¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Todo pareciera indicar que se encuentra secuestrado el Papa
Por María Teresa Jardí
Si
sorpresiva fue la renuncia de Ratzinger al papado de la Iglesia
Católica, más lo es el retiro de Benedicto XVI antes del cónclave. Lo
que hace pensar en una obligada condena al silencio. Como las que él
imponía a otros siendo prefecto de la Doctrina de la Fe en el Vaticano.
¿Decidido por Ratzinger el retiro y el silencio cómo expiación de sus
pecados? o ¿condena impuesta por otros? o ¿ambas cosas por miedo a ser
asesinado?
Ciertamente no se puede creer en su inocencia por lo que toca a los
casos de pederastia protegidos por jerarcas de esa Iglesia. Ratzinger
estuvo informado desde muchos años antes de que se conociera
públicamente el nivel de involucramiento de curas en el abuso de
menores.
Ratzinger fue siempre un jerarca conservador, quien, además, obligó a
otros al silencio también por razones políticas. Lo que hace más curioso
su retiro antes de la celebración del cónclave para elegir a su sucesor
dejando solos a los otros grillos convertidos en cardenales que son
jerarcas también de esa Iglesia. Lo que lleva a pensar que quizá del
próximo se debiera pensar ya que se va a alzar, como el sustituto a modo
de su renunciado antecesor impuesto también por lo más corrupto de esa
jerarquía a la muerte de Juan Pablo II, quien asimismo fue, por dinero,
un protector de enfermos de poder irredentos como Maciel y como Prigione
y quien fomentó la baja en la Iglesia Católica que hoy se exhibe en sus
cardenales.
Y el caso mexicano es ejemplificativo, que no el único, de la clase de
personas que en general son elegidas para ese cargo, destacando sin duda
el cardenal Norberto Rivera quien, como los políticos a la mexicana,
pareciera haber sido elegido por sus enormes defectos y no por sus
virtudes, que no se conocen incluso porque de tener alguna es obvio que
la esconde como si fuera pecado y virtud fueran los defectos que,
públicamente, sí se conocen. Defectos que sin duda debe tener también
escondidos bajo la alfombra o al lado de la cama, como el cadáver de
Paulette, que los policías de Peña no encontraban, hasta que estuvo todo
preparado para dejar impune lo que a todas luces debió ser un crimen,
quizá involuntario, pero crimen cometido por el padre o por la madre o
por ambos y dejado sin castigo por quien hoy pretende que se crea en la
buena fe de lo que dice cuando nada le cuaja, como la solución de ese
caso, que quizá algún día sea realmente investigado.
En toda sociedad puede un hombre asesinar a su mujer o a la inversa y
luego suicidarse el autor del homicidio que como móvil suele tener la
pasión, efectivamente. Aunque es claro que en las sociedades donde la
vida no es tan indigna se elige mayoritariamente el divorcio como forma
de poner término a las desavenencias conyugales. Pero incluso en la más
civilizada de las sociedades un caso como el sucedido en la colonia
Brisas de Mérida puede darse. Aquí lo grave es que esa forma de salida
de una vida que nada tiene de digna se va tornando también en recurrente
entre las clases altas y medias.
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