucionario integral.
Hay que precisar dominios específicos. El lugar de Nueva España en la acumulación capitalista enfrenta al eurocentrismo de suponer universal la serie esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo, comunismo como ley fatal de la historia. Samir Amin objeta la consideración como serie y advierte el carácter abstracto por historificar, de los modos de producción. Semifeudalismo han precisado los estudiosos, Enrique Semo entre ellos, para designar lo ocurrido en el virreinato y sus consecuencias campesinas. En rigor, no hay feudalismo como en Europa salvo en la India y Japón. Modo de producción asiático tuvo que proponer Marx para orientar las precisiones marxistas sin eurocentrismo. Samir Amin plantea la existencia de un modo de producción islámico donde los dominios se invierten porque la religiosidad determina relaciones de producción concertadas en una acumulación capitalista con castas, tribus, jeques, ayatollas, reyes y cortes distintas a las europeas. En América, la existencia de semejanzas es muy remota y sólo se conserva en ritos y mitos de religiosidad no canónica, no institucionalizada, sino usada por los conquistadores como recursos de poder caciquil. Esto dificulta los proyectos de autonomía y autogestión sometidos a licencias y decretos de sometimiento, salvo en estados como Oaxaca donde es legal la elección por usos y costumbres. Hay resquicios y procesos desentendidos del Estado como los construidos por el EZLN y los intentados en La Huasteca por Kgozni. Es imposible explicar la conquista por un pequeño ejército invasor con poder de fuego superior al de los pueblos sojuzgados, sin la alianza de los españoles con los tlaxcaltecas. Desde entonces y hasta ahora, la corrupción traicionera es propia del Estado contra la nación.
La revolución de Independencia es por la autonomía política, la encabezan criollos ilustrados en la coyuntura del vacío de poder real en España. La Ilustración Francesa se reprodujo en los colegios jesuitas, esos sí de catalogación y conocimiento de la riqueza propia de la Nueva España, nombrada por primera vez México por el jesuita Francisco Javier Clavijero, exiliado en Bolonia. La expulsión de los jesuitas a fines del siglo XVIII se explica por el enfrentamiento de dos proyectos capitalistas: el comunitario de los jesuitas desparramados por todo el mundo y el de despojo con legalidad colonial impuesta por los Borbones aún en el poder, más bien simbólico, hasta ahora.
Una historia de resistencias caracteriza la formación social del estado de Guerrero. No hay ahí colonización lujosa y al puerto de Acapulco sólo se podía llegar por mar hasta el siglo XX, cuando los hermanos Escudero organizaron lo que Taibo II llama “el socialismo en un sólo puerto”. La presencia de comunidades de origen africano implica una resistencia anticolonial concretada en dirigentes negroides como Guerrero y Morelos. El bandolerismo es de larga tradición con personajes como el Cirgüelo y con curas insurrectos incorporados a la guerra de Independencia. Un hacendado como Juan Alvarez convierte el Plan de Iguala en proyecto antidictatorial republicano y, a su pesar, alcanza la presidencia de la república por su prestigio político. El territorio de Guerrero es impreciso con Oaxaca para integrar una región con características singulares de explotación social, caciquismo y corrupción que incluye los grandes sembradíos de amapola y mariguana. La tradición guerrillera es constante desde la guerra de Independencia y hasta ahora. Proyectos como la educación popular y socialista alcanzan en Guerrero su posibilidad máxima con las Escuelas Normales Rurales. De aquí Genaro Vázquez y Lucio Cabañas con el lema concluyente de sus últimos comunicados: “Ser pueblo, hacer pueblo, estar con el pueblo”. Pobrismo llaman los socialistas eurocéntricos a esta tendencia que ahora adquiere dimensión internacionalista de consecuencias inusitadas. Habrá que ver.
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