Por Esto!
Jorge Canto Alcocer
Las voces que exigen la renuncia de Peña al cargo de presidente de la república, para el que NO fue electo legítimamente, siguen subiendo de tono. El último llamado, el de Jorge Ramos, periodista “estrella” de la cadena hispana Univisión, fue especialmente espectacular, en el evento estelar de la conservadora revista “Time”, semanario que es uno de los íconos universales del “pensamiento único”, es decir, de la derecha estadounidense. De hecho, durante su discurso, Ramos, además de atacar a Peña, lanzó críticas a Venezuela, país considerado actualmente como el mayor enemigo mediático de Washington.
La posición de Jorge Ramos, considerado por “Time” como uno de los cien hombres más influyentes del mundo, es congruente con su trayectoria y ha sido expresada reiteradamente en sus espacios televisivos en Univisión, pero causó asombro por el foro donde fue expresada. Fue un discurso atípico en un escenario atípico. Y ha causado en los Estados Unidos el tremendo impacto mediático que se buscaba. La figura de Peña, que ha sido golpeada justa y contundentemente desde hace varios meses, recibió así uno de los misiles más directos y devastadores.
Pese a su consideración como “hombre muy influyente en el mundo”, en México Ramos no es realmente tan conocido. A nivel popular, está muy lejos de poseer el impacto de, digamos, López Dóriga. Pero entre los empresarios y los grupos poderosos del país, Ramos, pero sobre todo una revista como “Time”, sí gozan de una enorme aceptación e influencia. Consideramos que el discurso del periodista, a nivel de México, estaba dirigido precisamente a este público, que desde hace meses está deshojando la margarita entre vigorizar su apoyo al gobierno peñista, o de plano retirárselo, pues está haciendo tan mal el trabajo y ha concitado tal oposición, que no está defendiendo cabalmente los intereses oligárquicos.
Expliquémonos mejor: por un lado está el formidable movimiento de resistencia popular contra el gobierno de Peña y, en general, contra el neoliberalismo depredador y represivo, que ha puesto a esta administración contra las cuerdas; y, por otro lado, están las maniobras de una parte de la oligarquía, e incluso de la clase política, que está apostando por escapar de la crisis entregando la cabeza de Peña. Evidentemente no es una postura unánime, tal vez ni siquiera mayoritaria, pero sí es una postura que está ganando adeptos y credibilidad entre sectores cada vez mayores de las élites mexicanas.
De ningún modo estamos afirmando que Jorge Ramos sea un periodista “vendido”, absolutamente manipulado o que esté jugando un rol predeterminado. Pero sí afirmamos que Ramos ha tomado generalmente una postura de crítica moderada, acorde a sus intereses personales y a los de los medios, conservadores por cierto, en los que trabaja. Dicho en otras palabras, la renuncia de Peña está siendo exigida cada vez de manera más fuerte por algunos de los sectores que ordinariamente se habían alineado con el neoliberalismo mexicano, o, al menos, lo habían criticado con mucha cortesía y moderación.
Nuestra hipótesis es que grupos oligárquicos mexicanos y estadounidenses buscan convertir a Peña en el “chivo expiatorio” cuya renuncia o licencia sea suficiente para desactivar el peligro de una movilización popular a gran escala. Esta posibilidad que, consideramos, comenzó a plantearse después del pésimo manejo político de la masacre de Iguala, y cuya evidencia mayor es precisamente el “golpazo” de la “Casa Blanca”, que volvió a esgrimir Ramos en su impactante discurso –significativamente, no mencionó los crímenes de Estado de Tlatlaya, Iguala y Apatzingán-, continúa ganando terreno, aunque aún no es aceptada por una mayoría absoluta de los hombres de negocios y políticos corruptos y autoritarios que encabezan los principales grupos de poder. El PRI y sus satélites, y facciones considerablemente importantes del PAN y del PRD, continúan apoyando a la administración peñista, con la que negocian impunidades, cargos y latrocinios, de espaldas a la ciudadanía. Pero la idea de entregar la renuncia de Peña con tal de calmar los ánimos sociales está en la mesa, y va ganando terreno.
Muy distinta es la posición de los movimientos populares que, si bien estamos exigiendo la renuncia de Peña, vemos este acto como meramente simbólico e inicial en un proceso de enormes transformaciones en todos los ámbitos de la vida nacional, que incluya el establecimiento de una auténtica democracia. En este sentido, celebramos declaraciones como las de Jorge Ramos, pero advertimos que así como no todo lo que relumbra es oro, no todas las críticas al gobierno de Peña tienen como fin el beneficio popular.
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