¡¡Exijamos lo Imposible!!
Proceso
Gordillo, cuando el poder se acaba
MÉXICO, D.F. (apro).- Detrás de las rejilla de prácticas del Juzgado
Sexto con sede en el Reclusorio Preventivo Oriente, Elba Esther Gordillo
quiso guardar silencio. Se le veía nerviosa en los movimientos de
cabeza que no dejaba de hacer, volteando de un lado a otro, mientras el
secretario de Acuerdos le leía sus derechos. Al final no quiso declarar.
Su silencio era elocuente por más que alegara detrás de barandillas,
sabía que, así como el poder presidencial de Carlos Salinas la encumbró,
ahora el poder presidencial de Enrique Peña Nieto, le quitaba la fuerza
y el imperio que se autoerigió desde la base magisterial.
En 24
años de estar al frente del sindicato de maestros, Elba Esther Gordillo
impulsó la carrera de muchos políticos de todos los tamaños, lo mismo
que de escritores y periodistas que asistían a sus cenas y estiraban la
mano para recibir prebendas y regalos que, generosamente, les ofrecía a
cambio de que hablaran bien de su proyecto.
Pero también encumbró
y fue el soporte de varios presidentes de la República. A Carlos
Salinas de Gortari, quien la puso al frente del SNTE, le fue útil
políticamente para mantener la unidad del PRI en 1994, cuando entró en
crisis por la aparición del EZLN y el crack financiero. Luego, a Ernesto
Zedillo le funcionó como catalizadora de la reforma educativa basada en
la descentralización. Mientras que al panista Vicente Fox le operó no
sólo la política educativa, sino también varias elecciones en los
estados, así como sus iniciativas en la Cámara de Diputados.
Felipe Calderón fue el más beneficiado de los favores de la maestra
Gordillo, quien se los cobró muy caros. Fue ella quien le levantó la
mano como ganador de las polémicas elecciones antes del dictamen del
Tribunal Electoral y, a cambio de esta acción legitimadora, recibió las
direcciones del ISSSTE y de la Lotería Nacional; la Subsecretaría de
Educación Básica de la SEP y la Secretaría Técnica del Consejo Nacional
de Seguridad Pública.
Hechura del sistema priista, pero
entronizada al máximo por el PAN, la maestra sirvió al poder
presidencial en turno y de éste se sirvió también.
De hecho, Elba
Esther Gordillo fue una de las piezas responsables de aceitar con
dinero una parte importante de la maquinaria de corrupción con la que
camina el sistema político mexicano y, también, pieza clave de esa
maquinaria que ayudó encumbrar a los últimos presidentes de la
República, hasta que rompió con Enrique Peña Nieto en noviembre del
2011, cuando Luis Videgaray le enseñó una encuesta que exhibía el escaso
peso electoral de su partido, el Panal.
Paradójicamente, el
regreso del PRI a la Presidencia significó para Gordillo el fin de su
ciclo. Después de 24 años ha dejado de ser útil al sistema político
corrupto y traicionero que la hizo a su imagen y semejanza.
Ella
traicionó al PRI desde el 2000, cuando en lugar de apoyar a Francisco
Labastida le brindó en secreto su respaldo al panista Vicente Fox; y
luego en el 2005, cuando fue expulsada del priismo por crear su propio
partido y apoyar a Felipe Calderón.
Con el PRI de Peña Nieto
quiso negociar puestos de gobierno y la hicieron a un lado, haciéndole
ver su poca representatividad en el mercado electoral. Tampoco la
necesitaban como operadora política ni como apoyo en su papel de
lideresa sindical.
Destronada, inutilizada, despojada del poder
que pensó tener por siempre, Elba Esther Gordillo dijo hace unos años en
una entrevista con este reportero lo que quería como epitafio:
“Aquí
yace una maestra que se atrevió hacerlo; no soy perfecta, he cometido
errores en mi vida y en política, pero lo que sí es cierto es que al
pasar de los años he tratado de ser mejor.”
Twitter: @GilOlmos
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