¡¡Exijamos lo Imposible!!
Por Esto!
Comparación cretina
María Teresa Jardí
Hay comparaciones imposibles y las hay atinadas. Pero también hay comparaciones cretinas.
Me
gusta la saga de Harry Potter, porque en ella se da la lucha entre el
bien y el mal y además porque es entretenida y de lectura fácil para
vaciar la mente cuando uno siente que estalla ante la realidad que se
vive hoy día tan complicada y tan poco esperanzadora de cambio a corto
plazo para el mundo y ni a largo en el caso mexicano. Y leo por estos
días el último libro de J.K. Rowling, escrito para adultos, dice la
autora o la propaganda del libro, aunque igual un libro que no deja de
tener el mismo estilo que atrapa, pero que no convierte en favorito al
punto de pensar en ese el libro como el que uno se llevaría a una isla
desierta a la que no pudiese llevar más que un libro.
A propósito de compra del último libro de la Rowling, “Una vacante
imprevista” publicada por por editorial Salamandra, mi nieto mayor, buen
lector, quien, sin embargo, se ha negado a leer a la Rowling, me
preguntaba si esa autora me gustaba tanto como Hennig Mankel y le hacía
ver que esa era una comparación imposible. Como había sido imposible el
comparar a Dostoievski con Herman Hesse, como había hecho yo ante mi
padre, y le contaba la anécdota, ocurrida justamente cuando tenía su
edad, de que un día le dije a mi padre que mis autores favoritos “para
toda la vida” iban a ser Dostoievski y Herman Hesse. Y él me había
contestado que eso era imposible. Que, conociéndome, como me conocía, me
garantizaba que el primero, sin duda, lo iba a ser para siempre. Pero
que el segundo a partir de los 25 años ni siquiera lo iba a volver a
leer. Y le decía que se ha cumplido al pie de la letra su profecía.
Krause, posiblemente teniendo en la mente a Lincoln, a propósito de la
película que por estos días se exhibe, en una entrevista radial,
comparaba a Madero, el día del centenario de la muerte, de quien
correctamente es llamado Padre de la Democracia. Aunque no se haya
concretado nunca la misma porque, efectivamente, Victoriano Huerta la
asesinó, al mismo tiempo que mataba a Pino Suaréz y a Madero. Una
comparación atinada la del polémico historiador, como ustedes saben,
quien lo mismo desata odios que amores, pero quien no deja de ser
historiador.
Aunque querer comparar a Peña con Madero es una tomadura de pelo de
quien teniendo un pasado represor, hoy se desempeña con Peña Nieto nada
menos que como secretario de Educación.
Una comparación falta de respeto a un pueblo tan agraviado por
individuos como Chuayffet, que, aunque haya sido por omisión, están
involucrados en una masacre: la de Acteal, que debió alertar sobre el
futuro, acatado para México, por ese otro impresentable que es Ernesto
Zedillo.
La masacre de Acteal es un buen punto de partida para comenzar a
analizar la cuenta regresiva de un México todavía soberano, convertido
hoy en laboratorio de los yanquis, para lograr la entrega de los pocos
bienes que le quedan a la nación. Cretina comparación de mafiosos que
adueñados del poder ni siquiera atinan a distinguir quiénes son sus
enemigos.
En unos días se convertirá en el gran zar represor a Mondragón. Bien
haría Peña en pedir a las televisoras, tan amigas, los videos del 1 de
enero, suponiendo que sea cierto que no se trató el evento represivo
contra los estudiantes de una venganza al estilo de la de San Salvador
Atenco.
En esos videos podría ver al que se va a convertir en el súper
secretario encargado de la represión a modo de la entrega del país,
enviando mensajes desde su celular en medio de la toma de posesión y
agresión conjunta a los estudiantes. Está claro que ni siquiera saben a
quién sirve cada quien.
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