Homozapping
Esos necios del 68
(Segunda Parte)
Argel Gómez Concheiro
Los ríos de estudiantes no paraban de llegar al Zócalo de la Ciudad de México. Corriendo, gritando consignas, cantando, los contingentes de las escuelas y facultades de la UNAM entraban llenando la plaza. Era el 21 de enero de 1987 y entre los mirones de la marcha estaba Carlos Monsiváis, que cayó en la cuenta: “No se veía algo así desde el 13 de septiembre de 1968.”
Habían
pasado 18 años. De forma callada, sin permiso y contra las instrucciones
del gobierno, los jóvenes ya habían salido a remover los escombros del
terremoto de 1985. El intento de imponer unas primeras reformas
neoliberales en la UNAM detonó el inmenso movimiento estudiantil que se
organizó en el Consejo Estudiantil Universitario (CEU). En pocos meses
el movimiento salió victorioso: las reformas fueron retiradas y se
acordó con las autoridades universitarias la realización de un Congreso
Universitario. Esos miles de estudiantes que llenaron de nueva cuenta el
Zócalo de la ciudad de México se vieron en el espejo del 68. Ya no de
poquito en poquito. A la velocidad en la que detona un movimiento de
masas, se apropiaron de la historia del 68 y se sumaron al grito de ¡2
de octubre no se olvida!
La Maldita vecindad y los hijos del
quinto patio, destacada banda de rock y fusión mexicana, surgió en estos
años y participó activamente en el nuevo movimiento estudiantil.
Algunos años después, cantaría: “¿Qué fue el 2 de octubre? / ¿Cuánta
gente murió? / Tan fuerte era el silencio / que su grito rompió. / El
tiempo no lo ha callado / se sigue escuchando hoy. / Esta historia hay
que escribir / nuestra vida tiene raíz.”
Esta reconquista de la calle por miles
de estudiantes, nutrió al movimiento democrático que sacudió al país en
1988, en torno a la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas. De
golpe, el 68 apareció como una lucha vigente, y muchos dirigentes y
activistas de aquél movimiento se reencontraron en una nueva batalla por
la democracia, después de años de reflujo, dispersión y sectarismo.
Los libros sobre el 68 —que se
publicaron entre el 20 y 30 aniversario— ampliaron el panorama sobre
nuevos aspectos: la producción artística, el impacto cultural, así como
su carácter de precursor de las luchas por los derechos humanos, el
feminismo y las libertades de las minorías. Los mas destacables son
libros colectivos, donde la diversidad de experiencias y años de
reflexión ofrecen un panorama rico en descubrimientos. Se documentaron
los antecedentes y la sincronía con los movimientos de ese año que se
produjeron en otros países; se empezó a hablar del “espíritu del 68″ y a
profundizar sobre las “lecciones del 68″. Despuntaron una serie
interrogantes que animaron cierto debate: ¿cometió errores el
movimiento? ¿Éste fue derrotado? ¿Se ha construido un mito del 68?
Sobresalen, de 1988, el libro Pensar el 68, con entrevistas y textos de 34 sesentayocheros y un número especial de la revista Zurda,
(cuyo lema era “Por la organización de los trabajadores del arte”) con
testimonios, análisis políticos, reflexiones sobre la gráfica y la
literatura del movimiento, fotografías, poemas y más. Una verdadera joya
de la biblioteca del 68.
Pero los necios del 68 no se conformaron
con contar sus historias. Entre la nostalgia de los tiempos heroicos y
los ánimos recargados por los recientes movimientos que confrontaron de
nueva cuenta al régimen, los sesentayocheros refrendaron las exigencias
de justicia.
En agosto de 1993 se creó el Comité
Nacional 25 años de 1968. Desde esa plataforma, se convocó a destacadas
personalidades para conformar una Comisión de la Verdad, con el objetivo
de deslindar responsabilidades sobre la represión y la masacre del 2 de
octubre y de esclarecer las acusaciones contra el movimiento. Se inició
así un periodo en el que fue aumentando la exigencia pública de que se
abrieran los archivos gubernamentales e iniciara un juicio contra los
responsables de las acciones represivas. Sin embargo, aun tendrían que
pasar ocho años para se abrieran los primeros archivos.
Mientras el Comité luchaba por que su
exigencia de justicia llegara a los tribunales, las máquinas de
escribir no se detuvieron. Memorias (desde el desparpajo de Paco Ignacio
Taibo II, hasta la formalidad de Gilberto Guevara Niebla), cronologías
(La mas completa elaborada por Daniel Cazés y publicada en 1993),
antologías (de la gráfica, poesía y teatro), novelas (donde brillan
Fernando del Paso, Roberto Bolaño y más recientemente Fabrizio Mejía
Madrid) y documentales (como los imprescindibles trabajos de Carlos
Mendoza). Esfuerzo aparte fue la película Rojo Amanecer, de Jorge
Fons, que enfrentó la censura y serias dificultades para su exhibición,
que finalmente se llevó a cabo en 1990. Toda esta producción cultural
aportó en la construcción de la verdad histórica, tejida a muchas manos.
La aparición de nuevos medios de comunicación como la revisa Proceso en 1976, y el periódico La Jornada
en 1984, fueron también muy importantes, pues no sólo dieron voz a los
protagonistas de los sucesos, sino que continuaron documentando el
movimiento e investigando sobre las responsabilidades de los hechos
represivos.
En octubre de 1998, el programa Testigos
de Noticieros Televisa, dedicó una emisión especial al 68, a cargo del
inefable Jacobo Zabludovsky. El programa comienza con la grandilocuencia
que caracteriza al conductor: “El 2 de octubre de 68 mueve la
consciencia de los mexicanos”, para rematar su introducción con un “pero
nadie tiene toda la verdad de lo que pasó.”
Zabludovsky lamenta en su programa la
destrucción de la puerta de la preparatoria del viejo Colegio de San
Ildefonso; la acaricia, mientras dice, “estaba convertida en astillas y
así la moral de los viejos y nuevos universitarios. La escena era
simbólica, significativa, el conflicto había rebasado los límites de la
prudencia y tomaba perfiles catastróficos”. Pero ¿quién destruyó la
puerta para pasar a golpear y detener estudiantes y maestros?. Esa no es
una pregunta digna de tan excelso periodista, quien no pudo tampoco, en
un “recuento de hechos” incluir ni la voz del rector Barros Sierra.
El corolario del programa son una serie
de preguntas que, en tono filosófico, se hace Zabludovsky: ”¿Valió la
pena? ¿cuál fue el objetivo del movimiento? ¿Qué intereses había?
¿Quienes ganaron? ¿Quienes perdieron? ¿México es otro? ¿valió la pena?”
Inmediatamente después corta a un fragmento de la entrevista que realizó
a Alfonso Martínez Domínguez, dirigente del PRI en 1968: “Díaz
Ordaz heredó a México la solidez de sus instituciones, si no hubieran
ocurrido los trágicos acontecimientos del 2 de octubre, este país
hubiera cambiado para mal y estaríamos en el caos.” Así las cosas, en la
televisión mexicana ¡a treinta años del 68!
La formación del Comité 68, dirigido por
Raúl Álvarez Garín y Félix Hernández Gamundi, entre otros
sesentayocheros, permitió articular un tenaz combate a la impunidad de
los crímenes de Estado de 68, 71 y a lo largo de la guerra sucia. Con la
derrota del PRI en las elecciones de 2000, la presión para juzgar a los
responsables, consiguió la creación de la Fiscalía Especializada para
Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, dependiente de la
Procuraduría General de la República (PGR).
Simultáneamente, a finales de 2001 se
hicieron públicos una serie de documentos oficiales y fotografías de
la PGR y de la desaparecida Dirección Federal de Seguridad. Entre ellos
había informes pormenorizados de los sucesos del 68, incluidos
“incidentes relacionados con los acontecimientos de Tlatelolco” y sobre
los detenidos y los fallecidos esa noche. Los documentos fueron
cuidadosamente seleccionados para evitar incriminaciones a los mandos
superiores, pero aun así fueron fundamentales para conocer la forma en
la que se espió, persiguió y reprimió al movimiento estudiantil desde
las oficinas gubernamentales.
Con los materiales conocidos, los nuevos
archivos desclasificados y una gran cantidad de denuncias y
testimonios, la Fiscalía Especial elaboró un “Informe histórico a la
sociedad mexicana 2006″ que dejó insatisfechos a muchos. Sin embargo,
esta investigación desembocó en un arresto domiciliario por el delito de
genocidio contra el ex presidente Luis Echeverría. Desafortunadamente,
en poco tiempo fue suspendida la acción penal contra el ex presidente
por los magistrados encargados del juicio, bajo el argumento de la
prescripción de los delitos. Aunque el caso no está cerrado
definitivamente y hoy el Comité 68 exige que se abra de nueva cuenta,
también prosiguen otra serie de juicios en tribunales internacionales.
En 2007 el senador Pablo Gómez, quien
fue dirigente estudiantil en 68, presentó por segunda ocasión, (la
primera data de 1998) una iniciativa de ley para declarar el 2 de
octubre día de duelo nacional. Aprobada en el Senado, la iniciativa
enfrentó un callado boicot del PRI en la Cámara baja. Para noviembre de
2011, la iniciativa fue finalmente aprobada por 333 votos a favor y
ningún voto en contra. Por primera vez, la versión oficial hizo mutis en
el Congreso.
Gracias a ello, el 2 de octubre de 2012
el Comité 68 acudió al Zócalo de la Ciudad de México para ser testigo
del primer izamiento, por ley, de la bandera nacional a media asta. De
ahí, los viejos y aguerridos sesentayocheros acudieron al Campo Militar
Número 1, para demandar que se hiciera lo propio. En improvisada
ceremonia, en el mismo lugar donde fueron recluidos ilegalmente y
torturados algunos de ellos, conmemoraron el “aniversario de los caídos
en la lucha por la democracia de la Plaza de las Tres Culturas en
Tlatelolco”.
La UNAM inauguró en el año 2007
el Memorial del 68, un espacio museográfico dedicado al movimiento
estudiantil, en un edificio ubicado a un costado de la Plaza de las Tres
Culturas, que fue sede la Secretaría de Relaciones Exteriores. A pesar
de ser un espacio pequeño y de las limitaciones propias de los museos de
ese tipo, se trata de un esfuerzo de divulgación amplio y comprometido,
que se organizó después de una exhaustiva reunión de materiales de la
época. Es un espacio que la Universidad le debía a las generaciones de
universitarios y vecinos de Tlatelolco que han participado en la lucha
por la democracia.
En los últimos años una nueva oleada de
libros y documentales, algunos enriquecidos por los materiales
desclasificados, siguen llenando el librero del 68. Algunos parecen
querer cerrar el tema, creyendo en el final de los tiempos radicales.
Otros, sin limar los filos que siguen doliendo, logran conectar con las
actuales batallas.
Recientemente, de nueva cuenta los ecos
del 68 se negaron a ser pieza de museo o libro encuadernado en piel y
letras de oro. Cuando los miles de jóvenes identificados con el hastag
yosoy132 salieron de las redes sociales a manifestarse a las calles,
con la intención de cerrarle el paso al PRI en las elecciones de 2012,
renovaron la lucha por la democracia, advirtieron sobre la ominosa
violencia gubernamental y evocaron una y otra vez al 68.
Vale la pena recordar que la chispa que
encendió a este nuevo movimiento juvenil, fue el agravio que
sufrieron estudiantes de la Universidad Iberoamericana,
cuando fueron ignorados, primero, y difamados, después, por Televisa.
Los estudiantes cuestionaron al candidato presidencial del PRI, durante
un acto de campaña en su Universidad. El viejo cartelón de “prensa
vendida” del 68, se actualizó en un duro cuestionamiento por la
connivencia entre el poder público y el poder económico, dueño de las
principales medios masivos de comunicación.
En 45 años, la memoria del 68 se ha
mantenido presente gracias a la tenacidad de miles de hombres y
mujeres. La producción periodística, literaria, audiovisual y artística;
la transmisión de boca en boca, de generación en generación; la lucha
en las calles de los movimientos estudiantiles y sociales; la creación
de medios de comunicación independientes y alternativos; la denuncia en
el Congreso y en los tribunales; constituyen los territorios más
visibles de los conquistados por José Arcadio Segundo.
Se trata de una auténtica victoria
cultural que se alzó sobre la derrota política de aquél movimiento. A
pesar de su poder, el régimen fue incapaz de conculcar el derecho a la
memoria.
Bibliografía mínima
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