¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
“¿Por qué dice que está todo bien?”, le escupieron a Peña
Álvaro Cepeda Neri
Conjeturas
Sólo parar rescatar a los hijos de Angélica Rivera y Peña Nieto no hubo
negligencia. Y la noche del día 14 fueron llevados, de la mansión
presidencial en Acapulco, a la residencia de Los Pinos, para aparecer en
el balcón la noche del Grito; para la que Eruviel Ávila contrató muchos
acarreados de a 500 pesos cada uno, cena y traslado de ida y vuelta al
Estado de México, para vitorear no a los Héroes de la Independencia,
sino: “¡Peña… Peña!”. Pero a los pobres, los que están al margen del
discurso para combatir el empobrecimiento con puras promesas de Peña y
su pepsicolera secretaria de Sedesol, la Robles Berlanga, nadie les
advirtió de la llegada de “Manuel” o de “Ingrid”, pues los
desgobernadores de esas entidades, encabezadas por el de la
cena-borrachera de Ángel Aguirre y sus invitados, la noche del día 13
“celebraron” la histórica instalación del Congreso de Anáhuac donde se
proclamaron los Sentimientos de la Nación de Morelos, quien sí fue
siervo de la Nación y no como los caciques actuales.
Peña se retiró de la cena del 15 pero dejó que se hartaran sus más de
700 invitados; en lugar de suspenderla y enviar esa comida a los centros
defeños donde sobreviven los miserables en la capital del país. Se fue a
preparar la tardía asistencia a los turistas atrapados en Acapulco y
cuyo ciclón abortó la miseria en la que sobreviven cientos de miles de
guerrerenses. Los funcionarios federales y de las entidades de Guerrero,
Oaxaca, Jalisco, Sinaloa, Veracruz, Michoacán, Nuevo León, al menos,
actuaron con tardanza. Igual los de Conagua y los servicios preventivos
de protección civil, adheridos al lema de que “aquí no pasa nada… hasta
que pasa”. Y “Manuel” ya había arrasado todo a su paso (y van ya 194
muertos, con 69 desaparecidos, según las mentirosas cifras oficiales,
que siempre todo lo minimizan si son desgracias y exageran cuando hay
síntomas de mejorías.
Pues bien. En uno de sus viajes a Guerrero, sobre todo a la zona
siniestrada acapulqueña y sus alrededores montañosos, el señor Peña
llegó a la comunidad Del Arenal, en Coyuca de Benítez, acompañado del
cínico Aguirre Rivero, una “cola” de funcionarios que sólo estorbaban y
sus escoltas militares. Éste le extendió la mano a una mujer de
veintitantos años con el rostro agobiado y muestras de sufrimiento,
quien no contestó el saludo y Peña tuvo que retirar su brazo extendido.
Esta guerrerense, orgullosa de su raza, le vomita a la cara al “señor
presidente”: “¿Por qué dice que todo está bien y que estamos bien?... No
estamos bien, necesitamos ayuda, comida”. A lo que Peña contestó: “Me
refiero al ánimo, México va adelante”. Pero la mujer le replica: “No, ni
en eso… estamos tristes, perdimos todo” (Eduardo Ortega de El
Financiero: 25/IX/13). En esa comunidad el ciclón arrasó con todo y sólo
unos pocos habitantes sobrevivieron. Peña respondió que estaban
repartiéndose despensas. La mujer lo siguió mirando y él se retiró con
el escupitajo en la cara y otro en la abotagada cara del desgobernador
que anda como loquito en radio y desplegados de prensa, tratando de
justificar su negligencia.
cepedaneri@prodigy.net.mx
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