jueves, 28 de febrero de 2013

La justicia no nace de la venganza política

¡¡Exijamos lo Imposible!! 
Por Esto!
Del Quinazo al Elbazo
Ricardo Monreal Avila

Inevitable la comparación. Si bien son formalmente casos y circunstancias diferentes, entre el Quinazo y el Elbazo hay una línea de continuidad y una bisagra común: la utilización de la justicia con fines de venganza política.

Anotemos las diferencias. A Joaquín Hernández Galicia, La Quina, lo acusaron por acopia de armas y asesinato de un agente del Ministerio Público Federal. Estuvo 10 años en la cárcel. Después se supo que las armas y el muerto se los habían “sembrado”.

Las armas eran del Ejército mexicano, recién compradas en Europa, y el agente del MPF había muerto un día antes en Chihuahua en un enfrentamiento. El delito verdadero era otro: haberse opuesto a la candidatura de Salinas de Gortari como candidato presidencial del PRI y haber simpatizado con la opción de izquierda representada por Cuauhtémoc Cárdenas.

Estaba tan desacreditada “La Quina, que ni las campanas doblaron por él, a pesar de la flagrante violación a ley. El fin (la desaparición de un cacicazgo sindical) justificó el medio (la venganza política).

Con Elba Esther Gordillo no hubo que fabricar nada. Se puso a modo. Dejó huellas electrónicas indelebles de su insultante enriquecimiento. Una profesora que declaró ingresos en cuatro años por un millón 100 mil pesos (es decir, 275 mil pesos anuales; o 22 mil 917 pesos mensuales), dejó huellas de gastos personales por 80 millones 837 mil pesos, desglosado de la siguiente manera: en la cadena norteamericana de tiendas departamentales de lujo Neiman Marcus: 3 millones de dólares; dos casas en EU por un total de 2 millones de dólares; renta de aviones privados, un millón 300 mil dólares; cirugías estéticas y reconstructivas, 17 mil dólares.

Los especialistas en moda, como Alejandro Brofft y Maripaz Ocejo, llegaron a contabilizarle atuendos de no menos de 300 mil pesos (entre zapatos, coordinados, aretes, cinturones y bolsas de marca), durante sus presentaciones en público, junto a los presidentes de la era panista, Vicente Fox y Felipe Calderón.

Tiene razón “La Quina” cuando exige que no se le compare con Elba Esther. “Yo ni lociones usaba…, nunca tuve cuentas en el extranjero ni casas en EU; es más, nunca viaje al extranjero; me subí por vez primera a un avión a los 45 años de edad y me marié. Ni el pantalón que usaba estaba a mi nombre y nunca le cobré un peso al sindicato por honorarios o sueldo… Yo era un líder moral, no inmoral como la Gordillo” (Sol de Tampico, miércoles 27 de febrero 2012).

Fuera de estos estilos personales de evidenciar el poder, la realidad es que el cacicazgo sindical que ambos personajes ejercieron los hace equiparables o similares en la forma autoritaria del ejercicio de sus funciones, en el daño económico que sus cotos de poder causaron a la hacienda pública y en la forma como terminaron sus días como líderes sindicales: en la cárcel, por venganzas políticas. El poder presidencial los hizo y el poder presidencial lo acabó.

Y este es justo el tendón de Aquiles de esa forma de ejercicio del presidencialismo autoritario que se busca restaurar ahora, con el regreso del PRI al poder.

¿En qué devino el Quinazo? En otra forma peor de cacicazgo sindical. El actual dirigente petrolero maneja discrecionalmente 10 veces más recursos públicos que La Quina y tiene prácticamente pignorada una senaduría y varias diputaciones del PRI. Su hijo maneja en Miami un auto de 2 millones de dólares y su familia se mueve en jets privados por todo el mundo. Tiene departamentos y yates de lujo en Cancún, y usa relojes de 2 millones de pesos. Pero sobre todo, ha permitido el desmantelamiento, la privatización silenciosa y el saqueo de los recursos de PEMEX por el contratismo privado.

Sin embargo, a pesar de su vinculación y lealtad partidista, Carlos Romero Deschamps hoy está en la mira, no por razones políticas (como La Quina y Elba Esther), sino por razones de negocio: Pemex no puede ser privatizada sin antes quitarle la carga fiscal a la empresa y el pasivo de su estructura sindical. Ninguna empresa petrolera privada o pública tiene el costo sindical de PEMEX en términos de “prestaciones”, “comisionados”, canonjías y otros privilegios de su oligarquía sindical.

Así que la privatización de PEMEX incluye el cambio de su estructura sindical y es por eso que usted puede apostar dos a uno a que habrá también cambios de liderazgos en ese sindicato. La única consideración que podría tener es elegir el tipo de salida: la entrega voluntaria de la dirigencia (a cambio obtendría impunidad) o la cárcel y la defenestración pública.

Esa fue la salida que hace 24 años le fue concedida a Carlos Jongitud Barrios, antecesor de Elba Esther Gordillo, en el sindicato magisterial. Cuentan que después del Quinazo, en enero del 1989, y ante las crecientes movilizaciones de la disidencia magisterial, Jongitud Barrios pidió una cita urgente con el entonces presidente Carlos Salinas. “Tengo un mensaje urgente que darle, de manera personal”. El mensaje fue concreto: “Señor Presidente: yo con dos cachetadas tengo. Aquí le entrego el sindicato”.

La llegada de Elba Esther, se dijo hace 24 años, traería democracia, mejor educación y mejores niveles de vida de los maestros. El SNTE sería un sindicato modelo y nunca más habría otro cacicazgo. Ajá!

El resultado: el mayor desastre educativo en la historia de México. Nunca se había destinado tantos recursos a la educación básica pública y nunca la educación de los niños de México había estado tan atrasada. En este cuarto de siglo se incubó la llamada “generación Elba Esther”: niños que no saben leer, escribir, sumar, restar, desconocen la historia del país y carecen de educación cívica. En contrapartida, la escuela pública dejó de ser un centro transmisor de conocimientos y se redujo a una fábrica de votos. Hay más maestros comisionados en tareas partidistas (PRI y PANAL), que mentores estudiando en la Universidad Pedagógica. Lo que fue motor de la transformación del país, se convirtió en escollo del desarrollo nacional.

Si el Elbazo se traduce en una educación de calidad en el país y en la democratización del gremio, será bienvenido. Pero si deviene en la reposición de otro cacicazgo sindical (como ha sido la historia de estas venganzas políticas), tendremos la primera presa política del sexenio y toda la siguiente generación de niños mexicanos se habrá perdido también.

Lo más probable es que el resultado sea lo segundo. La razón es sencilla: la justicia no nace de la venganza, así como la democracia no surge de las tentaciones autoritarias.

ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
Twitter: @ricardomonreala

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