¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
El analfabetismo de los televisivamente manipulados
María Teresa Jardí
Todo movimiento social verdadero es una fiesta y fiesta fue el Movimiento Estudiantil de 1968, por supuesto. Una fiesta que mañana
cumple 45 años de haber sido masacrada por “las fuerzas del orden”, que
continúan aniquilando al pueblo mexicano.
Casi medio siglo en el que se pudo escribir para los mexicanos otra
historia. Cuarenta y cinco años que pudieron ser de gloria para el país
que hoy encabezaría, con el liderazgo ganado, si se hubiera apostado por
la democracia y en particular por la libertad y por la justicia. Pero
se apostó a la represión, como se está haciendo ahora ya con obscenidad
sin maquillaje desde que Calderón, para hacer la entrega del país,
organizara una guerra contra el pueblo para hacer con ella una limpia de
pobres que sigue viento en popa incluso por los males que se achacan a
la naturaleza, aunque los responsables tengan también nombre y apellido.
Represión que a Díaz Ordaz convirtió en un asesino y a Echeverría
también en criminal, amén de en entreguista y responsable del inicio de
la baja en la educación que hoy afecta por completo al país, al punto de
que la telebasura ha podido imponernos a un analfabeta, como Peña, al
frente del Ejecutivo federal, a los mexicanos, que o tomamos nuestro
destino en nuestras manos o se nos convierte en esclavos.
Hay un llamado a no encender los canales de la Televisa el cuatro de
octubre. No. No es suficiente. Apagar el televisor de manera definitiva
por ahora o al menos todos los canales de la televisión abierta, aunque
no sean mejores tampoco los de paga, es un acto, hoy en México, de amor a
la patria mexicana que se encuentra a punto de dejar de ser de los
mexicanos.
No entenderlo tiene que ver con la baja en la educación, por supuesto.
Pero no intuirlo al menos es probable que tenga que ver con lo que los
mexicanos, por dejados, nos merecemos.
El cambio de sistema es imprescindible y quizá se puede hacer de manera
pacífica. Pero no va camino de ser posible sin llamar al menos a tomar
todas las medidas que afecten los bolsillos de quienes tanto daño le
están haciendo al país. Y como cabeza sin duda está la telebasura,
aunque también estén involucradas las grandes cadenas que a los
mexicanos venden la comida y los productos chatarra que en otros lugares
del mundo ya no se quieren.
Ayer domingo me llamó mi hijo que vive en el Distrito Federal para ver
si quería ir a ver una función de teatro con mi nieta. Le dije que sí y
los hermanos y la otra abuela incluida intentamos llegar a uno de los
teatros que se ubican detrás del Auditorio Nacional. Pero... ¡Oh!,
sorpresa, por Reforma pasan los ciclistas domingueros de Mancera,
transitan autobuses para turistas vacíos y una especie de autobús que
pasa imágenes anunciando algún evento ocupa parte de la vía. Mancera
contribuye al malestar ciudadano que las marchas de los maestros y otros
grupos, como los cañeros condenados a morir de hambre, grupos a los que
asiste la razón, de suyo también causan. Todos sumados a la represión
en marcha. No llegamos, por supuesto, a la obra de teatro y entonces a
mi hijo se le ocurre que vayamos al Museo de Cera, que hace años que no
vemos las abuelas, y que no conoce mi nieta y además a ver el de Ripley
que tampoco conocemos ninguna de las tres mujeres. Y en el de Cera,
lleno, muy lleno, lo que me parece muy bien, veo que con las que más se
retratan, los muchos que se retratan, es con figuras de cera de Fox, en
medio, con Zedillo por un lado y Calderón, por el otro, y no dejo, de
regreso en mi casa y mientras esto escribo, de pensar en si el pueblo
mexicano tendrá o no remedio. Falta tanto para que la clase media baja y
más aún la media alta, porque no es nada barata la entrada a esos
museos, lo entienda, que quién sabe si dentro de cuarenta y cinco años
más, no estén los hijos de mis nietos luchando por abolir la esclavitud
del pueblo mexicano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario