Contralínea
La Constitución en la mira de un locutor y una columna
Álvaro Cepeda Neri *
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos fue expedida y promulgada en 1917 por el Congreso Constituyente, todavía en el fragor de la revolución que echó del poder presidencial a Porfirio Díaz y cuando la contrarrevolución había asesinado a Madero por obra y desgracia del borracho (¿muy parecido a Calderón?) Victoriano Huerta. Y en este su aniversario 96, aunque se ignore o se pase por alto, es la Ley fundamental de toda la unión federal, como resultado de reformas a la Constitución de 1857 para ponerla de acuerdo con las necesidades de esa época. No podía permanecer intocable, y hasta la fecha, entre reformas y contrarreformas (más de 700), ha permanecido como fuente de toda la legislación a través de sus leyes, decretos y reglamentos que han de normar la conducta de todos los mexicanos (sin que esto quiera decir que no ha sido violada en sus principios e incumplida respecto a las obligaciones de quienes, por la buena o por la mala, en elecciones no siempre imparciales y legales, se han introducido a los poderes públicos).
Es el caso que en el noticiero radiofónico Enfoque (4 de febrero de 2013), le dieron el micrófono a un colaborador de ese programa, al parecer especialista en finanzas de nombre Arturo Damm, y sin mencionar bajo qué teoría económica, propuso suprimir los artículos que contienen los fines de política económica, sobre todo porque permite los monopolios del gobierno federal, lo que le parece una “contradicción” ya que esa misma Constitución prohíbe los monopolios privados.
Si bien está en su derecho de opinar,
debe aclarársele su equivocación, ya que jurídicamente es posible y
legal establecer monopolios públicos y prohibir los privados. ¿Cuál
contradicción? Obviamente el locutor de marras no tiene ni idea de lo
que se puede crear jurídicamente.
Casi igual opinó Sergio Sarmiento (en su columna en el diario Reforma,
5 de febrero de 2013), pues, limitado en conocimientos jurídicos,
también sostuvo que la Constitución de 1917 es “compleja y
contradictoria (y) con sus cientos de enmiendas, es una de las
principales razones de la pobreza en México”. De paso alaba a la
Constitución de 1857, a la que le imputó que, de estar vigente, nuestro
país sería “más próspero”. El señor Sarmiento de plano da palos de ciego.
¿La pobreza la ha generado la Constitución de 1917? La pobreza la han
creado los malos gobiernos y más ahora, desde Salinas a Calderón, por el
neoliberalismo económico, punta de lanza del capitalismo salvaje que sigue concentrando la riqueza en los Salinas Pliego, los Slim y demás individuos a los que Sarmiento defiende como empresarios.
Tanto Arturo Damm como Sergio Sarmiento
no tienen ni sospecha de la Constitución, ni de 1857 ni de la de 1917.
Les urge a los dos sesudos economistas (¿serán economistas?) que se
supriman los fines de la política económica en la Constitución vigente
para dejar pasar las propuestas peñistas en Petróleos Mexicanos, para
que la paraestatal tenga socios y la renta petrolera se vaya con los que
quieren explotar y comercializar el petróleo. Ellos son los
“modernizadores”, demostrando su ignorancia, pero en ejercicio de sus
derechos, sobre todo, de libertades de expresión.
*Periodista
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