¡¡Exijamos lo Imposible!!
Blog Pedro Echeverria
Centenario del asesinato del ingenuo Madero que soñó con la democracia burguesa
Pedro Echeverría V.
1. Francisco I. Madero es un personaje importante de la historia de
la Revolución Mexicana por haber encabezado el derrocamiento de la
dictadura de 35 años de Porfirio Díaz. Fue hijo de un poderoso
industrial, de los hombres más ricos de México; ello le permitió
estudiar en los EEUU y en Francia para luego encargarse –en 1903- de la
hacienda de su padre en el estado de Coahuila. Mientras los campesinos y
los obreros seguían a los Flores Magón que organizaban “círculos
obreros”, huelgas, publicaban su periódico anti porfirista,
“Regeneración” y se enfrentaban abiertamente al gobierno, Madero –siendo
hacendado- permanecía aislado de las luchas sociales, aunque, por sus
estudios en el extranjero, idealizaba o soñaba con algunos cambios
pacíficos electorales en el sistema de dominación porfirista. Díaz
perseguía y reprimía a los Flores Magón, pero a Madero lo soportaba e
incluso se burlaba de él.
2. Aunque Ricardo Flores Magón no se había declarado anarquista como
lo hizo en 1911, en los primeros años del siglo fue el luchador social
más radical que buscaba hacer una revolución contra el gobierno
porfiriano. Madero, por el contrario, sólo buscaba que el gobierno del
dictador Díaz no fuera tan brutal y violento; por eso se preparó para
participar en las elecciones de 1910 después que el mismo Díaz declarara
a un periodista yanqui, que el país –al fin- ya estaba preparado por un
cambio. Madero incluso buscó negociar con Díaz antes de las elecciones;
la respuesta del dictador fue de burla, lo animó a que lanzara su
candidatura y le deseó suerte. Las batallas en los campos, las fábricas y
las calles continuaban mientras Madero visitaba electoralmente algunos
estados de la República; pero la convocatoria a la Revolución sólo
vendría después de ser detenido Madero y de declararse a Díaz con el
triunfo electoral.
3. La realidad es que la revolución no se preparó. Los levantamientos
surgieron en varias entidades independientes a la convocatoria
maderista; sin embargo fue en Ciudad Juárez, Chihuahua (la frontera con
los yanquis) con la presencia de Madero, donde se firmaron los Tratados
que acordaban la renuncia de Díaz y su salida del país. Ya en esos
mismos Tratados se veía que Madero no buscaba ni quería ninguna
revolución, pues en lugar de que se firmara el desarme del ejército
porfirista y se pidió el desarme del movimiento revolucionario para que
las cosas sigan igual. Desde ese momento el maderismo fue condenado por
las deferentes fracciones revolucionarias: por Flores Magón que se
declaró “contra todo gobierno”, por Zapata que pronto lanzaría su Plan
de Ayala o por Orozco que publicaría su Plan de la Empacadora. Los tres
consideraron que la revolución había sido traicionada por Madero y
seguidores.
4. ¿Qué Madero era un demócrata? Sí lo fue en el sentido de demócrata
formal o burguesa, que es la estructura que domina en el capitalismo.
Pero no fue un demócrata real –como tampoco ha existido- si se dice que
democracia “es un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Los argumentos de haber sido “espiritista”, “místico”, de haber
perdonado la vida a Félix Díaz, a Bernardo Reyes que se habían levantado
en armas, son nada al dejar armado al ejército de la dictadura y al
negarle a los campesinos la repartición de tierras, “porque en ningún
discurso lo había prometido”. Madero abandonó a los revolucionarios y lo
único que buscaba era una especie de orden y progreso porfirista, pero
sin don Porfirio. En Ricardo Flores Magón ya florecía la bandera del
anarquismo, pero sólo se declaró como tal al denunciar la traición de
Madero diciendo que todos los gobiernos eran iguales de traidores y que
los trabajadores deberían autogobernarse.
5. A pesar de que Madero fue advertido por muchos revolucionarios
para que asuma su papel de gobierno revolucionario, permitió que los
porfiristas regresaran por el poder perdido. El gobierno yanqui preparó
el golpe de Estado que se fraguó en los sótanos de la misma embajada
gringa de la ciudad de México con personajes connotados, sobre todo con
su jefe militar Victoriano Huerta, (tal como sucedería en 1973 -60 años
después- con el golpe de Estado en Chile encabezado por Pinochet). La
suerte de Madero -como la de Salvador Allende- estaba anunciada. Madero y
el vicepresidente Pino Suárez fueron asesinados. El presidente yanqui
William Taft, aunque estaba a punto de dejar el cargo, ordenó el golpe
de Estado y el establecimiento de la usurpación huertista; aunque meses
después los mismos yanquis con nuevo gobierno (de Woodrow Wilson)
buscarían negociar con la revolución constitucionalista.
6. Madero no era un demócrata, menos un revolucionario. Precisamente
contra su gobierno se rebelaron muchos revolucionarios como Flores
Magón, Emiliano Zapata, Pascual Orozco, Paulino Martínez, los obreros
anarquistas de la Casa del Obrero Mundial fundada en 1912. Fue un
hacendado estudioso que logró reunir el descontento que llevó a Díaz a
renunciar y a exiliarse, pero que luego no entendió lo que en México
sucedía. A partir de fines de 1913 México tuvo que sufrir muchas más
muertes y rebeliones para derrocar al usurpador Huerta y que en 1915-17
se instale -ahora sí- la verdadera revolución burguesa y su constitución
política. Pienso que después de la segunda experiencia pacífica y medio
ingenua de Salvador Allende en Chile, ya personajes del aparato de
poder y los demás presidentes mexicanos no solo no son ingenuos, sino
que se han ido al extremo al practicar gobiernos brutalmente burguesas
represivos.
7. En el México de hoy Madero, como Vasconcelos después de 1929, y
Gómez Morín, su ideólogo y fundador, son los pilares de la llamada
democracia panista. Los tres, de diferentes maneras, representaron con
sus ideas los intereses de la “iniciativa privada”. Incluso hoy el
directivo más importante del PAN es un nieto o bisnieto de Madero. La
verdadera izquierda mexicana, por el contrario, encuentra su identidad
en el anarquista Ricardo Flores Magón y en el campesino Emiliano Zapata,
el impulsor del Plan de Ayala. El centro priísta sigue usando como
bandera a la revolución mexicana y a todos los presidentes de la
República –sin excepción- que han sido del PRI. Obviamente este no puede
ser un asunto de héroes, caudillos y personalidades, sino de clases
sociales, posiciones políticas y de práctica social. (22/II/13)
Consultar: http://pedroecheverriav.wordpress.com
pedroe@cablered.net.mx
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