Por Esto!
“Temor, Terror y Esperanza”
María Teresa Jardí
Lo único que le falta a la censora y criminal Gobernación peñista es anunciarnos que se va a castigar el derecho a no votar.
Lo único que le falta a la censora y criminal Gobernación peñista es anunciarnos que se va a castigar el derecho a no votar.
¿Nos van a llevar a la fuerza? ¿A cambio de una torta de tamal y una Coca-Cola, que ya sabemos que es veneno? ¿Con camisa de fuerza, quizá? ¿Van a allanar nuestras casas?
Sería menos indigno no gastar la millonada que se tira a la basura en los procesos electoreros a los que de elecciones no les queda nada.
La lucha ciudadana no tiene nada que ver con el rollo electorero que se exhibe sin vergüenza incluso en la elección de candidatos encaminado a “justificar la imposición del nuevo producto televisivo decidido de antemano”; y en las intermedias, que se acercan, para sentar como hacedoras de las leyes a modo a las Carmen Salinas como parte de la mafia que desgobierna al país.
Más respeto, señores. Ya se sabe que a falta de inteligencia, estupidez irredenta. Pero todo tiene un límite. Yo no voy a votar y mi derecho a expresarme me permite señalar el porqué no voy a acercarme a las urnas.
La ausencia absoluta de respeto que significa que Carmen Salinas haya sido elegida para ser legisladora al lado de la madre de Gutiérrez de la Torre, que no tiene la culpa de tener un hijo tratante de personas, pero que es la idónea para permitir legislar al hijo abusador de mujeres que buscando un trabajo ofrecido por el PRI se acercaban a la jefatura de ese partido en el Distrito Federal. Partido podrido hasta las entrañas, para ser enteradas, las ingenuas que se acercaban, de que de ser contratadas debían cumplir las fantasías sexuales del “jefe”, impune, claro, como en México queda todo probado delincuente.
La ausencia de respeto que siente la mafia que desgobierna me da el derecho a señalar que o nos ponemos las pilas y nos vamos a un paro general: las horas, días o semanas que hagan falta, llamando, luego de restaurar la Constitución de 1917, a un nuevo Constituyente, o México sigue camino del despeñadero.
Una de las exposiciones fotográficas del Museo de la Ciudad en el Estado de Querétaro habla del racismo, mostrando cómo se desprecia a los indígenas que venden sus artesanías en Teotihuacan sin poder entrar a hacerlo en el Wall Mart construido en ese lugar.
La otra, también fotográfica, nos remite al exilio y su necesidad de construir en los lugares por donde obligadamente se pasa, aunque sea un precario hogar que se pueda llamar propio... en la esquina de un vagón o bajo un árbol para dormir con una cobija...
Y la principal, titulada 2014, inicia su explicación previa en un gran cartel fuera de la sala diciendo: “... 2014 municipios... 43, 72, 3000... Los números hacen sentido mientras aparecen en la prensa, luego sólo sirven para acrecentar el terror sin límites que se esparce sobre la nación mexicana...”
Al entrar en el primer salón aparecen cientos de conejos blancos dando la espalda, a unos cuantos conejos rotos, rojos por dentro, por el golpe de unas pesas.
En la pared, también blanca, una sola pancarta que bajo el título: “El Miedo y ¿A dónde?”, nos dice: “El peso del crimen nos mata, bebe a sorbos la sangre de nuestro pueblo y no acaba de saciarse. Se expande el miedo como una plaga, en cada ciudad, en cada casa, se respira el temor y la desesperanza. La muerte nos ha consumidos a todos”.
En la salón de al lado bajo el título El horror: una carretilla llena de cráneos y en la pared otra pancarta que dice: “Hartos de violencia. Tantos muertos, tan brutales las circunstancias, tan valiosa cada vida que el crimen arrebata. Víctima, victimario, llora la patria las vidas rotas de sus hijos muertos. Se harta el corazón de vacío”.
En la tercera sala una gran cesta de la que salen palomas blancas. La pancarta Semillas, nos dice: “Nos enterraron no sabiendo que somos semillas. La sangre derramada y el recuerdo de los muertos será la simiente y la fuerza, para tener presente que son más los motivos para seguir y hacer florecer la tierra”.
Apenas, nada, la pequeña gran exposición sobre la violencia que produce el miedo primero y el terror después sin poder ni así asesinar la esperanza. Exposición de José Miguel Loyola que debería recorrer los museos de todo el territorio mexicano convertido en cementerio.
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